La famosa rampa que lleva a los juzgados de Palma
La famosa rampa que lleva a los juzgados de Palma - ÁNGEL DE ANTONIO

Intrahistoria de una instrucción

Los cinco años transcurridos desde el inicio del Caso Nóos han dado lugar a numerosos hechos curiosos y a diversas anécdotas

Palma de Mallorca Actualizado: Guardar
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Con el tiempo, quizás lo más recordado de la instrucción del Caso Nóos no sean los cervantinos autos del juez José Castro, ni las discrepancias últimas entre este magistrado y el fiscal Pedro Horrach, ni el número o el linaje de los imputados, sino la popular rampa de los Juzgados centrales de Palma. Tal vez sea ésta la única rampa del mundo que, a diferencia de cualquier otra, uno baja pesaroso y cansado, y sube horas después con gran agilidad y alivio. Pero el próximo lunes esa rampa no será ya de nuevo protagonista, pues el inicio del juicio oral del Caso Nóos tendrá lugar en otro escenario, en el Polígono de Son Rossinyol, ubicado en el extrarradio de la capital balear.

El juez Castro tampoco será ya protagonista en esta ocasión, pues fiel a su diligente y puntilloso espíritu continúa trabajando en varias de las 27 piezas separadas en que se divide el Caso Palma Arena, que fue la matriz de la que surgió el Caso Nóos. Quien sí podría haber sido un actor principal en el juicio que ahora empieza es el juez Juan Pedro Yllanes, quien, por cierto, es un cómico aficionado y también un gran cinéfilo, sobre todo de las películas de juicios, claro. Yllanes debía presidir el tribunal de la Audiencia Provincial que juzgará a los 18 acusados del Caso Nóos. Sin embargo, el magistrado renunció a esa posibilidad cuando solicitó una excedencia tras aceptar ser el principal candidato de Podemos en Baleares en las elecciones del pasado 20 de diciembre.

Una vez conseguida su acta de diputado, Yllanes seguirá ahora el juicio como un ciudadano más. La formación de Pablo Iglesias había tentado previamente al propio Castro para que se incorporase al mundo de la política, pero el juez instructor demostró una vez más que es inmune a cualquier tentación, salvo la literaria o retórica en sus autos y providencias. Por su parte, el fiscal Horrach también dio muestras a lo largo de toda la instrucción de su dominio de los recursos jurídicos, técnicos y literarios, en especial en el uso de las citas.

Sin duda, también es verdad que hay cosas que apenas han cambiado entre el periodo de instrucción y el inminente inicio del juicio, entre ellas la gran expectación mediática que ha existido en algunos momentos. Cuando la Infanta Cristina compareció por vez primera ante el juez, en febrero de hace dos años, había acreditados unos 350 periodistas de 90 medios de todo el mundo. En esta ocasión, son más de 600 los periodistas acreditados en total. Otra circunstancia que tampoco ha variado con el tiempo es que, al igual que pasó ya en 2013 y 2014, la Unidad Cívica por la República ha convocado una concentración de protesta, que en principio no se espera especialmente nutrida.

Un elemento curioso que también ha estado presente a lo largo de estos años ha sido la rotundidad con que a menudo se han expresado personas totalmente ajenas a este caso. El escritor Jerónimo Tristante dijo en cierta ocasión que todos llevamos dentro un seleccionador nacional, un médico y un detective. No le faltaba razón, si bien podríamos añadir que a veces llevamos también dentro un abogado, un fiscal, un juez o tal vez incluso un inquisidor. «En cualquier caso misterioso que aparece en los medios de comunicación, cada español tiene una teoría y un culpable», afirmó el creador del policía Víctor Ros.

Mientras los periodistas especializados que han seguido día a día este caso durante un lustro reconocen su extrema complejidad y evitan pronunciarse en un sentido o en otro, hay quienes ya desde la fase de instrucción han venido emitiendo veredictos de culpabilidad, sin atenuantes ni apelación posible, como si conocieran detalles que los acusadores y los defensores desconocen, o como si hubieran leído con sumo detenimiento todos y cada uno de los 76.000 folios de que consta el sumario, repartidos además en más de 100 tomos. El volumen de papel utilizado llegó a ser tan alto, que para el traslado de toda la documentación a la Audiencia Provincial fue necesaria la contratación de un camión de mudanzas. Dicho camión también bajó y subió, como no podía ser de otro modo, por la entonces mítica y hoy ya algo olvidada rampa.

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