ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCH

Polvo y gas, el nuevo poemario de Jesús Maroto

«No me cuesta visualizar a Jesús como uno de esos trovadores que exploraban el inaprehensible universo del amor»

El poeta toledano Jesús Maroto

POR ANTONIO LÁZARO

Un poemario debe enganchar desde el título. Polvo y gas atrae, encandila, seduce, mesmeriza, tiene algo de lisérgico, de onírico, a la vez permanente y fugaz . Yo no he pensado en el polvo estanco de los libros ni en un gas fugitivo. Más bien he pensado en un camino polvoriento surcado acaso por una Triumph Bonneville y me han aflorado turbadoras imágenes de sexo, vinilo y chapa ensangrentada de Crash, tanto de la novela de Ballard cuanto de la adaptación de Cronemberg. He considerado, desde luego, la lealtad inquebrantable de un poeta ya veterano, aunque nimbado siempre de una cierta aureola jovial a lo Dorian Grey , en su fidelidad a un oficio el de poeta, que es destino. Una apuesta, con todas las consecuencias, por el incierto camino verdadero de la poesía.

De todos los poetas de mi grupo generacional el que ha acreditado un fervor más continuado hacia la poesía ha sido Jesús Maroto. Algunos nos hemos decantado más por la narrativa y la investigación, otros han alternado el ensayo con la poesía. Jesús ha hecho realidad «el poesía cada día juanramoniano» , mas no como hábito sino como hálito: necesidad del verso casi en paridad con el oxígeno. Entre la cúspide del dandismo y la sima de un sobrio y elegante malditismo, era capaz de imbuirse de Pessoa pero al tiempo de seguir la actualidad, ya saben los Premios Adonais y Loewe, las nuevas figuras emergentes, la contemporaneidad, lo actual, todo eso. En sus poemas, la poesía es elemento protagónico, el verso haciéndose, la interacción entre la rutina de lo real y la magia de la palabra que lo nombra, en una dinámica que trasciende el narcisismo. Ahora que (nunca he dejado de estarlo) estoy frecuentando las cortes poéticas bajomedievales, no me cuesta visualizar a Jesús como uno de esos trovadores que exploraban el inaprehensible universo del amor a través del código de las canciones caballerescas.

Antes de conocernos, ya habíamos compartido escudería poética: la del Toro de Barro. Porque Jesús participó de las dos etapas del Toro : la fundacional, de la mano de nuestro querido gurú Carlos de la Rica, y la nueva etapa desde más o menos los principios de milenio a cargo de su continuador Carlos Morales. A mitad de la década de los 2000, cuando accedí a la dirección del servicio de publicaciones de la Junta, entendí que había que atender dos carencias: las letras clásicas vinculadas a la región (que son muchas y excelsas) y la nueva poesía. En este segundo empeño, fue Maroto quien coordinó como antólogo el libro Inmaduros . Es la época en que más nos hemos visto: desayunos de trabajo, comidas compartidas y alguna que otra copa nocturna, repasando los talentos que había detectado, entre los que destacaba un relevante número de mujeres poetas. Una iniciativa en que también confluimos fue la llamada Poetas urbanos , en que, con la coordinación de Javier Payo, hicimos en la Biblioteca del Alcázar un original encuentro de poetas de poesía escrita con poetas o rimadores de rap. El gran Pepe del Saz, que rapeaba antes de que se inventara el rap, puso un broche de rapsoda de gran nivel. Y Suso 33, artista del graffiti, hizo un mural sobre la marcha.

Pero estamos en Polvo y gas. Laconismo, brevedad del poema, brevedad del verso. Poesía sintética que se analiza en una constelación, o quizá cascada, de sintagmas . Hay sintagmas que dicen más que una frase completa. Así: de repente, el último verano. Y de Tennesee Williams a Maroto: me escondo entre las páginas, tiempo convertido en huella, por lo hecho ayer, entre toda esa gente, casi cien poemas tremendamente en blanco, ese espejo en el que me cuesta reconocerme, nada resiste al olvido (tras la infancia)… El poeta colecciona instantes, reflexiones, plenitudes y vacíos en un «álbum de la cotidianeidad» que transmuta en magia .

Poesía desnuda pero con la piel bien planchada (Jesús, genio y figura), esencialista, más del lado del aforismo que de la greguería:

El hombre/ se apoya en la palabra/ para no caer desarmado/ en el silencio. Pero la caída/ es el único instante/ que no puede prever.

Hay una greguería pero con miga, de las de verdad, de las que le hubieran gustado a Ramón:

La/tristeza/es/un/defecto/de/los/

alegres.

Jesús Maroto ya no apura hasta el límite la copa de la vida, sacando chispas al coche en los callejones toledanos (¡cuando eran de dos sentidos!). Ahora posa afable acariciando a un pequeño schnauzer en su estudio, aunque su compromiso con la poesía es igual de potente, tanto o más que entonces. Pero hay también ecos generacionales, una inconsolable nostalgia del tiempo pasado, exenta sin embargo de melancolía:

Mientras me alejo/por la calle de en medio,/nada queda en pie/de aquello/que fue mi mundo/un día.

Algo de su escritura sincopada y de su fondo filosófico me hace recordar la poética del otro gran maestro castellano-manchego, junto con Ángel Crespo y Carlos de la Rica, José Corredor Matheos. Pero enseguida acuden otras referencias, recreadas de modo personal e intransferible. Así, el laberinto, eterno y borgiano. El propio yo como laberinto del que uno no puede escapar (imagen, para mí, inédita):

Siento/que nunca/podré salir/de mí mismo.

El pasado como rechazo irónico, parodia de un cuento gótico:

No he de volver/ a ese lugar donde nací./Nadie me espera allí./Ni construí ese caserón/lleno, ahora, de fantasmas/muertos de miedo.

Somos náufragos contemporáneos arrojados a las playas iluminadas de neón de las ciudades, separados de la firmeza de la casona patriarcal, derruido el jardín de nuestra infancia. Sin embargo, una cumbre de serenidad, de lucidez, de afecto contenido y sincero aparece en el poema al padre:

He perdido a mi padre/pero no el recuerdo/de aquellos días luminosos…

Polvo y gas , ilustrado por Ágata Maroto (que enlaza los poemas entre sí con una festiva y multicolor tela de araña), prologado por María Cruz Magdaleno y epilogado por Jesús Guío , ha sido editado en su colección de poesía por Celya , con sus habituales cuidado literario y sentido estético.

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