Portugal nacionaliza la aerolínea TAP debido al cese de actividad por el coronavirus

El Gobierno socialista de Antonio Costa rompe las negociaciones con el magnate David Neeleman y opta por salvar la aerolínea bandera bajo el paraguas del Estado

Avión de TAP REUTERS
Francisco Chacón

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El Gobierno socialista portugués ha decidido nacionalizar TAP, la aerolínea bandera, que se halla entre la espada y la pared a causa del cese de actividad por el coronavirus. El 45% de la compañía permanece en manos privadas, a cargo del consorcio luso-brasileño Atlantic Gateway, encabezado por el magnate David Neeleman y por el empresario local Humberto Pedrosa, ambos responsables de la negociación con Lisboa.

Como las conversaciones no han llegado a buen puerto y no se ha producido ningún acuerdo en torno a la oferta de un préstamo por valor de 1,2 mil millones de euros, la situación desemboca en que el Ejecutivo de Antonio Costa remite el diploma de nacionalización a la presidencia del Consejo de Ministros.

Neeleman, cuya gestión lleva meses en entredicho en Portugal, no aceptó las condiciones que defendía el Gobierno y su lugar queda muy tocado porque, al rechazar la propuesta gubernamental, se arriesga a ser apartado de la dirección por los propietarios estatales, con ligera mayoría en el reparto de papeles. No sucede lo mismo con Pedrosa, quien detenta varios negocios relacionados con el transporte en el área de Oporto.

Las primeras reacciones oficiales no se han hecho esperar y el ministro de Infraestructuras, Pedro Nuno Santos, se apresuró a declarar: “TAP es demasiado importante como para que el país pudiera permitirse el lujo de perder la compañía”.

En realidad, las tensiones internas llevan manifestándose desde que la dirección de la firma se renovó con la presencia de Antonoaldo Neves, un hombre de confianza del polémico David Neeleman, dueño de dos aerolíneas de bajo coste: la brasileña Azul y la estadounidense JetBlue.

Hasta que él entró en el accionariado, la empresa era la única europea 100% pública que surcaba los cielos, pero 354 millones de euros y la asociación con Humberto Pedrosa hicieron que se adaptase a los nuevos tiempos colocándose en manos privadas (no todo el capital, sino el 45%, pues el 50% ha continuado siendo propiedad del Estado luso y el restante 5% está en manos de los propios trabajadores).

TAP se ha quedado a las puertas de instaurar sendos puentes aéreos: Lisboa-Madrid y Oporto-Madrid, cuya inauguración se interrumpió por la pandemia y sus terribles consecuencias, tanto sanitarias como económicas.

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