El estallido catalán pone en jaque a Susana Díaz

La gestión de Sánchez en Cataluña espolea a Cs justo cuando la presidenta andaluza dirime sobre el adelanto electoral

Pedro Sánchez con Susana Díaz en un acto de partido ABC

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El último estallido independentista en Cataluña ha puesto en jaque a Susana Díaz. La presidenta andaluza medita estas horas la fecha idónea para un adelanto electoral que le ahorre al PSOE el trago de la sentencia de los ERE, prevista para principios de 2019. Pero ya sabe que el nuevo «otoño caliente» catalán distorsionará notablemente la campaña andaluza y teme sufrir en primera persona no solo el desgaste general del Gobierno de Pedro Sánchez, sino también su mano blanda con el separatismo.

Ciudadanos, que se ha fijado como objetivo convertirse en Andalucía en la fuerza alternativa al PSOE por delante del PP, cabalga a lomos de la crisis territorial entonando su discurso nítido contra el nacionalismo. El mismo que le llevó en diciembre a ganar en Cataluña y le situó en su máximo en las encuestas en toda España . En cambio, a PSOE, PP y Podemos les preocupa la intromisión del desafío separatista en la campaña andaluza, e intentarán centrar el debate en las cuestiones que más afectan al día a día de los andaluces. Pero saben que la agenda catalana les mediatizará.

«Los españoles se sienten humillados», ha repetido con insistencia Albert Rivera esta semana tras los altercados callejeros en Cataluña y la recuperación del desafío independentista desde el Parlament. La exhibición de la bandera española que hizo Arrimadas desde la tribuna era para todo el país, señalan en la sede de Cs en Madrid, donde se sienten imbatibles frente a PP y PSOE en el discurso territorial.

Rivera señala en privado que «lazos históricos sentimentales» entre las dos comunidades autónomas les beneficia y es evidente que el partido explotará los orígenes andaluces tanto suyos como los de la jerezana Inés Arrimadas. La carrera electoral de ambos en Andalucía ya ha empezado.

Los populares, principales amenazados por el avance de Cs, creen que Rivera intenta envolverse en la bandera nacional para camuflar que ha sido «el bastón» de Susana Díaz en estos cuatro años y subrayan que la ruptura del pacto de investidura, oficializada hace un mes por su líder andaluz, Juan Marín, es puro «tacticismo electoral».

«Pretenden vender en Andalucía lo que no han hecho en Cataluña, ser la alternativa real. Habrá que ver si Inés va a apoyar a Susana, como han hecho hasta ahora», destaca un dirigente popular. En el PP andaluz niegan tajantes que Cs vaya a pasarles por encima como hizo con el PP catalán. «Somos un partido muy fuerte, con una gran implantación y haremos una campaña potente de movilización de nuestros cuadros aquí. Gobernamos muchas ciudadanas y pueblos. Somos la alternativa al PSOE y Ciudadanos es su bastón», aseveran desde Andalucía. En Génova están convencidos de que el discurso más duro de Pablo Casado frente a los independentistas, para los que plantea su ilegalización, neutralizará la ventaja sacada por Cs en el último año.

«La novena provincia»

Mientras tanto, los socialistas de toda España asumen el daño que les produce en sus territorios la política de apaciguamiento de Sánchez en Cataluña. Algunos barones como el aragonés Javier Lambán y la propia Susana Díaz han criticado públicamente esa mano abierta con los nacionalistas porque rompe con el principio de igualdad de todos.

Hasta esta semana, la presidenta andaluza había guardado cierta discreción en sus valoraciones sobre Cataluña, la «novena provincia». Díaz, tan elocuente durante el mandato de Rajoy, ha dado sordina a sus intervenciones sobre política nacional, cumpliendo un tácito pacto de no agresión con el sanchismo . El líder de los populares andaluces, Juanma Moreno, ha reprochado a la presidenta su «vergonzante silencio» ante el desafío renovado por el independentismo. La reacción de Díaz fue tildar de «hooligan» la actitud de Torra por incitar a la violencia de los CDR, aun a sabiendas de que es el socio de Sánchez.

Con todo, en un alarde de juego de contención, el portavoz del Gobierno andaluz, Juan Carlos Blanco, negó el martes que la percepción de Díaz y Sánchez sea distinta ante los sucesos de Cataluña. La cuestión es evitar cualquier división interna, consciente del coste electoral que puede tener en este momento.

1.400 millones a la Generalitat

Otro factor de incertidumbre política en Andalucía, en el que Cataluña también juega un papel importante, es el de la relación económica con el Estado. Díaz convirtió la financiación autonómica en el asunto prioritario para el fin de su legislatura. Reclamaba 4.000 millones al Gobierno de Rajoy cuando la confrontación era una rentable estrategia electoral. Pero con el cambio de Gobierno, Díaz ha perdido esa carta y la jugada se le puede volver en contra. Cataluña ya ha sacado tajada en sus conversaciones bilaterales con el Gobierno de Sánchez: 1.400 millones a cuenta de «deudas pendientes» en infraestructuras y dotación de los Mossos. Andalucía tiene cita el 10 de octubre en el Ministerio de Hacienda. La Junta de Andalucía espera un refuerzo económico especial del Gobierno central con Andalucía, que le sirva como revulsivo en el proceso electoral, aunque con la confianza que pueden mantener dos hermanos mal avenidos.

Los pactos serán la clave

Las andaluzas serán las primeras elecciones tras las catalanas de 2017, en las que Ciudadanos, con Inés Arrimadas al frente, logró una victoria tan histórica como improductiva a efectos de poder formar gobierno. Arrimadas gana espacio político y cuota de pantalla mientras aumenta la tensión en Cataluña. Natural de Jerez de la Frontera, su presencia será constante durante la campaña electoral en Andalucía, donde ha celebrado ya varios actos en las últimas semanas en compañía de Albert Rivera.

A Díaz le molesta. Una de las premisas de su adelanto electoral era evitar el rearme electoral de Ciudadanos. Para el PSOE andaluz la marca naranja es el socio necesario para evitar una incómoda alianza a la izquierda, con Podemos. Pero también una seria amenaza en caso de que sume con el PP una mayoría absoluta que provoque el cambio de siglas en Andalucía después de casi cuatro décadas.

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