Sergio Serrano, de Albacete, pastorcillo y muy valiente

El manchego, que se hizo mayor paseando ovejas, es uno de los toreros mejor valorados por la afición después de una década sentado en el banquillo de la indiferencia

Monumental pase de pecho de Sergio Serrano a un toro de Victorino Martín en Madrid Plaza 1
Juan Antonio Pérez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Una noche de insomnio en esa semana que pasó entre la corrida de Torrestrella que lidió en Albacete y el ‘desafío ganadero’ que aguardaba en Las Ventas, el torero Sergio Serrano le confesó a su mujer: «Si no pasa nada en Madrid, me voy. Lo dejo» . Era el final del verano de 2019, Serrano llevaba justo una década en el escalafón superior y había llegado al límite. Nadie fuera de su ciudad le echaba cuentas y en los toros, como en la vida, hay algo peor que las broncas: la indiferencia.

Y entonces, en la arena de la primera plaza del mundo, salió 'Palmito', un cárdeno claro de Saltillo, de 582 kilos, que manseó y le arreó una grave cornada al banderillero Caco Ramos. Pero también permitió que la afición, por fin, reparara en ese treintañero venido de La Mancha. Las crónicas dicen que Serrano anduvo valiente, que no se notó la falta de contratos y que, cuando tenía cortada la oreja, falló con la espada, por lo que el premio se quedó en una vuelta al ruedo.

Y hace dos domingos, pandemia mediante, volvió a Las Ventas vestido de caña y oro, el color preferido de su maestro, Dámaso González. Mató una corrida de Victorino Martín, logró un trofeo, ahora sí, de un toro llamado 'Venenoso' y, gracias a eso, el futuro parece que será más bonito que el pasado. Al menos ya está sonando el teléfono de su apoderado, Manuel Amador, que no es poco. Este sábado toreará en Vic-Fezensac (Francia), el siguiente lo hará en Manzanares (Ciudad Real) y, a mediados de agosto, también aparece anunciado en Cenicientos (Madrid).

«Mi sacrificio y mi amor a la profesión están dando sus frutos poquito a poco», afirma el torero a este periódico el primer viernes de julio por la noche. Desde que tomó la alternativa en la feria de Albacete de 2009 (con Antonio Ferrera de padrino, César Jiménez de testigo y toros de Albarreal), apenas ha matado 28 corridas, a una media de dos y pico por año. El catálogo de ganaderías a las que se ha enfrentado es algo similar al guion de una película de miedo: Adolfo Martín, Samuel Flores, Celestino Cuadri, Partido de Resina, La Quinta, Miura, Saltillo, Arauz de Robles, Murteira Grave o la reciente Victorino Martín.

«Es verdad que hay un momento en el que los planetas se alinean y todo viene más rodado. Independientemente de eso, lo que me ha mantenido es saber que no hay otra cosa en la vida que me haga feliz. Que me hace desdichado y desgraciado en ocasiones, aunque imagino que, como todo artista, a veces sientes la incomprensión, pero al final, como siempre digo, uno es todo lo que le sucede. Y quizá esa manera que tengo de torear, más salvaje, es por lo vivido», explica.

Serrano nunca lo ha tenido fácil. O mejor dicho, lo ha tenido más difícil que otros. Relata: «Mi infancia fue bonita, como la de cualquier niño. Lo que pasa es que me tocó trabajar desde pequeño. La historia es un poco larga. Mi padre tuvo un accidente con 18 años. Era albañil y se cayó de un quinto piso , lo que le imposibilitó seguir trabajando. Se vino con mi madre a Albacete, compró una casa y un terreno, construyó una nave y se dedicó a comprar ovejas y a vender corderos. Y con eso y una pequeña paga que tenía, fue sacando adelante a sus hijos. Somos cuatro hermanos, yo soy el más pequeño, y todos los veranos desde los 9 a los 15 años estuve en el campo con las ovejas . Era duro, pero con el tiempo valoras mucho el sacrificio de tu familia».

De crío se recuerda igualmente en brazos de su abuelo viendo el espectáculo del bombero torero en Antena 3 o en Telecinco, que en los años 90 apostaron fuerte por la fiesta para ganar audiencia. Con 12 años, en una comunión, se puso delante de una becerra y «descubrí tal sensación que dije: ‘Yo quiero ser torero’». A una semana de cumplir los 19 años debutó con picadores en Coria del Río y las tres primeras temporadas fueron muy bien. Actuó en más de 70 festejos.

Sigue trabajando

«Tuve momentos muy buenos, yendo a las ferias, pero es verdad que con la espada no andaba bien, las oportunidades pasaron y las cosas no salieron como esperaba -expone-. Los apoderados que estaban conmigo me dejaron parado, y ahí es donde empieza mi lucha». Y añade: «La bisoñez te hace creer que, como toreas tanto, vas a seguir toreando con esa asiduidad. Luego te das cuenta de la cruda realidad que es luchar por un sueño».

En todo este tiempo, ha compaginado los toros con su trabajo de gestión comercial en la empresa familiar. «Como buen autónomo, me organizo yo. Comprenden mi situación y me echan un cable», reconoce. Y asegura que no quiere dejarlo porque «es muy bonito lo que me está pasando, pero en cualquier momento, como ha venido, se va».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación