Nadie detectó que dos hermanos bebés asesinados en Albacete sufrían maltrato

Los padres tenían los teléfonos pinchados y los controlaba un juez y los servicios sociales

Germán Ribera y Aroha Moreno, con el epqueño Dylan ABC

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«Hemos ido a darle el biberón y Dylan no respiraba». Cuando el 29 de junio los médicos llegaron al piso en el que vivía la pareja formada por Germán Ribera, de 28 años, y Aroha Moreno, de 27, con su bebé de cuatro meses, esa fue la explicación atropellada que les dio la madre. Aroha estaba en un dormitorio y sostenía en brazos a la criatura, consternada. Los servicios médicos certificaron el fallecimiento del niño por «muerte súbita» a la una y diez de la tarde, según las diligencias policiales. En el salón de la modesta vivienda de la calle Luis Gold de Caudete (Albacete) el padre se revolvía nervioso, incrédulo. Minutos después acudía el equipo de Policía Judicial de Almansa y antes de las dos la comitiva judicial ordenaba que llevaran al pequeño al Anatómico Forense.

Nadie daba crédito . Era la segunda vez en año y medio que se repetía el guion . En enero de 2018 Omar, el primer hijo de la pareja, también de cuatro meses, había muerto pero aún no se sabía cómo.

Ambos tenían 131 días

«Ante el nerviosismo de los padres y para evitar un mal mayor, la patrulla se espera en el lugar hasta las 15 horas, momento en que acuden al domicilio los padres de Germán», recogen las diligencias. Cinco días después, el 4 de julio, la juez del Juzgado de Instrucción número 2 de Almansa ordenaba la detención de la pareja por un presunto delito de homicidio . La autopsia realizada al cadáver del bebé mostró un traumatismo torácico. Dylan tenía las costillas rotas, pese a que no se notaba a simple vista, y eso le había provocado una perforación en el pulmón que le costó la vida. Las pruebas forenses evidenciaron además que presentaba fracturas anteriores, lo que demostraba que en sus escasos días de vida (131, los mismos que su hermano) había sido maltratado.

El 5 de julio la juez ordenó el ingreso de la pareja en la prisión de La Torrecica por dos delitos de homicidio con abuso de superioridad, maltrato en el ámbito familiar y dos delitos de lesiones. El auto señala que los dos fallecimientos se produjeron por causas violenta s. El primer bebé, Omar, presentaba un traumatismo craneoencefálico y el segundo, Dylan, uno torácico. En ambos casos los niños tenían fracturas antiguas pese a su corta edad . Sin embargo, ni Germán Ribera ni su pareja Aroha Moreno dieron explicación alguna ni en sede policial ni judicial de cómo se habían producido las muertes, más allá de que sus hijos no respiraban.

El inicio de la historia se remonta al 20 de enero de 2018. El 112 recibió una llamada de madrugada en la que se informaba de que un bebé de cuatro meses estaba en parada cardiorrespiratoria en un piso de Caudete. Hasta allí se desplazaron los sanitarios de la localidad que intentaron estabilizar al pequeño Omar y lo trasladaron al Hospital de Almansa. Dada la gravedad de su estado lo ingresaron en la UCI pediátrica del Hospital de Albacete. En cuanto empezaron a practicarle pruebas, los médicos descubrieron que tenía varias lesiones y «sintomatología compatible con un episodio de malos tratos».

Los médicos alertaron a la Policía Nacional que a su vez informó a la Guardia Civil al ser Caudete demarcación de este Cuerpo. La investigación la asumió el Grupo de Delitos contra las Personas de la Comandancia de Albacete. Tres días después, el 23 de enero, los médicos certifican la muerte del niño. La autopsia evidencia el «origen violento» de las lesiones pero no especifica cómo pueden haberse producido y ni siquiera descarta que sea accidental .

El Juzgado número 2 de Almansa asume la investigación de un supuesto «homicidio imprudente». El juez que estaba al frente en ese momento imputa a la pareja, ordena que les intervengan sus teléfonos y decreta el secreto de las actuaciones. En teoría no tiene argumentos suficientes para detenerlos, dado que la autopsia no es suficientemente concluyente. Días después en su perfil de Facebook Aroha Moreno escribe este mensaje debajo de una foto de su hijo Omar: «Te exo muxo en falta. La mama mi pekeño pero esto lo van a pagar lo k te an exo te amoo mi omar dondd estés yo siempre te yevare en mi kabeza mi vida y en mi corazón» (sic).

Ni ella ni su pareja saben que están bajo la lupa judicial hasta el punto de que se ponen en contacto con una abogada para personarse como acusación . A todo el que quiere oírlos le dicen que el bebé ha fallecido a causa de una vacuna y que buscarán a los responsables de la negligencia médica.

Once visitas a la casa

A los cuatro meses, Aroha se queda de nuevo embarazada. El Servicio de Salud lo comunica al juzgado y este ordena un seguimiento de la pareja tanto a los servicios sociales del Ayuntamiento como a los servicios médicos. Dylan nace el pasado 18 de febrero por cesárea. A partir de ese momento, servicios sociales acude a la casa hasta en once ocasiones y el pediatra lo examina con regularidad . Ni unos ni otros descubren ningún tipo de maltrato. Las escuchas telefónicas tampoco aportan resultados. Los dos hablan con normalidad con sus familiares y amigos. «Tal vez esos controles deberían haber sido más exhaustivos porque ellos estaban investigados por la muerte de su otro hijo», señalan fuentes del caso.

«Ellos dicen que no le encuentran explicación y mantienen su inocencia», explica a ABC Joaquín Valiente, abogado del padre, igual de desconcertado que todos los que han intervenido en el procedimiento . «En el primer caso dice que encontraron raro al niño, que tenía un color raro, no respiraba y llamaron a un amigo. En el segundo, se dieron cuenta de que no respiraba cuando iban a darle el biberón y mi cliente intentó hacerle una reanimación». Tampoco a él le han contado a qué se deben las fracturas previas que no dejaron moratones ni marcas. «Se podía haber retirado la custodia del segundo niño de forma cautelar hasta que avanzara la primera investigación», explican fuentes fuentes jurídicas.

La pareja lleva junta menos de cuatro años. Ella, natural de Elda se fue a vivir con Germán al piso de Caudete donde él trabajó como peón agrícola y últimamente como jardinero. Ambos colaboraban con Protección Civil. A Ribera le consta un antecedente policial por violencia de género en 2016 . La que entonces era su novia denunció que había intentado estrangularla. A él se le impuso una orden de alejamiento. Según su abogado, no fue condenado. Los informes forenses guardan ahora la clave de las dos muertes.

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