La estrategia de Casado remata a Cifuentes

La presidenta madrileña, que no encuenta el trabajo final, está enredada en un lío por falsificación de firmas de profesores

Pablo Casado, ayer en Génova Efe
Itziar Reyero

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«Yo no soy nadie para dar ejemplo de nada». Pablo Casado evitó ayer trazar paralelismos sobre la polémica en torno a su máster con el caso de Cristina Cifuentes. Sin embargo, su reacción rápida y contundente, mostrando los trabajos de investigación con los que justifica su título y respondiendo el bombardeo de preguntas de todos los medios, evidenció la fragilidad de defensa de su compañera y presidenta de la Comunidad de Madrid , con la que comparte haber cursado un postgrado en el Instituto de Derecho Público en la Universidad Rey Juan Carlos.

«No tienen nada que ver», señaló la dirección nacional del PP, a la que Casado mostró días atrás toda la documentación ante el rumor de que se airearía la hipótesis de un supuesto trato de favor en los medios.

Frente a la estrategia errática e incompleta de Cifuentes, Casado se presentó en cuestión de horas ante cincuenta periodistas con un fajo de documentación bajo el brazo, incluidos los cuatro trabajos de investigación encuadernados que le valieron el título. Fue una hora y media de reunión.

Desde la noche anterior, el portavoz del PP recorrió radios y televisiones -más de una veintena de entrevistas- para ofrecer cuantas explicaciones se le pidieron sobre cómo cursó su máster. Su defensa remató a Cifuentes.

El primer problema de la presidenta madrileña fue que no encuentra ese trabajo de fin de máster que, reconocen en Génova, hubiera permitido «acallar» dudas. Cifuentes asegura que ese ejercicio realizado en 2013, pudo perderse en alguna mudanza de domicilio. Tampoco la URJC ha hallado el menor rastro de ese trabajo, de momento. Pero no es su mayor problema: Cifuentes está salpicada por un posible delito de falsificación de firmas.

El equipo de Cifuentes se apresuró a enseñar documentos a la prensa para intentar atajar la crisis abierta después de que «Eldiario» publicase el 21 de marzo supuestas irregularidades en el registro de sus notas. Dos profesoras denunciaron que sus rúbricas fueron suplantadas en ese documento que mostró Cifuentes. Su propio equipo se lamenta de «estar en manos» del rector y del director de máster, que se han enzarzado en una guerra entre ellos acusándose del posible delito de falsedad documental.

El relato de Cifuentes sigue chirriando: no está claro si el 2 de julio de 2012 defendió o no ante un tribunal su trabajo final de máster en el campus de Vicálvaro. Una de esos tres profesores negó que hubiera examinado nunca a la alumna Cifuentes. «El problema de Cristina -señalan sus propios compañeros- es que alguien ha fabricado pruebas para ella, que tal vez no necesitaba, pero que le compromete». La Justicia investiga este caso.

Con sus explicaciones, Casado encontró un inesperado apoyo en Pablo Iglesias: «Yo vengo del mundo de la universidad y se nota que Pablo Casado sabe de lo que está hablando». Aunque también es cierto que el secretario general de Podemos aprovechó para arrear a Cifuentes: «No está dejando muy bien a su compañera de partido».

Estos días muchos en el PP recuerdan a José Manuel Soria, el exministro de Industria en funciones que se vio forzado a dimitir en abril de 2016. Se justificó su salida por los «errores» cometidos explicando la situación de sus empresas familiares en paraísos fiscales tras vincularse su nombre con los Papeles de Panamá.

«Soria dimitió por mentir, no por robar. Lo mismo le puede ocurrir a Cristina», lamenta un dirigente del PP.

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