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Vídeo: Repasamos las claves de la desaparición de la joven madrileña. - Foto: EFE

La guerra de los Quer-López sin Diana

Un divorcio, 6.000 euros en pensiones al mes, denuncias y custodia, la trastienda del caso de la desaparecida en Galicia

Madrid Actualizado: Guardar
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«Courage my girl». Diana Quer lleva tatuada la frase en su esbelto cuerpo. Su hermana Valeria, de 16 años, se despide con esas palabras en la última carta que le ha enviado con la esperanza del regreso. «Sé fuerte e intenta comunicarte con nosotros», le pedía su padre Juan Carlos Quer a través del altavoz de los medios cuando la primera búsqueda acababa en fracaso rotundo. Todos quieren encontrar a Diana, desaparecida hace ya quince días en A Pobra do Caramiñal, pero su ausencia ha destapado unos conflictos familiares inimaginables, soterrados, que emborronan el caso y de refilón salpican las pesquisas.

«¿Ni siquiera en este momento de ausencia pueden determinadas personas dejar una guerra que nunca debería haber existido y que ha hecho tanto daño?», clamaba Diana López-Pinel, la madre, en respuesta a su exmarido.

Quer ha obtenido la custodia cautelar de la hija menor esta semana después de acompañarla a una exploración forense a la que la madre, ajena a lo que se avecinaba, accedió a que fueran solo ellos dos. El padre declaró durante tres horas ante la jueza número 2 de Ribeira, a quien le había llegado un parte médico alertándola de la situación.

Rechazada la custodia

Un día antes, Valeria había tenido que ser atendida por una crisis de ansiedad en el hospital. Había intentado además hacerse daño a sí misma. No era el primer episodio ni la primera vez. Cuatro días antes de la desaparición de Diana, su hermana y su madre acabaron también en el hospital tras una bronca familiar en público. Varios testigos se la contaron con detalle a la Guardia Civil. Juan Carlos Quer se apresuró a dar explicaciones ante la sorprendente decisión del Juzgado, uno distinto al que instruye la desaparición de la joven. «No estaban bien con su madre. Solamente recibía de mis hijas llamadas de socorro», dijo.

Con sus palabras -señaló que la retirada de la custodia «desgraciadamente llegaba muy tarde»- evidenció además que había luchado antes por la custodia de sus hijas en los tribunales, sin éxito. El abogado Pedro de Bernardo, letrado de López Pinel, aclara a ABC que había pedido la de Valeria el año pasado, y que lo hizo en un procedimiento extraordinario que prevé el Código Civil, en lugar de en el de divorcio. El Juzgado número 3 de Pozuelo de Alarcón (Madrid) se lo denegó. Antes, la familia se había sometido a una pericial forense que dictaminó que la madre era apta para conservar la custodia de las niñas.

La pareja, tras casi dos décadas junta, se divorció en 2013 de forma poco pacífica. El juez atribuyó la casa familiar en la exclusiva urbanización Monte Alina, entre Pozuelo y Boadilla, a la madre, además de la custodia e impuso dos mil euros de pensión por cada hija, en atención a la desahogada situación del padre, heredero de un próspero negocio de piezas de automoción.

En 2014, tras un recurso, una instancia superior concedió otros dos mil euros a su exmujer como pensión compensatoria, dado que ella no trabaja. Las hijas siguieron manteniendo su holgado nivel de vida y sus amistades -fueron alumnas de dos renombrados colegios de Boadilla-, visitaban al padre y pasaban parte de sus vacaciones con él (las últimas en julio donde navegaron por Baleares a bordo del lujoso yate propiedad de Quer). Pero las denuncias siguieron sucediéndose y los problemas con las dos adolescentes: Diana sufrió anorexia, según contó su propia hermana y ésta ha requerido también tratamiento por otros desórdenes.

Según allegados de la familia, Diana tenía un especial apego por su madre mientras que el carácter voluble y complejo de Valeria la hacía cambiar de criterio con facilidad, al tiempo que mantenía continuas y en algún caso violentas trifulcas con su progenitora. Tras una de esas visitas a la casa del padre, Diana presentó una denuncia contra su exmarido, que es el sostén económico de las tres. El motivo guarda relación con la hija mayor, según fuentes judiciales.

Las pequeñas mentiras

López-Pinel ya no quiere comparecer ante los medios, aunque envió una carta, dolida, en la que trata de no avivar el conflicto con su exmarido y desmiente a los que llama supuestos amigos de su hija. Pese a evidenciar cariño por la joven, varios de ellos han dibujado a una chica que poco se parece a la imagen dócil y confiada ofrecida por la familia. Esa imagen un tanto distorsionada fue la primera que llegó a los investigadores por boca de su madre, que incurrió en contradicciones importantes. «Son pequeñas mentiras no trascendentales», señalan fuentes próximas al caso, que «tal vez puedan atribuirse a la situación de estrés».

Un ejemplo: insistió en que Diana no había regresado a su casa en toda la noche. Argumentó que los dormitorios eran contiguos y ella dejaba la puerta abierta, de manera que la habría oído llegar. Los agentes de Policía Judicial de la Guardia Civil de A Coruña y sus colegas de la UCO tienen ahora más que indicios de que sí volvió aunque salió de nuevo, quizá porque se había citado con alguien. Tampoco inicialmente reparó en que la chica se había dejado el DNI en casa, aunque no puso reparo en que se llevaran el Ipad que usaba.

Ni viva ni muerta

Su exmarido, mientras, se ha mantenido en un papel firme, casi institucional hasta el asunto de la custodia, cuando decidió cambiar su discurso y llegó a hacer una velada referencia a que su hija mayor no pasaba por su mejor momento. Los agentes, centrados en varias vías de sospecha, no pierden de vista nada de lo que ocurre en el entorno directo de Diana. Se sorprenden, como otras veces, de que algunos allegados ofrezcan más detalles a la Prensa que cuando se les llama a declarar en un cuartel. A medida que pasan los días, crece la inquietud. «No tenemos indicios de que está viva ni de que está muerta. Pero el tiempo aquí no es aliado».

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