Beatriz Villacañas - ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Lugar para el reencuentro (69): Chesterton y los cuentos de hadas

«Para el niño, como para el poeta, el mundo es una fuente inagotable de asombro»

Beatriz Villacañas
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Chesterton amaba los cuentos de hadas. Así lo muestra en su libro Los Cuentos de Hadas, La Ética del País de los Elfos. Los amaba porque vivía en un estado de asombro agradecido. Porque se admiraba de los milagros. Del milagro mismo de la vida y de las cosas, del milagro de la vida humana. Para el niño, como para el poeta, el mundo es una fuente inagotable de asombro, y desde ese asombro esencial el niño crece y el poeta crea. El niño es un filósofo en su capacidad de asombro y en su ansia de saber y de verdad. Y Chesterton era poeta, no sólo porque (junto con tantos otros géneros) escribía poemas, sino porque percibía la esencia misteriosa de las cosas.

Porque nada le parecía obvio. Además, cómo no amar los cuentos de hadas si nos cuentan verdades fundamentales. El bien y el mal, el misterio y el valor. La lucha por el ideal, la lucha por la justicia. Para Chesterton el dragón, el ogro y los otros portentos de los cuentos son tan misterioso como las cosas cotidianas: «el maíz, las piedras, los manzanos o el fuego». Y los cuentos nos dan fe del misterio último de la vida y nos enseñan a conocer y a hacer frente a los dragones.

A raíz de lo anterior, podría pensarse que la visión de Chesterton es la de un optimista incorregible, alguien que no termina de ver del todo el horror del mal. Pero nada más lejos de la realidad. Véase el mal en los mismos cuentos de hadas. Desde su gigantesco intelecto, Chesterton conocía perfectamente el mal, como mínimo tanto como su detective, el Padre Brown, personaje basado en la figura real del Padre John O’ Connor, humilde párroco irlandés que impresionó al escritor por su profundo conocimiento del mal del mundo, de las simas en las que pueden caer los seres humanos, de los tenebrosos vericuetos de la psique, y que, sin embargo, ejercía su caritativo ministerio con alegría, con fe, con esperanza.

Con característica agudeza Chesterton ve la capacidad de asombro como algo deseable y necesario, pues está ligada al afán de saber y a la búsqueda de la verdad. Y aquí radica la esencia de los cuentos de hadas, pues asombro, afán y búsqueda son impulsos con los que combatir el mal y el propio miedo «Porque el cuento de hadas es tan sólo la historia del Hombre mismo, a la vez el más débil y el más fuerte de los seres creados (…). La fuerza del hombre ha surgido enteramente del desprecio de la fuerza».

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