Baloncesto

Las 24 horas de odisea de un campeón de Europa: la aerolínea extravía las sillas de ruedas personales de siete jugadores

Como no es la primera vez, el Amiab de Albacete ha llevado y traído desde Alemania las once sillas de competición en una furgoneta por carretera

Al llegar a Madrid, estuvieron una hora dentro del avión como protesta, pero tuvieron que deponer su actitud: les prestaron unas sillas del aeropuerto para llegar a Albacete

Dos de las siete sillas que llegaron este martes, sobre las seis de la tarde, a la casa de Almudena/ En el vídeo, las sillas ya en Albacete Amiab

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«Con la aviación civil no sabes nunca qué te puede ocurrir». La frase tan poco alentadora es de José Carlos Jurado, director técnico deportivo del Amiab de Albacete, el equipo mixto de baloncesto en silla de ruedas que se proclamó el domingo campeón de Europa.

Suelta la expresión para comenzar a relatar las 24 horas de peripecia que la plantilla tuvo que pasar entre este lunes y este martes. Se resume en un titular: la aerolínea extravió las sillas de ruedas personales de siete de sus jugadores, las 'piernas' en su día a día, que vienen a costar unos 4.000 euros cada una. «¡Se extraviaron todas!» , exclama José Carlos. Y levanta la voz porque podía haber sido alguna más, si los otros cuatro baloncestistas de la plantilla no se movieran con otros elementos ortopédicos.

Menos mal que las once sillas de competición, por eso de la experiencia, las traen por carretera desde Erfurt, la ciudad alemana donde los manchegos lograron la proeza de hacerse por primera vez con el campeonato europeo. De la otra hazaña se está encargando el utillero y mecánico, José Domingo de Sousa, que primero tuvo que llevar las sillas en una furgoneta desde Albacete y ahora está viajando con ellas por carretera camino de la capital manchega: en total, ida y vuelta, 4.200 kilómetros entre pecho y espalda.

La odisea de las siete sillas personales comenzó el lunes en el aeropuerto alemán de Frankfurt, a 260 kilómetros de Erfurt, sobre las cinco y cuarto de la tarde. Los jugadores se acercaron sobre ellas hasta la puerta de embarque e hicieron la transferencia a otra silla más estrecha que les permitió llegar a su asiento en un avión de Lufthansa.

Sus sillas deberían haber ido a la bodega de la aeronave, pero no ocurrió así. Dos horas y cuarto después, al aterrizar en el aeropuerto de Madrid, la expedición se encontró con la desagradable sorpresa. Como protesta, no salieron de la aeronave, pero tuvieron que deponer su actitud una hora después por orden del comandante y del personal de seguridad. «Les pidieron que dejasen la protesta y bajasen del avión», explica el director técnico deportivo del Amiab, que se había quedado en Albacete por motivos de salud.

Los jugadores accedieron y les ofrecieron sillas que se emplean para desplazar a pasajeros con problemas de movilidad por el aeropuerto. Tras rellenar las reclamaciones oportunas, partieron con ellas en su autobús hasta Albacete -a 250 kilómetros- después de casi tres horas. Y eso que su vuelo había llegado con veinte minutos de adelanto.

Esta tarde, sobre las seis, las siete sillas llegaron a la casa de una jugadora, Almudena Montiel, que había dado su dirección. Una furgoneta con personal de Aena se encargó de llevarlas y recoger las prestadas a todo un equipo campeón de Europa.

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