Sociedad

Aragón, donde la política se estrella con los pantanos

Veintiséis años después de que se firmara el Pacto del Agua, aún no se han terminado de construir los embalses

La escasez de agua sigue lastrando la economía de amplias zonas de Aragón Fabián Simón

R. Pérez

En 1992 , las Cortes de Aragón llegaban a un acuerdo histórico, el Pacto del Agua. Todos los partidos representados en la Cámara autonómica en aquel momento aprobaron el listado de obras necesarias para atender «las necesidades presentes y futuras» de Aragón en materia de agua. Veintiséis años después, aquel listado de embalses sigue en la casilla del debe . No se han terminado de construir, en estas dos décadas y media ha habido proyectos que directamente han quedado en la cuneta, y entre las obras pendientes figuran algunas de las más emblemáticas. Los retrasos acumulados son de escándalo .

El caso más ejemplificador es el del recrecimiento de Yesa , esencial para atender el desarrollo de los regadíos en la comarca de las Cinco Villas y para garantizar un suministro de agua de calidad tanto para Zaragoza capital como para varias decenas de municipios de su entorno.

Yesa ejemplifica cómo se manoseó el Pacto del Agua de 1992 , convertido en instrumento político de batallas electorales . Los dos grandes partidos, PP y PSOE, habían cerrado filas para recrecer esta presa. Pero, a finales de los 90, el trasvase del Ebro proyectado por el PP de Aznar -que rescató un concepto defendido años atrás por el Gobierno de Felipe González- se convirtió en arma arrojadiza con la mirada puesta en las urnas. El PSOE se alío con otros partidos de izquierdas y nacionalistas para hacer causa común contra el PP mediante la pancarta del trasvase. El problema era que los partidos a los que se alió el PSOE -caso de la Chunta- no solo eran antitrasvasistas, sino también contrarios a los embalses.

Esto último acabó pasando factura política, mientras otros colectivos emprendían batallas legales para judicializar los proyectos de embalses del Pacto del Agua.

Eso sí, para entonces el listado de obras ya acumulaba años de retraso. Baste un dato: si se hubiera cumplido lo pactado en 1992, cuatro años después -en 1996- todas las obras previstas en ese listado debían haber estado en marcha . Pero no fue así, ni por asomo. Tan no fue así que en 2004, 12 años después de haberse aprobado el Pacto del Agua, las obras que se habían realizado tan solo suponían el 13,4% de la inversión total que necesitaba la ejecución íntegra de los proyectos previstos en aquel acuerdo de 1992.

En realidad, el problema acumula muchas más décadas de retraso. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los proyectos incluidos en el Pacto del Agua se remontan mucho más allá de 1992. Algunos de esos embalses que se acordó construir empezaron a demandarse hace más de cien años.

Este lunes, la ministra de Agricultura y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, preside en Zaragoza una nueva reunión de la Comisión Mixta de Seguimiento del Pacto del Agua de Aragón, un órgano que se da cita cada cierto tiempo para revisar cómo andan las obras.

En estos momentos, algunas de las obras más emblemáticas siguen pendientes, aún no han acabado. En otros casos -por ejemplo, el embalse de Almudévar- las obras acaban de arrancar ahora. Casi la tercera parte del Pacto del Agua está aún por ejecutarse. En dinero, supone más de 900 millones de euros pendientes. Y, mientras tanto, Aragón sigue sin tener infraestructuras suficientes para aprovechar el agua y sacarle partido económico. El Pacto del Agua diseñó obras para que Aragón pudiera gestionar una reserva estratégica de 6.550 hectómetros cúbicos de agua. Pero sin los embalses anunciados, el agua prometida tampoco llega.

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