Álvarez Junco pronostica una balcanización de España si no se encauza el problema catalán

El catedrático emérito pide un pacto de consenso para reformar la Constitución y caminar hacia el federalismo

José Álvarez Junco, a la derecha, en una imagen de archivo INMA FLORES
Ana I. Sánchez

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La nueva Comisión para la Modernización del Estado Autonómico ha continuado esta mañana con los turnos de comparecencias, arrancando la sesión con el catedrático emérito de Historia del Pensamiento, José Álvarez Junco.

El académico ha cambiado el paso que llevaban marcando los comparecientes de las tres últimas semanas para hacer un pronóstico a futuro y advertir que España corre el riesgo de sufrir una balcanización si los políticos no logran encauzar el problema catalán.

«Habría que buscar un término medio porque si no, el problema acabará con la constitución de muchos estados independientes », ha advertido frente a los diputados de PP, PSOE, Ciudadanos y el Grupo Mixto.

Podemos y los partidos nacionalistas siguen sin participar en este órgano. Álvarez Junco ha añadido que en esos nuevos estados independientes «las minorías» identitarias serían tratadas como población «de segunda».

Reforma «casi imposible»

Para evitarlo, Álvarez Junco ha apostado por una reforma de la Constitución para que ésta siga siendo un «texto vivo» y no se convierta en «letra muerta», pero ha señalado como condición indispensable que esas modificaciones sean pactadas por las principales fuerzas políticas, lo que ha considerado «muy difícil» en el momento actual. «

Hay que reformarla por consenso y el consenso hoy es poco menos que imposible», ha lamentado, insistiendo en que es la modificación de la Constitución es una operación «complicada pero necesaria». «Si queremos una Constitución eficaz hay que modificarla con un pacto, pero si no se puede alcanzar ese pacto no soy partidario de modificarla», ha concluido. En este punto, ha alabado el espíritu de concordia del 78 porque «todos renunciaron a algo» pero ha cargado contra los indepentistas porque, a la vista de los acontecimientos, han sido los únicos que «no renunciaron a nada».

Otro ingrediente básico y fundamental de ese nuevo pacto constitucional, ha señalado, debería ser la lealtad. Esto es, que los firmantes sean fiales al acuerdo que alcancen y se comprometan a no plantear las mismas cuestiones hasta al menos una generación.

En cuanto a la dirección de la reforma, a su juicio, debería encaminarse hacia el federalismo, definiendo sus principios en la Constitución: cuáles son las competencias del Estado Central y cuáles de las comunidades, señalando cuáles no se pueden transferir.

También ha abogado por clarificar la distribución de recursos, repartiendo qué impuesto se paga a cada administración para eliminar conflictos entre Estado y comunidades y para conseguir que los ciudadanos sepa a quién le paga los impuestos y quién lo gestiona.

Todo ello, cree Álvarez Junco, serviría para establecer y cerrar los dos niveles de competencias existentes en España, encauzando así el problema catalán. Y todo ello no porque teóricamente puedan existir dos nacionalismos en un mismo estado sino porque en la práctica «igual no nos queda otro remedio». «A lo mejor la nación de naciones puede servir. Una como nación soberana -el Estado Central- y otras como nacionaes culturales pero que no puedan decidir su futuro».

Y frente al criterio de insignes comparecientes anteriores como los tres padres de la Constitución ha defendido la ambigüedad del término federal no como un defecto sino como virtud. «Lo pueden aceptar las dos partes y que cada uno lo entienda de una manera».

En este punto no ha coincidido el siguiente compareciente, el catedrático de Geografía Humana Joan Romero, para quien «nuestro gran desafío colectivo es el reconocimiento de la diversidad profunda» pero el federalismo no debe ser el camino a seguir.

Este académico sí ha coincidido con Álvarez Junco en que la reforma de la Constitución es necesaria, pero siempre que se lleve a cabo por consenso. Y se ha mostrado preocupado porque el movimiento recentralizador está volviendo a coger fuerza en España. Un camino que no ha considerado aceptable, ni aconsejable, ni conveniente. Ha apostado en esta línea por un camino reformador para perfeccionar el modelo de Estado descentralizado que se creó en la Transición, pero está inacabado.

Estas mejoras hacen falta, ha apuntado, en términos de coordinación, eficacia, eficiencia y sostenibilidad entre comunidades y Estado Central.

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