SEVILLA

El negro futuro de La Cartuja Pickman, la última fábrica de loza inglesa de España

Cerrará sus puertas si pierde el pleito que mantiene con la Seguridad Social por la derivación de una deuda de seis millones de euros de los antiguos dueños

María Jesús Pereira

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A principios del siglo XIX, el británico William Pickman decidió venir a España para regentar un negocio de loza inglesa en Cádiz, desde donde abastecía a distintas ciudades españolas. A su muerte, su hermano Charles (Carlos) llegó a Sevilla y puso una tienda en la ciudad, aunque decidió levantar una fábrica de loza inglesa para evitar las trabas aduaneras del Gobierno español que protegían la producción española . En 1841 se coció la primera pieza en los hornos de la Fábrica de la Cartuja de Sevilla . Hoy, 178 años después, la fábrica corre el riesgo de cerrar sus puertas porque la Seguridad Social le reclama una deuda de 6 millones de euros de los antiguos dueños.

«Si tenemos que pagar esa deuda desaparecerá la última fábrica de loza inglesa de España y una de las pocas de Europa», explica Mario Vázquez Iriberri, consejero delegado y accionista de Ultralta, la empresa que adquirió en 2014 esta unidad productiva. José Hurtado, presidente del comité de empresa de Ultralta, confirma que «Pickman es la última fábrica de loza inglesa de España desde que San Claudio trasladó a Marruecos su producción y cerró en 2015 en Oviedo».

Mario Vázquez Iriberri, propietario y gerente de la fábrica La Cartuja de Pickman ABC

Origen

Tras la desamortización de Mendizábal, en 1839 se adjudicó a Carlos Pickman el monasterio agustino de Santa María de la Cuevas, ubicado en la isla de la Cartuja, extramuros de la ciudad de Sevilla. A la fábrica llegaron maestros británicos para enseñar a los trabajadores locales la producción de loza inglesa. Durante los primeros años se reprodujeron los modelos ingleses y más tarde, comenzaron los grabados de tipo español.

En Pickman, como así se conocía la fábrica, se hacía loza estampada, loza blanca de pedernal, loza decorada sobre barniz por calco, loza pintada y china opaca, usando colores como el negro, azul, marrón y el rosa. «El motivo principales eran arquitecturas fantásticas con figuras orientales y guardilla decorada por flores», según el Centro Virtual Cervantes. Se hizo mucha loza blanca para uso ordinario pero también modelos exclusivos destinados a la Casa Real, ya que en 1871 Amadeo de Saboya le concedió el título de proveedora de loza inglesa de la Corona española.

Esta fábrica de loza inglesa ha hecho desde entonces vajillas, jarrones, ánforas, lámparas, ceniceros, pedernales, azulejos... Para garantizar que cada pieza procedía realmente de la factoría sevillana, Pickman llegó a estampar hasta 80 sellos diferentes en su loza. Las piezas de la Cartuja están presentes en numerosos museos de Sevilla, Valencia, colecciones particulares -como las de las casas de Alba y Orléans- e incluso forman parte del Patrimonio Nacional.

La Cartuja presentó sus piezas a varias muestras nacionales e internacionales donde obtuvo numerosos premios, recuerda el Centro Virtual Cervantes. En 1873, Amadeo I de Saboya reconoció la labor empresarial del fundador de la Cartuja otorgándole el título de Marqués de Pickman.

Hasta 1982, Pickman estuvo en el Monasterio de Santa María de las Cuevas, en la Cartuja, donde aún se conservan algunos de sus hornos. Con motivo de las obras de la Expo 92, la factoría se trasladó a Salteras ABC

La fábrica llegó a tener más de 22 hornos -algunos de los cuales han sobrevivido hasta nuestros días en el monasterio de la Cartuja- y unos 500 operarios. Los vaivenes empresariales de la fábrica -Rumasa se hizo con ella tras desligarse de ella la familia Pickman y desde entonces varias empresas han intentando reflotarla- y la bajada de la demanda de loza inglesa han hecho languidecer a Pickman, que hoy sólo tiene 52 trabajadores fijos -la mayoría mujeres- y unos 6 eventuales después de que se hayan jubilado o prejubilado muchos empleados, se hayan marchado a otros empleos...

«La fábrica se instaló en Salteras en 1982 porque comenzó la construcción de la Expo 92 en la Cartuja. En la planta del Aljarafe llegaron a trabajar hasta 300 personas. Hoy apenas somos 40 en una planta que tiene la misma superficie que dos campos de fútbol», explica José Hurtado, presidente del comité de empresa, quien aclara que los terrenos de la planta están en manos de la compañía International Crane and Equipment, de Manuel Humberto Zapata.

Caen las ventas

En 1991, La Cartuja vendía 8 millones de euros. El pasado año, su cifra de negocio sólo alcanzó los 1,8 millones de euros. Su principal cliente es El Corte Inglés después de que Planeta haya dejado de hacerle encargos. Aunque en 2016 y 2017 arrojó beneficios, en 2018 entró en números rojos, que prevé también para este año.

Hurtado afirma que los ánimos están muy bajos en la plantilla después de conocer la reclamación de la Seguridad Social. «Nos deben 800.000 euros en nóminas y a algunos trabajadores hasta 9 salarios previos a la declaración del concurso de acreedores de Ultralta -que fabrica la loza inglesa Pickman- y la sociedad La Cartuja Distribución 1841, que se ocupa de la comercialización y distribución de los productos artesanales de céramica producidos en esa planta».

Instalaciones de la fábrica que produce loza inglesa de La Cartuja de Pickman ABC

«La mayoría de las máquinas de la fábrica tiene 60 años. La tecnología que usa La Cartuja de Pickman es obsoleta porque no se han hecho inversiones en la fábrica desde 2003, cuando se remodeló un taller de decoración. En 1999 se hizo un horno nuevo pero ya ni hacemos la pasta aquí porque se encarga a un taller exterior, lo que merma la calidad y aumenta la loza de avería. De hecho, hemos llegado a tirar en 2015 hasta el 50% de la producción porque no cumplía los estándares. La situación ha mejorado últimamente pero sigue habiendo producción que no pasa nuestros controles de calidad. Hemos tenido problemas de productividad también porque se han ido muchos técnicos en 2018», explica José Hurtado.

Soluciones

Los trabajadores rechazan que la viabilidad de la empresa pase por recortes salariales, «ya que estamos por debajo del convenio estatal del sector en un 8%. De hecho, los trabajadores hemos estado financiado a la empresa, que ha retrasado el pago de salarios para atender a los proveedores. La empresa podría haber entrado en concurso antes si hubiéramos reclamado los salarios pero hemos aguantado para salvar a la compañía». Para Hurtado, «la salvación de La Cartuja pasa por aumentar la calidad y la producción vía inversión porque tenemos prácticamente la misma fábrica que en 1982, antes de la expropiación de Rumasa».

A juicio del propietario de la empresa, la única salida que queda a la fábrica de La Cartuja pasa por ganar el contencioso a la Seguridad Social y llevar a cabo un plan de negocios que amplíe mercados. «Vamos a recurrir en los tribunales la deuda que nos reclama la Seguridad. La compañía es bastante optimista en cuanto a su resolución, que esperamos sea favorable a nuestros intereses pero si finalmente tenemos que asumir la deuda, la empresa será inviable e irá a liquidación porque nadie querrá quedarse con ella», anuncia Vázquez Iriberri.

El gerente de Ultralta dice que lo que necesita la fábrica de La Cartuja de Pickman «es estabilidad para que la compañía pueda continuar con el cumplimiento del plan de negocio iniciado en 2016 y poder seguir de esta forma apostando por la elaboración de nuevas formas y diseños adaptadas a los usos y costumbres actuales pero con respeto absoluto a nuestra esencia tradicional, la expansión en el mercado internacional y la introducción en el segmento alto de hostelería como hitos mas importantes, sin descuidar lógicamente nuestros canales comerciales más tradicionales, como puede ser la venta en todos los centros de España de El Corte Inglés o el canal detallista».

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