Comienza la campaña del 26-M como segunda vuelta de las elecciones generales

El dato de participación será la gran incógnita de la triple cita con las urnas

Víctor Ruiz de Almirón

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Segunda vuelta de las elecciones generales. Así afrontan los principales partidos la triple cita con las urnas del 26 de mayo. Unos comicios municipales, autonómicos y europeos que aparte de servir para renovar los correspondientes parlamentos tendrán una inevitable lectura en clave nacional.

Será así porque los pactos pendientes para la gobernabilidad a partir de los resultados del 28 de abril pueden estar condicionados por lo que suceda en esta cita con las urnas cuya campaña vive hoy su primera jornada. El 21 de mayo se constituyen las Cortes y debe elegirse al presidente y la Mesa del Congreso . Un proceso en el que el PSOE tendrá que comenzar a enseñar sus cartas respecto a su asociación con Podemos y eventualmente con los nacionalistas.

La gran incógnita de esta campaña es la movilización. Después de unos datos de alta participación en las generales del 28-A, nadie se atreve a asegurar si la intensidad se va a mantener en estos comicios. No hay precedente de una cita con las urnas menos de un mes después de unas elecciones generales.

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El PSOE se aferra a Sánchez

Con el viento de cola del 28 de abril, en el PSOE quieren tratar de mantener la intensidad. La estrategia será la misma que en la anterior campaña: presentar a los socialistas como único dique de contención de una eventual alianza entre PP, Ciudadanos y Vox. Los socialistas van a seguir insistiendo en que «existe un riesgo real» de que esa suma alcance importantes cotas de poder institucional.

Dan por sentado que serán la primera fuerza, pero preocupa que si la caída de Podemos se reproduce en esta cita, no tengan una suma viable para mantener sus gobiernos. Por ello en parte Sánchez ha evitado acelerar los contactos de cara a su investidura, haciendo evidente su acuerdo con Iglesias. Porque el PSOE sabe que en algunos lugares podría llegar a depender de Ciudadanos.

El objetivo de los socialistas es ganar las europeas y poder mantener sus actuales gobiernos regionales. Aspiran a poder arrebatar algún otro al PP, y en esa ambición la joya de la corona es la Comunidad de Madrid de la mano de Ángel Gabilondo . En el ámbito municipal, donde en 2015 las marcas asociadas a Podemos superaron a los socialistas, el objetivo es intentar mantener esos consistorios, pero dando la vuelta a la relación de fuerzas y adelantando a los populistas.

En el Partido Popular apenas ha habido tiempo para reflexionar tras el desastre del 28 de abril. Nadie en Génova intenta disfrazar el descalabro, pero se juegan demasiado otra vez, ahora el 26 de mayo, como para seguir lamiéndose las heridas. Han aprendido de algunos «errores», por ejemplo, que no se pueden fiar de Ciudadano ni de Vox como supuestos partidos «amigos» del centro-derecha. La lucha por este espacio marcará toda la campaña electoral, y quien salga victorioso podrá enarbolar la bandera del liderazgo.

En el PP se ha abierto una tregua interna hasta el 26 de mayo. Ha habido autocrítica por las generales, muchas voces internas han pedido recuperar el centro perdido, ampliar los equipos y defender con más fuerza el legado económico de Rajoy , que sacó a España de la crisis. Casado ha tomado nota. Su liderazgo, hoy por hoy, no se discute, pero si hay otro hundimiento como el del 28 de abril, nadie se atreve a predecir por dónde puede ir el PP. La dirección nacional se ha asegurado unos grupos parlamentarios fuertes y fieles que cerrarán filas con Casado pase lo que pase.

El PP mira a la Comunidad de Madrid como objetivo principal. Su pérdida se verá como un desastre añadido, y hoy por hoy no tiene nada fácil mantener ese feudo. Sabe que tendrá que pactar con Ciudadanos para intentar gobernar en muchas comunidades y ayuntamientos, pero de momento en campaña la guerra está declarada al partido de Rivera para defender el espacio más disputado, el de centro.

El objetivo en Ciudadanos cambia radicalmente respecto a las autonómicas y municipales de 2015. Si en aquella cita la expectativa era obtener representación, ahora es entrar en gobiernos -como ha sucedido en Andalucía- e incluso liderarlos. Además, tras quedarse el 28-A a solo 0,8 puntos de los populares, en Cs se ven preparados para acometer el «sorpasso» y obligar al PP a tenderles la mano que les ofrecieron ellos en la Comunidad de Madrid o en la Región de Murcia.

En la Comunidad de Madrid se ven muy fuertes, al igual que en Valencia -donde solo hay municipales- y que en Aragón. La línea a seguir, al igual que en las generales, es la de presentarse como alternativa al «sanchismo»; aunque la formación liberal no veta ahora oficialmente al PSOE, a la espera de posibles pactos con «disidentes» del rumbo marcado por Sánchez. Cs pone especial interés en las elecciones europeas, en las que ha hecho «una apuesta muy fuerte» para combatir con un «equipo titular» al nacionalismo y al populismo en el Viejo Continente .

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Tras el Consejo Ciudadano Estatal (CCE) que celebró Podemos la semana pasada, fuentes de la formación explicaron que la campaña electoral del 28-A fue «la mejor de todas» porque sirvió para frenar la caída. Por ello, repetirán la estrategia para los comicios europeos, autonómicos y municipales del 26 de mayo con la misma intención. Objetivo, taponar fugas. El mensaje será otra vez ofrecerse como aliados al PSOE para frenar «a las tres derechas». Siempre eso sí forzando el compromiso de los socialistas de crear un cogobierno progresista en los territorios donde las cuentas lo permitan.

El discurso de los líderes regionales y municipales tampoco será distinto al traje de mesura que vistió Pablo Iglesias para las elecciones generales. En Podemos necesitan retener al electorado que huye al PSOE y, concretamente, en Madrid buscan evitar una pérdida de votos a favor de la formación dirigida por Manuela Carmena e Íñigo Errejón. Además, saben que esta segunda vuelta es determinante para el futuro de Podemos en clave nacional. Lo que ocurra tras el 26-M será clave en la negociación para investir a Sánchez presidente del Gobierno y poder entrar en su Ejecutivo. Si tienen fuerza suficiente, Iglesias jugará con la baza de supeditar pactos postelectorales a su entrada en La Moncloa . El líder de Podemos sin embargo tiene enfrente a un sector de su partido. Podemos Andalucía, dirigido por la anticapitalista Teresa Rodríguez, rechaza entrar en un Gobierno socialista y apuestan por un gobierno «a la portuguesa», es decir, pactar un acuerdo programático de izquierdas sin entrada en el Ejecutivo.

Vox optará por una campaña autonómica y local muy en clave nacional. Lo mismo que hicieron en las elecciones andaluzas del pasado 2 de diciembre, donde lograron doce diputados y consiguieron ser llave de Gobierno. Las ideas fuerza que defenderán durante las próximas dos semanas serán «la rebaja fiscal para compensar la presión impositiva anunciada por Sánchez, la reducción del gasto público, la mejora de la seguridad ciudadana, la defensa de la libertad de los padres para decidir la educación que quieren para sus hijos y la eliminación de «leyes ideológicas impuestas por los gobiernos populares y socialistas». El director de campaña de Vox será el número tres del partido, Iván Espinosa de los Monteros.

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