«Dios nos prometió el Paraíso, a vosotros el Infierno»

Tras despachar por la vía rápida algunas cuestiones de intendencia que confirmaron el carácter del presidente del tribunal – «¡Yo no soy electricista, y no tener enchufe no limita la defensa!» , espetó el juez Alfonso Guevara a un abogado que amenazaba con irse–, el juicio contra los tres únicos acusados del 17-A que siguen vivos arrancó como un ciclón. El magistrado vetó a los abogados que pretendían explayarse en cuestiones previas, que habitualmente amodorran el comienzo de los juicios, y la vista comenzó sin más preámbulos. «Póngase en pie Mohamed Houli Chemlal ». Y el único superviviente de la explosión del chalé de Alcanar que los terroristas usaron de laboratorio, se levantó para dejar claro que no iba a contestar a las preguntas de la Fiscalía, que pide para él 41 años de cárcel.

Ante esta previsible negativa, la Fiscalía jugó sus cartas y pidió reproducir un vídeo inédito. Un plato fuerte que llegaba sin entrantes. Sentados en corro en el suelo de una habitación, tres jóvenes exhibían ante la cámara Cannon de Houli Chemlal los explosivos que confeccionaban. Fue los días previos a que un accidente hiciese saltar por los aires el chalé, y también antes de los atropellos de Las Ramblas y Cambrils. Los yihadistas se jactaban de sus intenciones: «A nosotros Dios nos prometió el Paraíso, a vosotros el Infierno» . «Esto va dirigido a los enemigos de Dios», proclamaban en el vídeo, que este martes se ha reproducido en la primera sesión del juicio. En otra grabación, Younes Abouyaaqoub, que pocos días después irrumpiría con la furgoneta en Las Ramblas, y luego fue abatido por los Mossos, se exhibía en actitud chulesca con un cinturón de explosivos. Pese al impacto del vídeo en la sala, Houli Chemlal guardó silencio. Y su abogada se remitió a una primera declaración en la que su defendido aseguraba que sus colegas le habían obligado a grabarles y a pronunciar proclamas yihadistas. Su letrada apenas pudo arrancarle algunas palabras para decir que «obviamente» estaba arrepentido .

Junto a Houli, tras la famosa «pecera» acristalada que perimetra el banquillo de los acusados de la Audiencia, se sentaba Driss Oukabir . Alquiló el furgón con el que Younes mató a 14 personas en Las Ramblas y dejó decenas de heridos. También él, para quien la Fiscalía pide 36 años de cárcel, se desvinculó de la célula de Ripoll . A preguntas de su defensa –tampoco contestó a la Fiscalía– dijo que sus amigos le pidieron alquilar el furgón «para una mudanza» porque ellos, menores de 23 años, no podían. Y aseguró desconocer los sanguinarios planes de sus colegas. «Yo no era religioso, no conocía al imán –ideólogo de los atentados–, salía de fiesta, bebía, tomaba cocaína. Mi vida era trapichear para buscarme la vida ». Parecidas razones esgrimió Said Ben Iazza, el tercer acusado, en su caso por prestar a los yihadistas un furgón para transportar explosivos: «Me dijeron que si se la dejaba para llevar productos de limpieza».

La brevedad de los interrogatorios ha permitido que este mismo martes haya declarado el primero de una larga lista de testigos que hasta mediados de diciembre desfilarán ante el tribunal. Tomó la palabra el agente de los Mossos que instruyó las diligencias y confirmó que el accidente del chalé el 16 de agosto –donde murió el imán– dio al traste con los planes de la célula: querían atacar la Sagrada Familia, la Torre Eifell y el Camp Nou, pero tras la explosión decidieron improvisar los atropellos.