Los jóvenes son uno de los principales receptores del salario mínimo
Los jóvenes son uno de los principales receptores del salario mínimo - FOTOLIA

SALARIO MINIMOVivir cobrando solo 648 euros al mes

Dos jóvenes relatan cómo la paga apenas llega para el alquiler y las facturas del mes

Madrid Actualizado: Guardar
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Pagar facturas, llenar cesta de la compra básica y realizar actividades de ocio limitadas. Los 648,6 euros que aporta el actual Salario Mínimo Profesional (SMI) a la economía doméstica de miles de trabajadores no permiten grandes despilfarros, aunque ha servido a miles de españoles para «salir del paso». Este tipo de remuneración ha supuesto una vía de entrada al mercado laboral a colectivos como los jóvenes y los parados de larga duración, especialmente golpeados durante la crisis económica.

Ana Hernando y Mónica Sanz pertenecen al segundo grupo. Ambas son licenciadas en titulaciones relacionadas con la comunicación, tienen menos de treinta años y han convivido en los últimos meses con el Salario Mínimo Interprofesional.

En el caso de Hernando, este tipo de sueldo le ha permitido «ayudar en casa», aunque no ha sido suficiente para independizarse.

Después de licenciarse el año pasado en la Universidad Complutense de Madrid y realizar prácticas en varias compañías, actualmente cuenta con un empleo temporal en una reconocida consultora internacional.

«Al vivir con mis padres, tengo cubiertos todos los gastos en casa. Mi sueldo no me permite ningún tipo de exceso y mucho menos salir de casa, pero al menos puedo darme algún capricho», afirma. Para compensar el «mantenimiento» de sus progenitores, la joven de veintitrés años destina un tercio de su salario a «ayudar en casa», aunque todos los miembros de la familia tienen trabajo. En 2016, si mantiene su situación laboral, Ana Hernando cobrará 6 euros más.

La situación de Mónica Sanz es algo distinta. Tras finalizar sus estudios universitarios, decidió realizar un máster ofrecido por una compañía especializada en relaciones públicas. Luego llegaron unas prácticas por las que recibía 300 euros al mes, y tras ello, fue contratada con el SMI.

«Durante más de seis meses cobré poco más de 600 euros. Pude independizarme gracias a la ayuda económica de mis padres y de mi novio, sin ellos hubiera sido imposible», asegura Sanz.

Su salario era destinado íntegramente a pagar el alquiler de la vivienda y la factura de la luz. El «cinturón» no podía apretarse más. «Con mi sueldo no podía hacer un plan distinto al que realizaba cuando era universitaria, tenía dieciocho años y comía todos los días pasta», recuerda la joven.

Después de un año y medio, Mónica Sanz ha logrado un aumento de sueldo y se ha convertido en mileurista, una remuneración que en la actualidad se ha convertido en objetivo para muchos jóvenes que logran acceder al mercado laboral. Según las cifras manejadas por el Observatorio de Emancipación, el 80% de los menores de treinta años todavía sigue viviendo con sus padres.

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