«El terror a portada», el relato incontestable de la verdad

La fuerza de los hechos documentados por ABC es el eje de la exposición «60 años de terrorismo en España» que se inaugura hoy en Madrid

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«Contra la manipulación de la Historia está la verdad, la verdad la marcan los hechos y los hechos los refleja la prensa del día después. No hay interpretación, es la crónica de lo que acaba de pasar». En tiempos de desmemoria por la fuerza, en los que el Gobierno corteja con obscenidad a etarras con el pasado chorreante de sangre , conviene más que nunca recuperar lo incontestable, lo acontecido, como reivindica María Jiménez, profesora de la Universidad de Navarra y comisaria de la exposición «El terror a portada. 60 años de Terrorismo en España a través de la prensa». «El borrador de la Historia es lo escrito en las páginas de los periódicos», recuerda. Y de ellas, del testimonio vivo y estremecedor de 60 años de horror y muerte documentados por ABC, El Correo y El Diario Vasco, está hecha esta muestra que hoy se abre en la Real Casa de Correos, sede del Gobierno regional de Madrid, y de la que el Grupo Vocento ha sido colaborador fundamental.

La exposición, iniciativa de la Fundación Víctimas del Terrorismo (FVT) y de la Fundación Centro para la Memoria de las víctimas del Terrorismo, será inaugurada en un acto institucional que contará, entre otras autoridades, con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska y el presidente de Vocento, Ignacio Ybarra Aznar.

Desde el primer crimen

Estarán además los directores de los tres periódicos que son hilo narrativo de esta propuesta, cabeceras que ya estaban en los kioskos cuando el terrorismo irrumpió en España con el primer crimen, ante el que ABC, El Correo y El Diario Vasco estrenaron ya un compromiso con las víctimas y una cerrada condena de la violencia que con el tiempo se ha convertido en una marca singular y propia.

Era entonces 1960. La pequeña Begoña Urroz fue asesinada en San Sebastián por una bomba del DRIL (Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación). De su muerte se cumplen ahora los 60 años que dan título a la exposición , que alcanza hasta abril de 2019. La fecha del ataque del Daesh en Sri Lanka, que dejó tras de sí a los últimos españoles arrollados por la barbarie: la pareja formada por María y Alberto. Entre medias, el papel prensa de Vocento ha sido notario incansable de un «camino doloroso, injusto y tortuoso, con más de 1.300 víctimas mortales», como subraya el presidente de la FVT, Tomás Caballero, que destaca la vocación de «profundo homenaje y de aportación a la justicia, la memoria y la verdad» que ha inspirado la muestra.

Con museografía de Enrique Bonet y montaje de Dime, «El terror a portada» habla de todos los terrorismos, no sólo del de ETA, -el Grapo, la Triple A, Terra Lliue, el yihadismo...- y lo hace introduciéndonos en la piel de las víctimas. De las conocidas, pero también las anónimas. Desde la experiencia aterradora de la persecución y las amenazas, a la tragedia de la vidas rotas para siempre que quedan tras los atentados: las viudas, los huérfanos... pasando también por el dolor de los supervivientes -los casi 5.000 heridos, casi siempre olvidados- o el desgarro de las despedidas. En paralelo, no se pierde de vista el papel clave de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Es el momento de esta verdad. «Estamos en el momento álgido de la batalla del relato», lo expresa la comisaria. Y es que, cuando los presos etarras están siendo enviados de seis en seis camino del País Vasco aprovechando la indiferencia general y a Arnaldo Otegui se le trata de hombre de Estado, una afortunada coincidencia de producciones de ficción ha revitalizado el interés por la banda terrorista que ha martirizado España décadas. La serie «Patria» sobre el libro de Fernando Aramburu , «El desafío» en Amazon, podcast...

«Una generación está encontrando fórmulas que se adaptan a su lenguaje, les están abriendo un mundo que desconocían» , constata María Jiménez, en referencia a los jóvenes, de quienes un sondeo predicaba estos días que desconocen quién es, por ejemplo, Miguel Ángel Blanco, cuyo asesinato sacó a sus padres a las calles contra ETA hace 23 años.

El valor de la imagen

Quizás es que nadie les ha contado qué ocurrió. Ni en casa ni en clase. De ahí la determinación de iniciativas como esta, que tratan de «pasar a la acción» y explicarlo, indica la comisaria, con el valor añadido esta vez de «la fuerza de los hechos». Tomás Caballero incide también en que los periódicos son «la evidencia del relato verdadero», pero hace especial mención a las fotografías. «Se habla del relato... pero si estamos delante de una imagen, es lo que hay. Lo gráfico es lo que aconteció», zanja.

En este ámbito, único es el archivo centenario de fotografía de ABC, gestionado por el departamento de documentación que dirige Federico Ayala, que ha sido responsable de la selección de una cincuentena de instantáneas que se proyectarán en las paredes del patio que acoge la muestra. Junto a ellas, podrán verse también las elegidas por El Correo y El Diario Vasco.

Elegir, llegar al material final, ha sido una de las mayores labores de trastienda de la exposición. El visionado de las referencias periodísticas desembocó en una primera selección de 600 páginas. María Jiménez lo hizo, en gran parte, durante el confinamiento decretado desde marzo para frenar la pandemia. Hubo que descartar hasta dejarlo en 187 documentos, en su mayoría portadas. Están la estremecedora del atentado de Hipercor de 1987, la de la captura de Bin Laden en 2011, los ataques a las fuerzas españolas desplegadas en el Líbano o Afganistán, pero también reportajes que, como «Los huérfanos del terror», publicado por la revista dominical de ABC «Blanco y Negro» a principios de los 80, narran dramas insoportables que se diluyeron en la vorágine criminal de los años de plomo. Una vitrina muestra también las fotos que familias que no han tenido proyección mediática alguna tienen en sus salones, en la mesilla de noche, para mirar en el día a día a los seres queridos que les arrancaron de una explosión o un disparo en la cabeza.

Ausencias irreversibles

No es una exposición fácil. «Produce tristeza, indignación... se siente que uno podía estar allí, en los periódicos, donde están otros que tuvieron menos suerte», describe Tomás Caballero, que comparte nombre con su padre, al que ETA mató hace 22 años. «Es una ausencia irreversible... le recuerdo todos los días», dice al teléfono. Por vivencias como esta, la comisaria defiende que no han querido en esta muestra «dulcificar lo que no se puede dulcificar» , que es terrorismo.

Por si el impacto de la prensa que narró el salvajismo de los coches bomba cuando no habían dejado de humear no fuera suficiente, de la lucha antiterrorista se han traído las armas incautadas por las Fuerzas de Seguridad a los asesinos: subfusiles, pistolas, cartas y libros bomba utilizados también para matar. Y están los rostros y las placas de guardias civiles y policías, como el sargento Joxeba Pagazaurtundúa, de quien se enseña un poema de 2000 en el que anticipó su propio asesinato en 2003.

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