Crimen concejal de Llanes

Crimen Llanes: La amante de Ardines intentó salvar a su marido

«Llegué a pensar que Pedro podía haberlo matado, ahora no lo creo», declaró

El concejal de Llanes Francisco Javier Ardines

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Katia Blanco: Pedro, ¿qué has hecho?

Pedro Nieva: Yo no he hecho nada. Te lo juro.

K: Tienes que venir, te va a llamar la Guardia Civil.

P: He estado en casa sin casi poder dormir toda la noche. Como todas las noches. Pues iré, pero no he hecho nada. Lo peor es que tú no me crees.

K: Lo peor es que me miran a mí».

Esta es una conversación vía whatsapp entr e Katia Blanco, la amante del concejal de Llanes Javier Ardines, y su marido Pedro Nieva, acusado del asesinato del edil. Eran las dos de la tarde del 16 de agosto de 2018, cuando no habían pasado ni seis horas desde que se descubrió el cuerpo de la víctima, a cien metros de la casa desde la que Katia pedía explicaciones a su pareja, que estaba en Amorebieta. «Katia automáticamente sospecha que su marido puede tener motivos suficientes para haber matado a Francisco Javier Ardines y estar detrás de su muerte, llegando a preguntarle de manera directa», según recoge un informe de la UCO.

A esa hora, según explicó la propia Katia, prima hermana de Nuria la mujer de Ardines, los agentes ya le habían preguntado por una grabación: la que marcó el inicio de la venganza de Nieva. El 5 de agosto, el marido despechado envió un audio a Nuria y a Alba, la hija del matrimonio Ardines. Lo había grabado él mismo con su móvil nueve meses antes, durante el Puente de la Constitución en una sidrería de Nueva de Llanes donde comió el matrimonio con el concejal.

Fue la prueba que le faltaba a Nieva de la infidelidad de su esposa. «Antes mi marido nunca me había dicho nada, pero ya debía de sospechar, por eso nos grabó. Sé que me miraba el teléfono», contó. Nieva rumió durante meses su plan de acabar con Ardines, pero antes de que este se consumara quiso que la familia de la víctima supiera los motivos.

Pedro se volvió loco al confirmar sus sospechas. Katia llamó dos o tres días después de la grabación a su amante para contárselo . «Pedro me mira y me controla el teléfono», le dijo. Decidieron no jugársela, no llamarse ni escribirse. Al cabo de dos o tres meses, cuando creyeron que el marido herido había bajado la guardia se escribieron y llamaron puntualmente para saber uno del otro. Dos días antes del asesinato, cuando los sicarios ya habían fracasado en el primer intento (la noche del 31 de julio al 1 de agosto), Ardines bloqueó a la pareja en su aplicación de Whatsapp.

«En esos primeros instantes llegué a pensar que Pedro podía haberlo matado, pero ahora no lo creo». Katia Blanco exculpó así a su marido tres meses después del asesinato. La Guardia Civil la llamó a declarar como testigo el 16 de noviembre. Los agentes conocieron por su boca que empezó a tener relaciones con Ardines casi 30 años antes, cuando ella tenía 17 y el marinero ya se había ennoviado con su prima Nuria. Aquel romance de una noche, como lo describió la testigo, supuso el primer desencuentro entre las dos primas que enfriaron su relación.

Al año siguiente se repitió la infidelidad y a partir de aquel momento en un entorno cerrado, con amistades y familias por medio, continuaron las relaciones sexuales intermitentes de la pareja. «Muy esporádicas cuando a veces iba en verano a Llanes o fines de semana puntuales», admitió Katia. Siguieron viéndose hasta pocos meses antes de la muerte del edil.

Disimulo hasta el final

Solo ellos dos estaban en el secreto, y mientras Katia siguió con su vida normal, con su familia y con una «muy buena relación» con su prima Nuria. No solo con ella sino que los dos matrimonios se frecuentaban y tenían amistad. El arte del disimulo se instauró en sus vidas hasta el final. Los mensajes entre la pareja después de destaparse la infidelidad son reveladores. Una semana después de la grabación Pedro le escribe a su mujer: «Tu amor hacia mí no es un amor sincero. No es de mí de quien tú estás enamorada. Yo sí, yo te amo. El mío sí, el tuyo está en otro sitio», según informó «El programa de Ana Rosa». Pero la pareja siguió adelante.

Los agentes le preguntaron cuándo fue la última vez que mantuvieron relaciones por si ese episodio había sido descubierto por Pedro Nieva y, por tanto, fraguar el origen de la venganza. La testigo aseguró que el 13 o el 14 de septiembre de 2017, es decir, casi un año antes del crimen. Lo recordaba porque había viajado sola para la festividad del Cristo de Nueva de Llanes y había avisado a Javier de sus planes. La relación se consumó en la casa de Katia y Nieva. La última.

Pero los amantes de juventud siguieron hablando. Katia no recordaba el día exacto o eso dijo, aunque entre el 6 y el 8 de agosto, unos diez antes de que mataran a Ardines estuvieron «wasapeando». La conversación no fue baladí. El concejal le contó que había estado hablando con su mujer y su hija sobre la grabación que les había mandado Pedro y «habían arreglado las cosas» . El 12 de agosto vio a Javier en la playa; ambos iban en coche y solo se saludaron sin llegar a hablar.

«Cuando le conté (a Pedro) lo que había pasado estaba bastante nervioso, me dijo que no estaba para conducir y por eso no quería venir solo. Es una persona muy tranquila. Después no he notado ningún cambio», reiteró a la UCO.

Recomponer el itinerario

Los investigadores necesitaban recomponer el itinerario de la venganza de Pedro Nieva, el marido despechado y herido , saber cómo se fraguó y qué pasos dio hasta el asesinato de su rival. Interrogaron a su esposa sobre las veces que había viajado de Amorebieta a Belmonte de Pría desde diciembre de 2017, cuando él descubrió la traición. Supieron así que Katia empezó a cuidarse y a tomar distancia: había ido el 30 de junio para llevar a una sobrina de Nuria ; el 5 de agosto para pasar las vacaciones (estuvo hasta el 30 cuando ya la familia lloraba a Ardines) y volvió con su marido el fin de semana del 7 al 9 de septiembre, como recordaban bien los vecinos que la señalaban con el dedo a media voz.

La noche del 5 de agosto, Pedro siguió a su mujer. Llegó a Belmonte de Pría en su coche, una hora después, sin avisarle. Tuvieron una discusión y él le dijo que se iba a separar y se volvió a Amorebieta. Katia declaró que no recordaba los términos de la discusión. Pero su falta de memoria la suplieron los mensajes que se cruzaron. El 13 de agosto también llegó solo, por sorpresa, de noche. Se reconciliaron pasaron la noche juntos y se marchó a la mañana siguiente porque tenía que llevar a su madre a la residencia.

Víspera del crimen

La noche de la víspera del crimen Katia estaba sola, a cien metros de la casa de Ardines, y enfurecida . Su marido había compartido en una red social esa tarde una publicación que la exponía como una adúltera. Pasaron horas recriminándose la infidelidad y la traición. «¿Para qué vienes aquí y haces todo el papel, para follar?», le dice ella. «Te ríes de quien te dé la gana, de mí no. Que eres un bocas». Pedro le responde: «Ya. Tú te has reído de mí muchos años, muchos». Pasada la medianoche dejaron de hablar. A las 10.15 de la mañana siguiente, Iván el hijo de Ardines y luego Susana, la cuñada, llamaron a Katia para contarle que habían matado al concejal.

Katia debió de intuir lo que había pasado desde el principio, aunque lo niega. Nada más recibir la llamada de la cuñada de Ardines, telefoneó a su marido para contárselo.

Y después le preguntó abiertamente qué había hecho. Luego negó que sospechara de él. «Nunca me ha dicho nada que me haga pensar que él pudiera ser el autor». Lo intentó salvar y de paso salvarse ella. La UCO sabía que mentía.

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