Un avión de Air Europa
Un avión de Air Europa - EFE

¿Es posible abrir la puerta de un avión en pleno vuelo?

El avión, por efecto de la presurización, queda cerrado herméticamente

MADRID Actualizado: Guardar
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Cada poco tiempo, en todo el mundo, se producen incidentes como el visto el lunes en un vuelo entre Palma e Ibiza: un pasajero trata de abrir la puerta de una cabina de un avión en pleno vuelo... con escaso resultado. El viajero es reducido por las autoridades e inmediatamente surge la pregunta: ¿es posible?, ¿puede cualquier persona levantarse de su asiento y accionar el mecanismo para abrir la puerta? La respuesta es no. Físicamente resulta imposible para un ser humano realizar esta maniobra. La explicación está en uno de los principios básicos que permite a los viajeros volar por encima de los 10.000 metros sin daños en su salud: la presurización.

«Es imposible. La propia presión diferencial hace que las puertas queden enclavadas.

La fuerza que habría que ejercer es inalcanzable para un hombre», explica Álvaro Gammicchia, perito investigador del Sepla.

La presión atmosférica real a esta altura, cuando el avión se encuentra a velocidad de crucero, es más baja que la que los pasajeros disfrutan en cabina, que disminuye con respecto a la existente en tierra pero no tanto como la exterior al avión. De hecho, las condiciones externas de presión atmosférica en la altura de los vuelos comerciales resultan «incompatibles con la vida», continúa Gammicchia, quien apunta que la diferencia entre la bajísima presión externa y la relativamente alta presión del interior de la cabina da lugar a que esta quede cerrada herméticamente, lo que exigiría una fuerza sobrehumana (ejercer de manera continua una fuerza equivalente a más de una tonelada) por esa presión diferencial. Además, el propio diseño mecánico de estas puertas dificulta la operación: las puertas inicialmente se deben abrir hacia dentro de la cabina.

Otra cuestión es en las primeras y últimas fases del vuelo, durante el aterrizaje y el despegue, pero aquí las medidas de vigilancia por parte de la tripulación de cabina se extreman. Gammicchia subraya que los aviones con los que se suelen operar estos vuelo son turbohélice, más pequeños pero con un mecanismo muy parecido. «La fuerza que se debería ejercer será menor, pero aun así muy alta». Indica que, en todo caso, en estos modelos se puede producir una abertura (en puerta, ventanas, etc) y despresurizar el avión sin que esto genere un riesgo potencial para la seguridad de los viajeros.

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