Emprendedores
Constructores de utopías y empresas sociales en el despegue de Sputnik
El programa trata de cambiar la mentalidad de los jóvenes para transformar Sevilla
La pasión infantil por las matemáticas fue el primer resorte que ha conducido los pasos de Esther Rodríguez-Villegas hasta su actual destino. Catedrática de Electrónica en el Imperial College de Londres , ganó una competición internacional para acceder a esta universidad tecnológica, una de las principales del mundo, donde actualmente dirige el laboratorio ‘Wearable Technologies’. Su «obsesión» por los circuitos integrados de baja potencia y el azar guiaron sus pasos al mundo de la medicina.
Con sus ‘wearables’ (dispositivos que se 'visten') ha logrado que su investigación en microelectrónica ayude a los enfermos de epilepsia. «Lo que sé hacer mejor es pensar» , explicaba ayer esta científica andaluza de élite, fundadora de Acurable -una start-up que desarrolla el primer sensor para diagnosticar afecciones respiratorias desde la casa del paciente- a los 500 jóvenes que participan en Sevilla en l a segunda edición de Sputnik.
Este programa fundado por el empresario Juan Martínez Barea , que ha recibido el apoyo de decenas de empresas, entre ellas ABC, pretende cambiar la mentalidad de 5.000 jóvenes en el plazo de diez años para que sean los líderes del futuro. «Yo quiero que este proyecto cambie a Sevilla. Si le cambiamos la mentalidad a 5.000 jóvenes, Sevilla tiene que cambiar por fuerza», afirma Martínez Barea. «La innovación, la tecnología, la creación de empresas... Esos son los caminos, los mismos que siguen las regiones más ricas del mundo. ¿Vamos a esperar a que nos den trabajo desde fuera? No, hay que crearlo», es las tesis de este empresario sevillano fundador de UDX.
Desde muy temprano, los jóvenes acudieron ayer al Cartuja Center para asistir a la primera jornada de ponencias de Sputnik, que hoyu continúan. De los 500 participantes, de edades comprendidas entre 16 y 26 años, un tercio son bachilleres, otro tercio universitarios y otro, jóvenes profesionales.
«Los seleccionamos en base a un cuestionario de admisiones, pero también a recomendaciones de colegios, institutos, universidades y empresas. Son gente con 'hambre', con ganas de comerse el mundo, con curiosidad, gente dinámica», los describe Martínez Barea. «Hoy se ha creado magia en el auditorio», explica entusiasmado, tras destacar el alto nivel de los ponentes, que a lo largo de la jornada han contado sus proyectos, algunos utópicos, y se han sometido a las preguntas de los asistentes.
Otro ejemplo lo protagoniza Antonio Espinosa de los Monteros, que se subió al escenario con una careta blanca . Fue su manera de disuadir a los jóvenes de que se dejen llevar por quienes traten de echar por tierra su idealismo. «Podéis cambiar el mundo», fue el mensaje de este arquitecto, que decidió embarcarse en un proyecto para llevar agua potable a las regiones más pobres del mundo (el Congo, Etiopía, Camerún o Burkina Faso), después de ver cómo morían los niños durante una estancia en una ONG en África. Su empresa social, Auara , fabrica botellas 100% recicladas y destina el dinero que gana a hacer pozos de agua potable en al tercer mundo.
Otras historias son las de Ignacio Dean , la primera persona que unió los cinco continentes a nado; Ousman Umar , un niño que sobrevivió a las mafias, vino de África con doce años y ha montado una ONG para llevar la educación al continente negro; Gala Freixa , fundadora de Sheedo, firma que fabrica papel hecho con semillas que puede plantarse después de usarse; o Marta Borrel, estudiante sevillana protagonista del documental 'Una luz en la oscuridad' y autora del discurso en la sede de Naciones Unidas en el Día Mundial de la Educación.
«El mensaje que queremos transmitirles a estos jóvenes es ‘tenéis que hacer algo grande con vuestra vida , no conformaros’. Hay muchos caminos: la empresa, la tecnología, la ciencia, el deporte, la aventura, las ONGs», destaca el impulsor de Sputnik.
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