Trump eleva el tono y amenaza a China con más aranceles si mantiene el pulso

EE.UU. vuelve a agitar el conflicto económico con el gigante asiático con barreras a importaciones chinas por valor de 100.000 millones de dólares

El presidente de EE.UU., Donald Trump EFE
Javier Ansorena

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Como en una partida de mus con la economía mundial en el tapete, EE.UU. y China intercambian envites en su guerra comercial . El último en subir la apuesta ha sido Donald Trump. El presidente de EE.UU. anunció nuevos aranceles contra el gigante asiático. «He dado orden al Representante Comercial de EE.UU. de que considere si sería apropiada la imposición de aranceles adicionales de 100.000 millones de dólares -81.532 millones de euros-», aseguró Trump en un comunicado el jueves por la noche.

La declaración llegaba un día después de que China anunciara una lista de aranceles a importaciones de EE.UU. por valor de 50.000 millones de dólares (40.766 millones de euros) en sectores clave para la economía estadounidense, como la soja, los coches y los aviones.

«En lugar de poner remedio a su mal comportamiento, China ha elegido dañar a nuestro agricultores y fabricantes», dijo Trump, que acusó a Pekín de «obtener repetidamente propiedad intelectual americana de forma injusta», lo que «ha destruido miles de fábricas y millones de empleos estadounidenses».

Durante su campaña y desde la Casa Blanca, Trump ha hecho de la relación comercial con China uno de sus grandes caballos de batalla . La escalada de ataques comerciales se inició el mes pasado, cuando Trump anunció nuevos aranceles a las importaciones de acero y aluminio, que acabó eximiendo para la mayoría de los grandes productores, con la excepción de China. Pekín respondió el lunes con aranceles a 128 importaciones, con especial incidencia en el sector agrícola. Un día después, Trump contraatacaba con el anuncio de tasas a importaciones chinas, que afectarían sobre todo a la electrónica, sector aeroespacial y maquinaria industrial. China no tardó en subir la apuesta el miércoles con nuevos aranceles, que han motivado la última réplica

El comunicado también abría la puerta a nuevas medidas para el sector agrícola: Trump dijo haber dado órdenes al secretario de Agricultura, Sonny Perdue, para «implementar un plan que proteja a los trabajadores del campo y a nuestros intereses agrícolas ». No dio más detalles, pero si fueran subsidios para el sector sería una política que afectaría a otros grandes países productores, como Australia, Argentina o Brasil.

Las patronales estadounidenses han reaccionado con mucha preocupación a los planes del presidente de EE.UU. La Federación Nacional de Comerciantes advirtió sobre «una peligrosa espiral descendente» que podría provocar un «desastre» para la economía estadounidense.

La duda en EE.UU. es si el anuncio de Trump se materializará o forma parte de un proceso de negociación en el que las dos grandes potencias económicas miden sus fuerzas. En su propio comunicado, Trump aseguraba que «con independencia de estas medidas, EE.UU. está preparado para seguir las negociaciones» sobre comercio. La confusión sobre la intención real de Trump llega también a la Casa Blanca: su asesor en comercio Peter Navarro defiende este tipo de medidas, mientras que otros, como el director del Consejo Económico Nacional, Larry Kudlow, las entienden como una presión negociadora frente a Pekín.

«Espero que esto sea otra forma de desahogarse del presidente», confió el senador Ben Sasse, republicano como Trump. «Si esto va medio en serio, es una locura», añadió en un comunicado, antes de asegurar que «China es culpable de muchas cosas, pero el presidente no tiene un plan ganador ahora mismo . Está amenazando con quemar la agricultura estadounidense».

Al otro lado del globo, Pekín aguanta el pulso. China luchará «a cualquier coste» y tomará las «contramedidas oportunas» si Estados Unidos sigue imponiendo aranceles a sus productos. Aunque el gigante asiático celebró ayer la festividad de Qingming, su particular Día de los Difuntos, un portavoz del Ministerio de Comercio, Gao Feng, respondió así a la nueva amenaza del presidente Trump de gravar más importaciones chinas con un valor de hasta 100.000 millones de dólares (81.500 millones de euros).

Duelo verbal

«En el comercio con EE.UU., China ha dejado su posición muy clara. No queremos una guerra comercial, pero no tenemos miedo de librarla», aseguró Gao Feng, según informa la agencia estatal Xinhua. Tras el nuevo anuncio de la Casa Blanca, que se suma a otra batería anterior de aranceles por 50.000 millones de dólares, se mostró cauto al preferir «no solo escuchar las palabras, sino observar los hechos». Además de acusar a Washington de haber empezado «este conflicto como una provocación», culpó a la « unilateralidad y el proteccionismo de EE.UU. , que retan al multilateralismo y al libre comercio mundial».

Como gran beneficiada de la globalización, que ha espoleado su explosivo crecimiento económico desde su apertura al capitalismo hace ya cuatro décadas, China se erige en abanderada del libre comercio. Frente al proteccionismo de Trump, así lo recuerda su presidente, Xi Jinping, cada vez que acude a alguna cumbre mundial. Pero lo cierto es que China mantiene todavía numerosos sectores de su economía cerrados a la inversión extranjera, como la energía y las telecomunicaciones, pese a los compromisos que adquirió cuando ingresó en 2001 en la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Con el señuelo de acceder a un mercado de 1.400 millones de clientes, el autoritario régimen de Pekín obliga a numerosas compañías extranjeras a operar con un socio local al que, además, deben transferir su tecnología. Junto a las abundantes y nada disimulados casos de robo de propiedad intelectual, con chiringuitos que anuncian ropa de Zara a las puertas de los supermercados Walmart, esta es una de las principales razones que esgrime la Casa Blanca para justificar sus aranceles. EE.UU. pretende reducir su abultado déficit comercial con China, que asciende a casi 400.000 millones de dólares (324.000 millones de euros) y se debe, según Trump, a su «competencia desleal».

De momento, Pekín ha respondido gravando desde el lunes con un 15 y un 25% hasta 128 productos estadounidenses, como el cerdo o el vino. Con un valor de unos 3.000 millones de dólares (2.600 millones de euros), esa fue la primera réplica de Pekín a los aranceles ordenados por Trump sobre el acero y el aluminio de China. Ante su nueva lista de tasas sobre 1.300 productos chinos, cifrados en 50.000 millones de dólares, Pekín contraatacó el mismo miércoles con aranceles sobre 106 importaciones de EE.UU. con el mismo valor.

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