Sánchez ofrece a sus socios retomar la senda de la política y «dejar atrás la judicialización del conflicto»

El presidente atribuye la situación actual al «abandono de anteriores Gobiernos de la vía política para resolver un conflicto que es político», defiende las diferentes maneras de vivir la identidad nacional y apuesta por «recomenzar» el diálogo

La investidura de Pedro Sánchez, en directo

Pedro Sánchez, durante su intervención en la sesión de investidura EFE | Vídeo: AT

Víctor Ruiz de Almirón

Pedro Sánchez intenta dotar de contenido, de doctrina política, su apuesta por formar un Gobierno junto a Unidas Podemos apoyado en pactos con partidos nacionalistas e independentistas. Exactamente lo que trató de evitar con la repetición electoral del pasado 10 de noviembre. Además de eludir ninguna responsabilidad respecto a lo que sucede en Cataluña, al volver a referirse a ello como conflicto «heredado», ha defendido la apuesta por un diálogo político dejando atrás la vía judicial .

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Lo ha hecho con un pie en ese pacto y con otro intentando reivindicar al PSOE como garante de la unidad de España y el orden constitucional. Nada más subirse a la tribuna, antes de empezar a desarrollar su discurso, Sánchez ha lanzado el primer mensaje: « No se va a romper España, no se va a romper la Constitución . Lo que se va a romper es el bloqueo al Gobierno progresista elegido por los españoles». Consciente de que puede sufrir desgaste por su estrategia ha tenido que gastar tiempo en defender que el PSOE es un partido español.

En su discurso de investidura, Sánchez ha dibujado la cohesión territorial como uno de los ejes del próximo Gobierno, destacando la «paciencia» y la «templanza» como recetas para vertebrar «una España diversa». Momentos en los que Pablo Iglesias , futuro vicepresidente, ha aplaudido firmemente las reflexiones del presidente en funciones.

El candidato socialista ha reivindicado que «en nuestro país no existe una única manera de vivir la identidad nacional», defendiendo que no constituye ninguna novedad sino algo contemplado por los constituyentes «que la plasmaron en el artículo 2 de nuestra Carta Magna». Además, ha defendido que «los sentimientos no pueden imponerse a la fuerza» , planteando que la clave de la cohesión «consiste precisamente en compatibilizar sentimientos diversos bajo unas mismas reglas de respeto». Aunque esto último es evidente que no se cumple desde las tesis independentistas.

Agravios

Sánchez ha puesto al mismo nivel los «agravios» que expresa una buena parte de la ciudadanía de Cataluña hacia las instituciones centrales con los que manifiesta otra parte importante, la no nacionalista, hacia las propias instituciones de su región. Además del rechazo en otros puntos de España «a las acusaciones que vierten algunos líderes independentistas sobre la España Constitucional». Un último grupo de agraviados en el que ha dicho incluirse él mismo.

«Y estos sentimientos pueden tener mayor o menor fundamento racional, pero son innegables», ha dicho Sánchez sin reparar en cuáles pueden o no estar justificados y a causa de qué y de quiénes. Sánchez ha empaquetado toda esa situación como «el resultado de la incapacidad política y el abandono de anteriores Gobiernos de la vía política para resolver un conflicto que es político». El presidente en funciones ha atribuido parte del problema a las «debilidades y desgates acumulados de nuestro sistema autonómico».

"Esta es una crisis heredada, de la que ya advirtió el PSOE estando en la oposición. Y que asumimos con toda la lealtad constitucional y con toda la responsabilidad institucional, para devolver a la política un conflicto político. Permitiendo, con ello, dejar atrás la deriva judicial que tanto dolor y fractura ha causado en buena parte de la ciudadanía catalana y española".

«Recomenzar el diálogo»

Sánchez ha insistido en la idea de retomar «la única vía posible» , la política. Reivindicando el diálogo, la negociación y el pacto pero añadiendo que siempre «amparado por nuestra Constitución». El líder del PSOE intenta liderar un espacio político tradicionalmente más cercano a lo que representa Unidas Podemos y Pablo Iglesias. La idea de olvidar el pasado y empezar de cero, tratando de dejar a un lado la acción judicial: «Llevamos demasiados años consumiendo las energías colectivas en tensiones políticas que tienen que ver con la vertebración de nuestro modelo de convivencia. Llevamos demasiado tiempo acumulando agravios. Demasiado tiempo en querellas, muchas de ellas estériles, que restan tiempo a los asuntos que podrían proporcionarnos a todos mayor prosperidad y progreso».

Sánchez asume que «la solución» no vendrá desde la imposición de una percepción sobre otra «sino de un cambio de ambas percepciones». Ha apostado por «recomenzar», por retomar el diálogo «en el punto en que los agravios comenzaron a acumularse». «Retomar la senda de la política, dejando atrás la judicialización del conflicto», ha añadido el candidato socialista. Ha reivindicado Sánchez un diálogo que se desarrolle dentro de la ley, pero considerando que «la ley por sí sola tampoco basta»: «La Ley es la condición, el diálogo es el camino», ha dicho.

Bases del acuerdo

Por los demás, Sánchez se ha extendido en un largo discurso que ha ocupado casi dos horas. Y que tenía un total de 157 páginas. Al margen de la cuestión territorial, el presidente en funciones ha desplegado durante su discurso las bases del programa que ha pactado con Pablo Iglesias.

Se ha referido por ejemplo a la derogación de la ley mordaza o al compromiso de su Ejecutivo por «administrar con dignidad el final de la propia vida». Una ley de eutanasia será una de las primeras iniciativas del nuevo Gobierno.

Por otro lado, en clave económica Pedro Sánchez ha repasado las principales medidas pactadas con Unidas Podemos: la derogación de la última reforma laboral del PP, la subida de IRPF para las rentas de más de 130.000 euros o la tasa tobin a las transacciones financieras.

Durante el debate se ha generado un improtante revuelvo con la bancada del PP cuando Sánchez ha llegado al punto de su programa pactado con Iglesias en el que se apuesta por el control de las 'fake news', un punto polémico en función de cómo se articule ya que abre la veda al control gubernamental sobre lo que es o no una noticia falsa.

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