Lunes, día laborable, el primero desde que se decretó el estado de alarma el pasado sábado. La consecuencia: ciudades fantasma, calles vacías y negocios cerrados. Madrid hoy amanecía irreconocible. Disminución radical en el tráfico de coches y de personas. Casi nadie recorría hoy las amplias aceras de la Gran Vía y la Puerta del Sol estaba más solitaria que nunca. Una estampa que se repite por todo el país. Poca gente caminando por Bilbao o San Sebastián. Adiós al barullo de los coches y de los peatones, ahora solo se escucha, a lo lejos, el mar. Frente a la Catedral de Barcelona hoy solo se oía silencio, las palomas que llenan la plaza parecen ser sus únicos visitantes en esta particular jornada. Un país entero cerrado, con calles vacías que esperan volver a llenar pronto. -Redacción-
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