Las Fuerzas de Seguridad exigen una «alternativa seria» a las concertinas

El presidente de Ceuta pide al Gobierno responsabilidad antes de acometer cambios que afecten a la eficacia de la frontera: «Es una cuestión de Estado»

Un tramo de la valla fronteriza cercano a Ceuta NONO RICO
Enrique Delgado Sanz

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En Valencia, el desembarco de los 629 refugiados del buque Aquarius es un acontecimiento. En Ceuta, sin embargo, a nadie extrañan recepciones masivas de este tipo. De hecho, las solventan con cierta normalidad. Hasta la Ciudad Autónoma llegan todos los días inmigrantes ilegales. Un día son dos; al siguiente, quince; y al tercero, cuatrocientos y además irrumpen todos juntos. Así es todo el año. Pueden llegar nadando, en pateras, escondidos en dobles fondos de vehículos o saltando la valla fronteriza. Eso sí, al contrario de lo que ocurre en Valencia, nadie avisa y no se organizan multitudinarios despliegues. El debate sobre la eliminación de las concertinas y el aluvión de pateras de este fin de semana en el Estrecho han vuelto a poner sobre la mesa el problema de la inmigración ilegal, que no se resolverá, según las partes involucradas, con parches, sino con planes sólidos que preserven la solvencia de la frontera.

«Llevamos 20 años con esto y antes no había valla. Da igual que la pongan más alta, más baja, con más o menos pinchos. La gente va a seguir viniendo », pronostica Clemen Núñez, director de Salud y Socorro de Cruz Roja en Ceuta, quien cuantifica la magnitud del problema: «Cada año entran por aquí una media de 2.000 personas». Los datos de la Delegación del Gobierno en la Ciudad Autónoma lo confirman. Sólo hasta territorio ceutí entraron 2.138 migrantes sin papeles en 2015, 2.522 en el año 2016 y 1.022 el año pasado. En el presente ejercicio la cifra ya alcanza los 563 y seguramente habrá crecido desde el cierre de esta edición. Todo ello sin contar a las personas que lo intentaron sin éxito, lo que haría crecer de forma exponencial estos guarismos.

Juan Jesús Vivas , presidente de Ceuta, se muestra prudente ante la intención del Gobierno de evaluar la retirada de las concertinas en la valla que separa la ciudad autónoma que dirige de Marruecos. Vivas subraya a ABC que cualquier cambio que afecte a la seguridad de la frontera debe estar respaldado por un estudio previo que evalúe sus consecuencias: «Si perdemos eficacia, seguridad o capacidad en la frontera para evitar que la gente se cuele, la situación en Ceuta puede ser insostenible».

Preguntar a los agentes

Asimismo, el presidente ceutí espera que el informe solicitado por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska , esté elaborado por los especialistas en la materia que, a su juicio, no pueden ser otros que los policías y guardias civiles que allí se juegan el tipo.

«El ministro está capacitado para pedir el informe a quien quiera, pero creo que debe ser emitido por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, especialmente por quienes atienden esta misión tan exigente», propone Vivas, quien tilda la cuestión fronteriza como «un asunto de Estado que también afecta a Europa».

Precisamente, la postura de los agentes de la Policía y la Benemérita que desarrollan su labor en la zona, como ha constatado este diario, es clara: retirar las concertinas es una medida positiva siempre y cuando vaya acompañada de otras políticas sustitutivas solventes. Fuentes de la Guardia Civil explican que la principal función de las concertinas no es agresiva, sino disuasoria. «Evitan que mucha gente se plantee saltar la valla y, en el caso de que alguien lo intente o se produzca un salto en masa, también permiten a los agentes ganar algo de tiempo ya que ralentizan el avance de los migrantes», relatan desde el Instituto Armado, cuyos agentes, en caso de pasos masivos, se ven muchas veces superados en número por quienes pretenden acceder a España de forma ilegal. Es por ello por lo que exigen «una alternativa seria» al nuevo Ejecutivo antes de afrontar o sugerir cualquier modificación.

En caso de que Sánchez se decantara por retirar de forma definitiva las cuchillas de la valla, la solución podría pasar, según la información recabada por ABC, por destinar más medios humanos -otros 100 efectivos- a la zona fronteriza, facilitar nuevos materiales de defensa a los agentes -como chalecos para protegerse de posibles agresiones- además de proporcionar nuevos sistemas tecnológicos -principalmente capaces de detectar movimientos en las zonas cercanas a la verja- a los miembros de los operativos.

Las cuchillas de la valla de Ceuta tampoco agradan en la Policía donde apostarían por afrontar reformas de calado en una frontera desfasada. «Es como una casa vieja con tejado de uralita», ejemplifican las fuentes del Cuerpo consultadas, que se muestran proclives a acometer cambios estratégicos en el perímetro cercado. En este sentido hablan de optimizar su estructura, implementar detectores mar adentro o acometer obras en los pasos fronterizos. En el seno de la Policía también consideran que debería perfeccionarse la coordinación entre los diferentes Cuerpos, tanto marroquíes como españoles, que participan en el control de los ocho kilómetros de verja entre Ceuta y África.

El grueso de los migrantes que llegan a Ceuta o Melilla no finalizan allí su travesía. Previo paso por el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) continúan, como detalla Núñez, hacia el resto de Europa: «Francia, Alemania e Inglaterra son sus destinos preferidos y únicamente alrededor de un 30% sigue en la Península ». Ahora bien, si la frontera con Marruecos perdiera eficacia, un mayor número de inmigrantes, vaticina Vivas, se quedarían bloqueados en Ceuta al no tener papeles para embarcarse en el ferri que une la Ciudad Autónoma con Algeciras. «Esto no se puede convertir en un tapón. No podemos convertir a Ceuta en un CETI de 19 kilómetros cuadrados», remarca presidente.

«Al Gobierno le ha faltado prudencia. Antes de anunciar nada tenía que haber tenido un plan alternativo preparado», critica Juan José Imbroda , presidente de Melilla, donde la presión migratoria también es fuerte y cuya valla también conserva un pequeño tramo de concertinas. «Si quitas este sistema tienes que poner otro igual de efectivo a cambio», insiste el presidente melillense, quien también alerta de las consecuencias más allá de nuestras fronteras. «Se nos olvida Marruecos, que pone muchos medios, tanto en la frontera de Ceuta como en Melilla, para que las avalanchas no se produzcan y estas cosas les generan un efecto llamada por el que tendrán que poner más medios», diagnostica Imbroda, quien avanza que esta situación «incomoda» en el Reino marroquí.

«Si esto se convierte en un coladero, perdemos todos», reivindica Imbroda, quien aguarda ese plan alternativo del Gobierno, igual que lo esperan en Ceuta y entre los efectivos de las Fuerzas de Seguridad. Hasta entonces hay una cosa que todos tienen clara: los inmigrantes ilegales seguirán llegando.

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