Los 263 libros antiguos robados de la biblioteca del Seminario de Cuenca vuelven a casa

Tras un largo proceso judicial de 15 años, el 23 de julio fueron devueltos a sus legítimos propietarios importantes obras antiguas, entre ellas 12 incunables de gran valor histórico

Uno de los ejemplares de libros antiguos que han sido recuperados por la biblioteca del Seminario de Cuenca Obispado
Mariano Cebrián

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San Isidoro de Sevilla (556-636) es conocido sobre todo por su obra «Etimologías», una inmensa compilación en la que se almacena y condensa todo el conocimiento de su tiempo. Gracias a esta obra, se hizo posible la conservación de la cultura clásica y su transmisión a la España visigoda. A lo largo de gran parte de la Edad Media fue el texto más usado en las instituciones educativas y también fue muy leído durante el Renacimiento, con al menos diez ediciones impresas entre 1470 y 1530.

Esta es una de las obras que desde el pasado 23 de julio ya se encuentra en el Seminario Conciliar de Cuenca tras un largo proceso judicial, después de que fuera sustraída del mismo en la década de los 80 o 90 junto con otros 262 ejemplares -entre ellos 12 incunables- que fueron puestos a la venta después en una famosa casa de subastas. Salvando las distancias, al igual que hiciera San Isidoro en su tiempo, el guardián de la sabiduría que recoge esos libros es Vicente Malabia , responsable de la biblioteca de este colegio eclesiástico ubicado en el casco antiguo de la Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Malabia tiene este cargo desde 1998, año en el que se comenzaron a catalogar todos los fondos. «Ya entonces nos dimos cuenta de que había alguna anomalía y de que faltaban muchos libros», asegura a ABC el responsable de la biblioteca. En 2004 sus sospechas se confirmaron cuando agentes de la UCO ( Unidad Central Operativa ) de la Guardia Civil descubrieron que se estaban vendiendo en la casa de subastas Durán algunos de los ejemplares desaparecidos en el Seminario de Cuenca, que denunció los hechos, comenzando así una batalla judicial llena de obstáculos.

Autoridades, durante la devolución de los libros sustraídos al Seminario de Cuenca Obispado

Uno de esos primeros contratiempos fue que la persona a la que se identificó en un primer momento como responsable de la venta en 2004 de los fondos sustraídos falleció al poco tiempo de ser descubierto. Por eso, no se supo cómo salieron de la biblioteca del Seminario de Cuenca, se paralizó el proceso y pasaron diez años hasta que se celebró el juicio, en 2014. Fruto de ello la Audiencia Provincial emitió en 2016 un fallo que fue recurrido por los compradores de los ejemplares en las subastas y llegó hasta el Tribunal Supremo, que dictó en septiembre del 2019 una sentencia firme en la que se decía que los libros debían ser devueltos a su legítimo propietario.

De esos muchos años de litigios puede contar muchas historias el letrado defensor de la Diócesis de Cuenca, Juan Rafael Montón , cuyo despacho, Abogados Celada Montón, es el que ha trabajado para que la recuperación de los libros, robados y reclamados a un centenar de compradores, fuera una realidad. Así se lo cuenta a ABC Montón, quien destaca que este caso ha supuesto una «gran satisfacción a nivel profesional, porque ha sido un trabajo prolongado y muy duro que se ha visto recompensado, pero también a nivel moral porque los libros han vuelto a su casa».

Importancia del fondo bibliográfico

Aun así, tras la sentencia de septiembre de 2019, ha habido que esperar otro año más, ya que hasta el pasado 23 de julio los 263 libros no viajaron desde la Biblioteca Nacional de Madrid, lugar donde estaban custodiados desde que se recuperaron en 2004, hasta el Seminario de Cuenca, donde ya reposan en las estanterías de su biblioteca. «La importancia de estos fondos bibliográficos se debe a que llegaron hasta Cuenca en el siglo XVIII, cuando se fundó el centro, procedentes del colegio de los jesuitas de la localidad conquense de Villarejo de Fuentes», explica Vicente Malabia.

Entre las joyas bibliográficas del fondo antiguo de la biblioteca del Seminario de Cuenca, además de las «Etimologías» de San Isidoro de 1483, se pueden encontrar una «Geografía» de Estrabón de 1480, un libro de Francesco Petrarca o una edición sevillana del «Regimiento de los príncipes», de Gil de Roma, de 1494. Pero también destacan, por ejemplo, libros del filósofo y poeta Boecio, manuscritos del «Doctrinal de los caballeros» de Alonso de Cartagena, sobre las leyes del ordenamiento castellano, unas Sátiras de Persio de 1521 y obras de Santo Tomás de Aquino o Aristóteles .

El bibliotecario Vicente Malabia muestra los ejemplares a las autoridades Obispado

«La importancia de todos estos ejemplares, más allá de su valor material y económico, radica en su valor histórico y patrimonial», destaca Malabia. Debido a ello, muchos investigadores del mundo del libro se han acercado a lo largo de los años hasta la capital conquense para poder estudiar sus encuadernaciones y su factura, además del contenido de los mismo, aunque muchos de ellos ya están digitalizados o en ediciones modernas. De hecho, el Seminario de Cuenca tiene un acuerdo con la Universidad de Castilla-La Mancha para la consulta de sus fondos.

Con la recuperación de estos 263 ejemplares, el responsable de la biblioteca dice sentirse tranquilo porque «se cierra un capítulo del Seminario de Cuenca que nunca debería haberse escrito». El sacerdote e historiador recuerda con tristeza estos quince años de lucha por sus libros, hasta que por fin regresaron hace tres semanas a sus instalaciones, que fueron arregladas, con un depósito nuevo en el que descansan en las mejores condiciones de temperatura y humedad para una buena conservación.

En total, el fondo antiguo de la biblioteca del Seminario de Cuenca lo conforman más de 40.000 volúmenes disponibles para investigadores, aunque Malabia reconoce que no lo visitan tantos como quisieran. Ahora, con la recuperación de los doce incunables de gran valor histórico que fueron sustraídos, se eleva a 84 el número de libros de la «primera imprenta» que alberga la antigua iglesia de la Merced de la capital conquense , una «colección notable» que será expuesta cuando la pandemia lo permita.

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