Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat
Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat - EFE

Carles Puigdemont, el político independentista al que le queda grande el traje

El presidente de la Generalitat se esconde detrás de trajes holgados y de una melena desgreñada que contrasta con la de sus homólogos, pero su biógrafo y amigo Carles Porta rechaza que este estilo se deba al accidente que casi le costó la vida

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El día que le invistieron como presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont tenía cita para ir a la peluquería. Su plan se truncó cuando decidió, presto, cambiar de dirección y acudir a la llamada de Artur Mas con su melena desgreñada.

El nuevo 'president' es una figura política atípica. Su pelo largo, a menudo objeto de bromas en las redes sociales, le da esa imagen casual que otros, con su séquito de asesores aconsejando, se esfuerzan en ofrecer. Él los esquiva, porque solo pretende estar cómodo. «Lleva el pelo así porque es la forma más rápida de no secárselo y no peinarse», confiesa a ABC su amigo y biógrafo Carles Porta.

Muchos creyeron ver en su melena una estrategia de imagen para camuflar las secuelas de un accidente que casi le costó la vida.

Tenía 20 años y aunque por entonces estudiaba filología catalana y trabajaba como corrector en el periódico 'El Punt', su vocación, ya había coqueteado con la política al estrenar su mayoría de edad en un mitin de Jordi Pujol. Esa madrugada del 25 de enero de 1983, mientras viajaba de la redacción que estaba en Gerona a su pueblo, Amer, el convergente Puigdemont estuvo a punto de morir. «Había mucha niebla y se encontró con un tráiler parado en mitad de la carretera y se empotró contra él. Le descapotó el coche, y casi también la cabeza; tuvo heridas en el labio, en el ojo y en el brazo, que se rompió», cuenta Porta, autor de «L'amic president» (La Campana, 2016). Asegura su amigo, al que conoce desde hace 35 años, que el camionero se dio a la fuga, y Puigdemont empezó a andar hasta que lo recogió un carnicero de la zona, aunque dudó antes de subirse a su coche, ya que «estaba nuevo y no quería mancharlo de sangre».

El también periodista y tocayo del presidente de la Generalitat evita el relato cruento que despliega por escrito en su libro sobre el líder catalán. «El batacazo descapotó el coche, y también a ti te hubiera descapotado, si no fuera porque ibas con el asiento echado atrás. Te destrozó la cara y el brazo izquierdo, que te colgaba inerme, como si ya no formara parte de tu cuerpo (...) Esa posición petulante te salvó la vida», explica el autor en el libro de 132 páginas.

Un rockero en política

El accidente le dejó huellas que, más de tres décadas después, todavía perduran. Cicatrices en el labio y en el ojo izquierdo. «Hay días en los que está más tenso o más nervioso porque no puede cerrar el ojo y no es capaz de dormir», admite Porta, que no cree que su look desaliñado intente esconder lo que el propio Puigdemont califica como su segunda fecha de nacimiento. Es más una especie de herencia de ese pasado como bajista de su grupo Zenit, o de esa influencia que el rock de Pink Floyd —del que conserva todos sus discos— ha dejado en un político «muy melómano».

La imagen del presidente de la Generalitat volvió a distar de la habitual una vez más. En la que fue su primera reunión oficial con Mariano Rajoy, su aspecto casual contrastaba con el estilo más riguroso a la hora de vestir que ostentaba el presidente del Gobierno en funciones. Porque Carles Puigdemont se esconde detrás de trajes holgados, siempre de un tallaje superior al que le corresponde, y las mangas se comen sus manos, casi ausentes. No se remanga la camisa como pretendidamente hacen Pablo Iglesias o Pedro Sánchez. «Nunca se había preocupado de que su imagen fuera pulcra, tampoco tenía un fondo de armario ni muy potente ni muy pensado ni siquiera cuando era alcalde de Gerona, porque no vive para la imagen», asegura su amigo.

Sin embargo, Porta cuenta que sí ha habido un cambio desde que ha tomado el relevo de Mas, porque Puigdemont es «muy institucional y sabe que su imagen representa una institución». Por eso, a su juicio, ahora «tiene más trajes y más ajustados», aunque nunca lo suficiente, comparado con sus homólogos. Ni siquiera su mujer está conforme con el aspecto que pasea por el Palau. Ella, Marcela Topor, también directora del 'Catalonia Today', «es muy estilosa y siempre le echa reprimendas de que debería vestir más a la moda, pero él, por esa despreocupación, no entra tanto en los detalles. A veces la corbata la lleva torcida. No es antimodas, pero no le atraen; no se someterá a lo que estas dicten, pero con el tiempo sí terminará aprendiendo y encontrará el equilibrio entre comodidad y elegancia», concluye su amigo.

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