ENTREVISTA

«Hay alternativa a los secanos, pero hay que querer innovar»

Francisco Gálvez, consejero delegado de Galpagro, analiza los planes de una empresa que dispone de 500 hectáreas entre las provincias de Sevilla y Córdoba para ensayos en cultivos tradicionales y emergentes

Inma Lopera

L a empresa cordobesa Galpagro lleva más de 30 años prestando servicios al campo y apostando por una agricultura de vanguardia. Tres décadas en las que la ampliación del negocio y la diversificación de la actividad han sido una constante gracias a la I+D+i y las alianzas empresariales, acentuadas especialmente con la llegada de la segunda generación a la dirección de esta compañía familiar. Coaliciones estratégicas con las universidades y centros de investigación más punteros a nivel nacional , por las que Galpagro ha conseguido este año proyectos por más de 3,6 millones de euros. Además, en 2018, la firma ha constituido una «joint venture» con Suez , grupo mundial en la gestión del agua, con el objetivo de consolidar una oferta diferencial y sostenible para el mercado agrícola que permita optimizar el consumo hídrico. La facturación prevista para el cierre de este ejercicio rozará los 20 millones de euros.

El origen de la empresa está en la venta de agroquímicos y semillas. ¿Qué peso sigue teniendo esta actividad?

El asesoramiento técnico en cuanto a abonado, fungicidas, insecticidas, herbicidas selectivos, poda, etc., para el correcto desarrollo de los cultivos copa el 60% de la facturación actual. Luego, vendría el departamento de plantaciones de alta producción (High Production System) y la Asociación de Producción Integrada (API), una de las más grandes de Andalucía. Con la incorporación de la segunda generación a la empresa se impulsó el departamento de I+D+i, que actualmente es el que más repercusión nos está dando debido a la importancia de los proyectos europeos en los que trabajamos.

Por cultivos, ¿cuántas hectáreas gestiona la empresa?

Gestionamos 18.000 hectáreas de olivar, 6.000 de almendro, 5.000 de ajo, 5.000 de matalauva y 4.000 de cultivos varios como cereales, garbanzos o girasol. Nuestro principal mercado está en Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha y en el sur de Portugal.

La apuesta por la innovación y las nuevas tecnologías es un sello de Galpagro, que lo aplica tanto a cultivos tradicionales como emergentes.

Así es. Entre los novedosos hemos apostado por el cultivo de matalauva, que se adapta muy bien al terreno, con unas producciones muy interesantes. Es una alternativa viable a los cultivos de secano de la campiña, tan castigados por los precios, pero hay que querer arriesgarse e innovar. Nosotros hemos apostado por cultivar matalauva, creando un sello propio de residuo cero.

¿Cuántos ensayos de campo tiene la empresa actualmente?

Disponemos de más de 500 hectáreas para la realización de distintos ensayos en fincas entre Sevilla y Córdoba. En concreto, se ubican en Carmona (360 hectáreas), en Lora del Río (45 hectáreas) y en Villa del Río (125 hectáreas). A través del Departamento de I+D realizamos ensayos de productos nutricionales, ensayos de plantaciones y nuevas variedades tanto de cultivos como de semillas y de aplicación de nuevas tecnologías al campo. Sólo este año hemos conseguido proyectos que comprenden un presupuesto de más de 3,6 millones de euros.

Algunos de los más importantes se centran en el olivar, muy amenazado por la Xylella fastidiosa...

En la finca El Valenciano, en Carmona, se van a plantar mil genotipos de olivar con cierta tolerancia a la bacteria. La plantación se hará entre septiembre y octubre, dentro de la ejecución del proyecto Life Resilience, en el que uno de los objetivos es desarrollar unas variedades de olivo que sean lo más tolerantes posible al patógeno. No obstante, en esta finca se están llevando a cabo también otros ensayos, en colaboración con la Universidad de Córdoba, en relación a la mejora genética del olivar, buscando variedades que se adaptan al sistema de alta densidad y que mejoren las cualidades organolépticas del aceite. También estamos probando nuevas tecnologías, en concreto, sensores para mejorar la gestión del riego, sensores climáticos, de suelo y en planta, que vienen de países como Israel o Estados Unidos. Además, estamos realizando ensayos de cubiertas vegetales y de nuevos nutricionales como alternativa a los agroquímicos.

La gestión sostenible del agua en la agricultura es otra de las máximas que predica la empresa...

Con el proyecto Hidrosostenible, realizado en colaboración con la Universidad Miguel Hernández y la de Sevilla, hemos aprendido a aplicar un riego deficitario controlado al olivar, identificando la dosis de riego y el momento idóneo de aplicación. Ahora queremos adaptarlo al cultivo del almendro y para ello tenemos varias fincas de almendro en alta densidad, donde estamos instalando sensores que nos van a permitir conocer la demanda hídrica del árbol para empezar a desarrollar el protocolo de riego deficitario. Nuestra obsesión por optimizar el consumo de agua en la agricultura nos ha llevado recientemente a crear la empresa Suez-Galpagro, constituyendo una «joint venture» con Suez, grupo internacional de origen francés especializado en la gestión del agua y de los residuos. El objetivo es desarrollar proyectos de regadío, la última línea de negocio de Galpagro.

¿Qué nuevos proyectos tiene la empresa a corto plazo?

Vamos a establecer una sala de innovación tecnológica dedicada a la agricultura en la finca El Valenciano. El objetivo es que los alumnos del Máster en Transformación Digital en el sector Agroalimentario que imparte la Universidad de Córdoba puedan aplicar sobre el terreno todos sus conocimientos. Además, en materia de formación, vamos a ofertar cinco becas para los alumnos universitarios más destacados en la «Digital Agri» a nivel mundial.

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