Los socialdemócratas austriacos prometen un salario mínimo de 1.700 euros al mes

Como medio de financiación, planea desmantelar en 2.020 los bonos de seguridad social para domicilios con menores ingresos y lograr que «los austríacos puedan vivir bien de su propio trabajo, no de las ayudas sociales»

La líder del Partido Socialdemócrata Austriaco, Rendi-Wagner EFE

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Austria arranca el curso en modo de precampaña, de cara a las generales del 29 de septiembre, y los partidos políticos compiten en espectaculares promesas. Solo este fin de semana, se han formulado promesas electorales por un valor presupuestario de 1.800 millones de euros. Y entre todas ellas destaca la que el Partido Socialdemócrata Austriaco (SPÖ) hace figurar como su propuesta estrella: un salario mínimo de 1.700 euros mensuales con la que se abre oficialmente el debate sobre un salario mínimo europeo. La nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lleva en agenda el proyecto. La pregunta es cómo equiparar las legislaciones en los diferentes países de la unión sin crear disfunciones macroeconómicas.

La líder del SPÖ, Rendi-Wagner, está dispuesta a legislar por vía de urgencia ese salario mínimo de 1.700 euros mensuales, junto a una exención de impuestos para ingresos de hasta esa cuantía, con lo que los trabajadores afectados verían mejorar aún más su capacidad adquisitiva. El impacto sobre la recaudación del IRPF, prevé, sería de unos 1.100 millones de euros al año. Como medio de financiación, planea desmantelar en 2.020 los bonos de seguridad social para domicilios con menores ingresos y lograr que «los austríacos puedan vivir bien de su propio trabajo, no de las ayudas sociales». Estos bonos, de 300 euros mensuales para las familias con menor capacidad adquisitiva, fueron puestos en marcha por los conservadores en la última legislatura y deberían entrar en vigor en próximo mes de enero.

Hasta ahora no hay un salario mínimo legislado en Austria, pero el salario medio en 2.018 fue de 47.120€ al año, es decir 3.927 euros al mes, calculando 12 pagas anuales. Estos datos suponían un aumento del 2,43% respecto al año anterior, es decir, 1.118 euros al año. Entre los países europeos que cuentan con un salario mínimo y según la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), España ocupa el octavo puesto, con 1.050 euros mensuales (900 si se reparten en 14 pagas). Luxemburgo sería el país con mejor salario mínimo, 2.071 euros mensuales, tras el que figuran Irlanda, con 1.656,20 euros mensuales, y Holanda, con 1.635,60. Cierran la clasificación Eslovenia, con 886,63 euros mensuales, y Malta, con 761,97 euros. Dinamarca, Italia, Chipre, Austria, Finlandia, Suecia, Islandia, Noruega y Suiza no tienen fijado un salario mínimo y, por tanto, quedan fuera de esta clasificación.

Hasta ahora, y desde el año 2009, un proyecto ideado por los sindicatos y la patronal austriacos impedía en el país los sueldos inferiores a los 1.000 euros mensuales con 14 pagas al año. Sumadas las dos pagas especiales, vacaciones de navidad y verano, se puede percibir un sueldo mínimo de 1.167€ mensuales. El más afectado por la reforma sería el sector servicios. En cualquier restaurante de Viena, para un puesto como cocinero o asistente de chef, se ofrece actualmente sueldo mínimo de 1.450 euros. Para asistentes de ventas en tiendas, encargados de almacenes y cajeros, el sueldo mínimo bruto se ubica en 1.580 euros. Si entrase en vigor un salario mínimo de 1.700 euros, serían posiblemente este tipo empresas las que hubieran de revisar la continuidad de su actividad o sus precios.

El SPÖ austriaco trata de adelantarse con este proyecto a la legislación de un salario mínimo europeo, formulado en la Eurocámara por la nueva presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, como línea de actuación contra la rampante precariedad laboral. Pero, paradójicamente, los países europeos que no tienen legislado salario mínimo no son los mismos que aquellos donde se perciben menos salarios. El amplio poder negociador de sus sindicatos, que dialogan directamente con los empresarios para pactar los convenios, permite al Estado no intervenir para fijar mínimos, que van desde los 1.500 a los 2.380 de Suecia, los 1.720 y los 1.790 de Finlandia y los 2.500 de Dinamarca. Sus rentas medias están a la cabeza de la UE, siempre según Eurostat.

En Francia, el gobierno se ha visto obligado a anunciar un aumento del salario mínimo en el 2019 hasta los 1.521 euros mensuales para poder aplacar la ira de los chalecos amarillos. Grecia, el único país que debió rebajar su salario mínimo durante lo peor de la crisis, lo ha subido este año un 11%, pero se trata de medidas no exentas de cierto oportunismo y Europa debate la implantación de una norma generalizada que iguale las condiciones de los trabajadores en los países miembros. Eurofound admite en un informe reciente que el alza del salario mínimo puede tener efectos positivos en el incremento de la demanda interna, de la oferta laboral, en reducir los niveles de pobreza y en alentar a las compañías a apostar por una senda de mayor productividad. Pero también insiste en la teoría de que «las subidas repentinas y altas de los salarios mínimos puede que sean populares, pero también pueden causar la destrucción de algunos empleos, con el riesgo de que se reduzcan las horas de trabajo de los empleados, y por lo tanto sus ingresos, llevando a algunos sectores a perder su competitividad internacional».

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