Los precios suben un 7,9% en EE.UU., la inflación más alta en 40 años

La guerra ha llevado al petróleo a su precio más alto desde 2008 y a la gasolina a máximos históricos en EE.UU.

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Los precios volvieron a subir con fuerza en febrero en EE.UU., con una crecida del 7,9% respecto al mismo mes del año anterior, y con la preocupación de que la inflación no recoge del todo el impacto de la guerra en Ucrania y todavía empeorará más.

Se trata de la subida de precios más alta desde enero de 1982, cuando la inflación fue del 8,4%, y por encima de la del pasado mes de enero que fue del 7,5%.

La inflación va al alza en la primera economía mundial con el impulso de los precios de la gasolina, de la comida y de los servicios de transporte , entre otros. La situación de la invasión rusa de Ucrania -este mismo día Moscú se negaba al cese de hostilidades y el Gobierno de Ucrania se negaba a rendirse- apunta a que la presión inflacionista irá a más.

Rusia es un gran productor de petróleo, gas, metales importantes para la automoción y el sector aeronáutico y de fertilizantes, entre otros.

La guerra ha llevado al petróleo a su precio más alto desde 2008 y a la gasolina a máximos históricos en EE.UU. Después de superar la barrera de los cuatro dólares por galón (3,78 litros), este miércoles llegó a estar en 4,30 dólares.

La gasolina, un factor decisivo en la inflación, lleva una subida en el último año del 38% y habrá que ver el resultado de los esfuerzos de la Administración Biden -por ejemplo, su acercamiento a la Venezuela de Nicolás Maduro- por contenerlo.

La presión inflacionista no es una consecuencia propia de la guerra de Ucrania. Se arrastra con fuerza desde el año pasado, por desajustes entre oferta y demanda, con problemas estructurales en la cadena de suministros motivados por las restricciones de la pandemia de Covid-19. De hecho, los bombardeos rusos contra Ucrania no empezaron hasta finales de febrero y la estimación de los analistas es que la repercusión de la guerra en los precios no se haya registrado del todo.

Durante parte del año pasado, la Administración Biden y la Reserva Federal defendieron que la inflación era un fenómeno temporal. Hace meses que se ha demostrado que no es así, pero se esperaba que en primavera los precios tocaran su pico, entre subidas de tipos por parte de la Fed -controlar la inflación es una de sus principales tareas- y el fin generalizado de las restricciones de covid que permitirán desatascar los cuellos de botella en la cadena de suministro.

La guerra podría estropear estas previsiones, con su impacto en productos decisivos para los precios como petróleo, el trigo o los metales preciosos. El presidente de la Fed, Jerome Powell, advirtió ya la semana pasada, en medio de la guerra, que el papel de Rusia en los mercados energéticos globales van a provocar «una presión al alza en la inflación durante un tiempo».

Los precios son el mayor quebradero de cabeza en política interna para Joe Biden y los demócratas, que han sancionado con fuerza a Rusia -por ejemplo, con el veto a la importación de petróleo y gas- pero que tratan de no perjudicar al bolsillo de los votantes en año de elecciones (el Congreso se renueva este otoño). Una propuesta que empieza a considerarse dentro de la Casa Blanca, con peticiones de gobernadores demócratas de distintos estados de país, es la suspensión del impuesto federal a la gasolina, que supone 18 céntimos por galón.

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