El fiscal, sobre los atentados del 17-A: «El imán les ofreció una falsa atmósfera sagrada»

«Lo que no se puede es atribuir los atentados de unos a todos los miembros de la organización terrorista, aunque sea por omisión», argumenta

El teniente fiscal de la AN Miguel Ángel Carballo y la fiscal Ana Noé en el juicio ABC

Isabel Vega

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Un grupo «de segunda generación» integrado por personas «que no encajan» y a quienes «la pertenencia al Islam les da sentido». Una «pandilla» macabra a quienes Abdelbaki Es Satty, instalado como imán de la localidad de Ripoll desde 2015, «ofreció una falsa atmósfera sagrada»: «Poco a poco se desvincularon de su actividad normal, se autoconfinaron del resto de la sociedad y se penetró en sus mente s y almas un fanatismo exacerbado».

Es la conclusión a la que ha llegado la Fiscalía de la Audiencia Nacional sobre el origen de la célula terrorista que acabó atentando en Barcelona y Cambrils en agosto de 2017 y de cuyos integrantes sólo tres se han sentado en el banquillo: el resto murieron en la explosión accidental de la casa donde guardaban y fabricaban explosivos en la localidad de Alcanar o fueron abatidos por los Mossos tras perpetrar los atentados.

Se trata de Mohamed Houli, Driss Oukabir y Said Ben Iazza y en su relato, los fiscales Miguel Ángel Carballo y Ana Noé se han centrado en la trayectoria previa a la explosión de Alcanar que «cambió el rumbo de los acontecimientos», desembocando en la improvisación de los atropellos de las Ramblas y Cambrils porque no les acusa por los asesinatos, sino por su pertenencia a la organización terrorista y su colaboración de un modo u otro con aquella célula de Cataluña.

«Lo que no se puede es atribuir a todos los integrantes del grupo terrorista los atentados que perpetrasen unos aunque sea por una suerte de omisión », reflexionaba Carballo.

Le siguieron porque era el imán

Y ese relato empieza con Es Satty, «el líder de la célula terrorista y la persona que transmitió el ideario terrible de Estado Islámico a los jóvenes» de la localidad de Ripoll, que le seguían por su posición de iman, «así de sencillo».

A partir de ahí, lo que se conformó fue un elemento más del «movimiento yihadista global» cuyo fin era «generar terror a toda la sociedad» en lo que el fiscal ha descrito como «un vano intento» de implantar una suerte de califato basado en «una interpretación totalitaria o extrema» del Islam. Salafismo radical.

Los tres integrantes de ese grupo que se sientan en el banquillo cumplían así, de acuerdo al Ministerio Público, todas las «señas de identidad» propias de esta forma de organización criminal, como esa «férrea identidad ideológica» o la «patógena» cohesión entre ellos. También el reparto de los roles: «tenían tareas concretas según los conocimientos y capacidades que tenía cada uno».

En el caso de Houli, herido en Alcanar, la fiscalía ha dedicado buena parte de su intervención a desmentir que pueda considerarse, como dice su defensa, que en algún momento colaboró con la investigación y ha puesto como ejemplo la primera de la media docena de veces en que compareció ante las fuerzas policiales. De esas declaraciones luego se fue matizando en el juzgado y sólo al final, aportó algún dato de interés.

«En la primera declaración no estaba detenido y se supone que podía haber dado algún tipo de información que hubiera servido a los investigadores a las 16 horas del 17 de agosto, cuando aún no se habían producido los atentados. No dio ningún tipo de dato para localizar a los otros integrantes», ha recordado la fiscal, para zanjar: «no hay reconocimiento de nada ni ayuda de nada para a investigación».

«Acciones suficientes para consolidar la célula»

Considera «acreditado» que Houli, como también Oukabir «llevaron a cabo acciones suficientes» con independencia de la materialización de los atentados «como para consolidar una estructura sólida» y permitir así el avance de la célula yihadista, que tenía entre sus planes atentar contra enclaves emblemáticos como la Sagrada Familia o el Camp Nou . «La pertenencia a organización terrorista es ya un delito en sí mismo», ha destacado Carballo.

De Oukabir, el fiscal ha incidido en que por más que haya declarado que no era religioso, «que fumaba porros o que tenía perro», los ritos purificadores a los que consta que se sometió sí hablan de una persona religiosa. «Probablemente sería el miembro más díscolo del grupo... Pero eso no quita que fuera integrante del mismo», ha apuntado Carballo, para asegurar que lo fue desde el principio y hasta el final, aunque su afán fuese quitarse de enmedio. «¿Cómo no iba a saber Driss Oukabir lo que iba a pasar? El que se echa atrás es porque en un momento previo, se echó hacia delante», ha señalado.

Por último, respecto a Ben Iazza, la Fiscalía le pone en un plano diferente porque se sienta en el banquillo «no como miembro de la célula pero sí como consciente colaborador de la misma» y su aportación se restringe a «un hecho muy concreto pero de una relevancia absoluta», pues prestó la documentación para la compra de sustancias y la furgoneta para trasladarlas. Y es algo a lo que se opusieron «mucho», sólo él dijo que sí.

En línea con lo ya expresado ante la Sala el pasado jueves, el Ministerio Público mantiene sus peticiones de pena de entre ocho y 41 años de cárcel para los tres acusados por delitos relacionados con pertenencia y colaboración con organización terrorista así como tenencia de explosivos y estragos.

No acusa por las 14 muertes y los 130 heridos, cuya memoria se ha invocado al inicio de la sesión de este lunes tras la condena a las actividades del terrorismo islámico. Es la principal diferencia con la veintena de acusaciones personadas y que ahora comenzarán a exponer sus propias conclusiones.

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