Cristina Cifuentes y Mariarno Rajoy, en Torrejón de Ardoz en la cena del PP de Navidad
Cristina Cifuentes y Mariarno Rajoy, en Torrejón de Ardoz en la cena del PP de Navidad - DE SAN BERNARDO

El PP debatirá incorporar a sus estatutos el voto en conciencia

Afiliados de Madrid registrarán enmiendas para amparar un «derecho irrenunciable». La dirección lo descarta

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El PP debatirá en su congreso nacional de febrero la incorporación a sus estatutos del voto en conciencia. Varios afiliados, entre ellos el diputado de la Asamblea de Madrid Luis Peral y el exdiputado nacional Eugenio Nasarre, plantearán mediante enmiendas este asunto, que cuenta con el rechazo frontal de la dirección nacional. Básicamente porque la disciplina es lo que garantiza la unidad del grupo, vital ahora que la aritmética parlamentaria está tan ajustada, argumentan desde Génova.

Pero un sector de la militancia considera que es un «derecho irrenunciable» de cualquier representante político votar en conciencia, especialmente cuando afecta a sus convicciones morales o religiosas. Y debe ser regulado y amparado por los partidos, también como signo de «democratización» y regeneración de la vida pública.

El PP inicia hoy las elecciones para los compromisarios que asistirán al XVIII Congreso y los promotores de esta enmienda afirman que este debate se promueve desde varias provincias. Nasarre ya lo defendió en los cónclaves de Valencia (2008) y Sevilla (2012), pero no prosperó. El partido alegó incluso un defecto de forma, ya que consideró que debe regularse en el reglamento de los grupos parlamentarios, no en los estatutos.

Nasarre revela que en la última legislatura de Zapatero exploró un acuerdo con José Bono, entonces presidente del Congreso, para que PP y PSOE instauraran juntos el respeto a la libertad de voto en conciencia. No se logró. Pero cree que «ahora es distinto» y en su partido crece la demanda interna para amparar este derecho. Cada vez se producen más debates sociales en los que «las posiciones están divididas» y atañen a la moral de cada uno. «Nadie puede abdicar de su conciencia», apuntala.

Multa de 600 euros

Peral fue uno de los tres diputados de la Asamblea de Madrid sancionados en marzo por romper la disciplina del voto durante la polémica moción a favor de regular la gestación subrogada. El PP de Cristina Cifuentes apoyó la propuesta inicial de Ciudadanos, rebasando los márgenes ideológicos del partido en una cuestión tan poliédrica que ni PSOE ni Podemos apoyaron.

Cifuentes impuso disciplina, pese a que en la campaña electoral prometió que permitiría libertad de voto. Lo defendió durante la fallida ley del aborto de Gallardón y lo remarcó en un acto con sus candidatos el 21 de abril de 2015. Pero luego zanjó que el «vientre de alquiler» no era «una cuestión de conciencia» y multó con 600 euros a los «díscolos».

«Me avergüenza», dijo entonces Nasarre, que censura la «concepción autoritaria» que a su juicio rige la vida parlamentaria española. «En el PP hay criterios diferentes y no se puede mantener el criterio único de la disciplina. No se puede forzar a votar en contra de las convicciones éticas de cada uno», asegura. Y señala que «la mayoría de los partidos de centro-derecha europeos» tienen regulado el voto en conciencia.

Peral también llevará este debate al congreso si sale elegido el lunes compromisario. En un artículo publicado ayer por la Fundación Valores y Sociedad, recuerda que el artículo 67.2 de la Constitución establece que los miembros de las Cortes Generales «no estarán ligados por mandato imperativo», por lo que «su vulneración es inconcebible en un partido democrático en el siglo XXI».

En su artículo, cuestiona la dependencia absoluta de los parlamentarios al partido que les incluye en «listas cerradas y bloqueadas». «Una situación -añade- que, cuando no se admite el voto en conciencia en propuestas no incluidas en el programa electoral genera graves problemas éticos a muchas personas que se ven obligadas a optar entre lo que les exige su conciencia y las directrices del partido, cuya vulneración, además de sanciones, puede llegar a suponer la exclusión, temporal o definitiva, de la actividad política».

Peral, que asegura haber roto solo en esa ocasión la disciplina del grupo tras décadas en política, admite que su gesto de rebeldía ante la gestación subrogada fue «una dura elección que jamás debería plantearse en unos partidos políticos que respeten las convicciones más íntimas de sus militantes». Y concluye citando otros temas «con alto contenido ético» que le generan un conflicto: el aborto o las leyes promovidas por la ideología de género.

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