La reducción del déficit energético ha sido clave para lograr el superávit por cuenta corriente
La reducción del déficit energético ha sido clave para lograr el superávit por cuenta corriente - ABC

El récord de superávit comercial da un ligero alivio a la deuda externa del país

España aspira a seguir creciendo sin recurrir a la financiación extranjera, como hace Alemania

MADRID Actualizado: Guardar
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La economía española lleva ya un lustro financiando al resto del mundo. La balanza por cuenta corriente y de capital del país, que recoge el saldo de pagos entre España y el extranjero por bienes y servicios, rentas y transferencias, cerró 2016 con un superávit récord de 23.638 millones de euros, el 2,1% del Producto Interior Bruto (PIB). Se trata del quinto año consecutivo de resultado positivo, algo nunca visto en la historia de la economía española. Y no es baladí, pues ayuda ya a reducir tímidamente la abultada deuda externa neta que arrastra la economía nacional y que se ha convertido en uno de sus principales desequilibrios.

Después de alcanzar el 98% del PIB a principios de 2015, la deuda externa neta española —lo que debe una economía al extranjero descontando sus activos en el exterior— se ha reducido en nueve puntos, y al cierre del pasado ejercicio suponía el 89% de la producción nacional

. Es cierto que todavía está en un nivel muy elevado, en una tasa que solo superan Chipre, Grecia y Portugal -los tres por encima del 100% del PIB- y muy por encima del 35% que la Comisión Europea considera óptimo, pero también lo es que parece haber iniciado una tendencia a la baja trimestre a trimestre.

La balanza por cuenta corriente y de capital alcanzó al principio de la crisis un déficit récord de casi el 9% del PIB, contribuyendo a elevar notablemente los pasivos netos de España con el exterior. La deuda externa en términos brutos supera aún los 1,8 billones de euros. Esas cifras dejaron al país en una situación de extrema volatilidad ante episodios de turbulencias externas.

Elemento de vulnerabilidad

Prueba de ello fue la desconfianza y falta de financiación sufrida durante la crisis de deuda soberana europea. No es casualidad que España, que había financiado su crecimiento económico endeudándose sobre todo con agentes externos, sufriese en muchas ocasiones un castigo mayor en los mercados que Italia, país con un volumen de deuda pública muy superior, pero financiado fundamentalmente con ahorro interno.

Por eso es habitual que el ministro de Economía, Luis de Guindos, acostumbre a destacar en sus intervenciones públicas la mejora de la balanza por cuenta corriente y de capital como uno de los éxitos de la política económica del actual Gobierno. El Ejecutivo popular contempla en los Presupuestos Generales del Estado que la balanza registre este año otro superávit, esta vez equivalente al 1,9% del PIB. De Guindos, además, ha señalado que si no se cometen errores de política económica España podrá mantener esos indicadores de crecimiento durante al menos tres o cuatro años. Es decir, si el crecimiento económico con superávit comercial se convierte en estructural, España podría pasar a crecer de la misma manera que Alemania, sin necesidad de financiación exterior.

«La nación continuará registrando una capacidad de financiación frente al resto del mundo a lo largo del período de proyección», dice el Banco de España en su último Boletín Económico, en el que prevé que el superávit de la balanza sea en 2017 del 1,9% del PIB, del 1,8% en 2018 y del 1,7% en 2019.

Causas de la mejora

La mejora progresiva de la balanza por cuenta corriente y de capital en los últimos años se explica, sobre todo, por la reducción del déficit energético fruto de la importante caída del precio del petróleo hasta el entorno de los 30 dólares por barril, la reducción paulatina del déficit de rentas debido al descenso de los tipos de interés, así como a la favorable marcha de las exportaciones, las menores compras al exterior y las cifras récord del sector turístico.

Ahora bien, la evolución de la balanza por cuenta corriente también afronta grandes desafíos. Durante los años más graves de la crisis la demanda exterior era el único motor en marcha de la economía nacional, y las importaciones cayeron bruscamente al desplomarse el consumo interno. Ahora bien, al calor de la recuperación la demanda interna ha tomado el relevo del sector exterior y los españoles están haciendo más adquisiciones en el extranjero, reduciendo el saldo exterior.

Para 2017 las previsiones del Gobierno son que este aporte 0,4 puntos porcentuales al crecimiento del PIB, derivado de un aumento del 5,1% de las exportaciones, frente al 4,4% de 2016, y del 4,1% de las importaciones, que el año pasado ya crecieron un 3,3%.

«La evolución prevista de la demanda final propiciará un avance elevado de las importaciones 2017 y 2018 que, en todo caso, no compensará al de las exportaciones. Así, la contribución de la demanda exterior neta al crecimiento será ligeramente positiva en ambos años. Lo anterior, junto con los todavía bajos precios del crudo contribuirán al mantenimiento de los saldos positivos en la cuenta corriente», augura BBVA Research en su último informe Situación España.

El precio del crudo, clave

La evolución del precio del crudo y de la política monetaria es algo muy a tener en cuenta. El propio ministro de Economía ha reconocido recientemente en un desayuno informativo que una subida de tipos puede impactar a través de la cuenta corriente de la balanza de pagos. Además, una subida del coste del petróleo, que ya este año podría acabar en los 60 dólares por barril, podría llegar a empeorar el déficit energético, clave en las actuales cifras históricas de superávit comercial.

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