El suplente

Convergència le reservó siempre a Turull grises papeles de suplente y ayer recordamos por qué

El exconseller de Presidencia, Jordi Turull, en el juicio del «procés» en el Tribunal Supremo EFE
Salvador Sostres

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Con la declaración de Jordi Turull certificamos que mejor que tener razón es tener un buen abogado, pero también que lo que la inteligencia no te da, un juicio no te lo presta. Jordi Pina no llega a ser Josep Riba (Carles Mundó) ni Javier Melero (Quim Forn), pero es un buen penalista, a años luz de la vergüenza ajena de Van den Eynde, que ayer volvió a hacer el ridículo empujando a Romeva al mismo suicidio al que incitó a Junqueras.

Bien aconsejado por su letrado, Turull respondió a las preguntas del fiscal, pero poco ayudado por sus evidentes limitaciones, en lugar de desmontar lo que se le reprochaba, se perdió en una estéril retórica provinciana, con un español de cateto y una dramática ignorancia de qué es y cómo funciona un Estado. Romeva pidió a gritos la sentencia más severa y toda España lo pudo ver. Convergència le reservó siempre a Turull grises papeles de suplente y ayer recordamos por qué.

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