Un jefe de los Mossos da la vuelta al relato «pacífico» del 20-S: «Ni con el séptimo de caballería hubiéramos llegado a la Consejería»

El testigo de las defensas denuncia la actitud «prepotente y altiva» de Jordi Sànchez, que amenazó con llamar a Puigdemont y Forn

Jordi Sànchez y Joaquim Forn, en la sesión de hoy Europa Press | Vídeo. ATLAS

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Era un testigo de las defensas y ha dado la vuelta a sus tesis de arriba abajo. El responsable de las unidades de antidisturbios de los Mossos d'Esquadra en las jornadas del 19 y 20 de septiembre ha expuesto un relato demoledor sobre la concentración en la Consejería de Economía y ha apuntalado la acusación contra Jordi Sànchez , el antiguo presidente de la ANC. Su testimonio ha irrumpido por sorpresa, en la sesión trigésimonovena, como una de esas declaraciones que pueden inclinar la balanza en un juicio.

El testigo, inspector de los Mossos, tenía la orden de llegar hasta la sede de Economía para tratar de sacar a la comitiva judicial y los guardias civiles que registraban el inmueble, bloqueados por una masa de militantes independentistas. Para valorar el terreno y calibrar cuantos efectivos de la Brigada Móvil harían falta, se desplazó al lugar, donde comenzaron los problemas desde el primer momento.

Su primer intento para llegar a la sede fue a través de un supuesto cordón de voluntarios de la ANC y Òmnium, las asociaciones que agitaron el secesionismo en la calle. «Hay lanzamiento de botellas y objetos, la presión de los ciudadanos hace que el cordón venza , la gente empieza a abuchearnos», ha revelado el testigo, que denunciado la confusión que envolvía las informaciones. «Cuando impacta una botella me salgo del cordón y le digo a mi superior que no podíamos acceder».

A las pocas horas, sobre las 21:15, aparecieron Jordi Sànchez, Jordi Cuixart y Lluís Llach, los tres políticos que lideraban la concentración. «La actitud del señor Sànchez fue altiva, prepotente y complicada para mí. Me exigió que retirara la Brigada Móvil», ha desvelado el jefe de los Mossos, que ha añadido que Sànchez amenazó con llamar al exconsejero Joaquim Forn y al expresident Carles Puigdemont. «Largaos de aquí, esto que estáis haciendo no es lo que hemos acordado» , le llegó a espetar el presidente de la ANC, hoy acusado de rebelión. «Puede llamar al papa de Roma, que si no recibo una llamada de mi cadena de mando, yo no me muevo», le respondió el responsable de los antidisturbios.

El testigo, que ha explicado que la actitud de Sànchez mejoró hasta ofrecer su colaboración, ha relatado las enormes dificultades para tratar de llegar a la entrada de la Consejería. «Ni que me hubieran traído el séptimo de caballería hubiera llegado yo allí. Era como intentar atravesar un concierto y llegar al escenario. ¿Cómo se puede hacer sin provocar una avalancha?», ha reflexionado el jefe de los Mossos. También ha justificado que los agentes no emplearon la fuerza para abrirse paso porque, aunque algunas personas de las primeras filas «sí daban golpes y empujones», se hubieran generado lesiones a las personas «que no se estaban ni enterando» de lo que sucedía y porque hubiera generado ese riesgo de avalancha.

El relato del jefe de antidisturbios ha puesto de manifiesto es que la Guardia Civil estaba en la diana de los manifestantes durante aquella jornada. Prueba de ello es que cuando el testigo había elaborado ya un plan de desalojo para los agentes que integraban la comisión judicial, a las puertas del teatro Coliseum empezaron a agolparse radicales que «habían confundido a los mossos con los guadias civiles». Fue el propio testigo el que tuvo que coger un megáfono y explicar a los allí presentes que se trataba de agente del cuerpo autonómico . Sólo así pudo despejarse esa zona.

El inspector de los Mossos también ha relatado cómo el número de manifestantes fue disminuyendo según pasaban las horas, hasta el punto de que los 40.000 que llegó a haber en algún momento de la tarde se convirtieron en 2.000 ó 3.000 personas, pero muy conflictivas. De hecho, el testigo ha asegurado que para que se respetara el perímetro de seguridad establecido hubo que sacar uno por uno a los manifestantes, una tarea en la que invirtieron dos horas y en el que no faltó el lanzamiento de latas de cerveza contra los agentes. Por entonces, el expresidente de la ANC ya no estaba allí: había venido a despedirse del agente a las 23,45 y a decirle que no se responsabilizaba de los que allí quedaban, que habían empezado su particular «fiesta».

El inspector jefe ha lamentado no haber podido sacar a los guardias civiles (a los que en todo momento se ha referido como «mis compañeros») antes. De hecho no fue hasta las tres de la madrugada cuando los agentes de la Benemérita pidieron al jefe de antidisturbios y a su equipo que les acompañara a los vehículos que estaban aparcados en la Rambla y que los manifestantes habían zarandeando, roto y «saqueado» (en palabras del propio testigo). Fue en ese momento cuando comprobaron que las armas estaban dentro.

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