Pedro Larena, consejero delegado de Banco Popular
Pedro Larena, consejero delegado de Banco Popular

Pedro Larena abandona su cargo de consejero delegado en Banco Popular

La entidad reconoce que tendrá que provisionar 550 millones más a restar de los resultados

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Un secreto a voces. Porque esperar, ya se esperaba. Tanto en el sector como en los mercados. Desde hace semanas. En concreto, desde el mismo momento en que se anunció la incorporación de un nuevo miembro en el comité de dirección, Miguel Escrig. Hablamos de Banco Popular que, tras amanecer con otra noticia de relevancia –que la entidad tendrá que restar hasta un máximo aproximado de 550 millones de euros de sus próximos resultados, los del tercer trimestre si lo aprueba la auditora, PwC– volvía a protagonizar las portadas online de la prensa española: el consejero delegado de la entidad, Pedro Larena, abandona el barco.

Un escueto hecho relevante daba cuenta de la decisión. Porque la acción del banco no podía esperar más.

De hecho, ya con la noticia anterior, y desde desde primeras horas de la mañana, caía algo más del 5%, para cerrar la sesión con un fuerte descenso del 10,4% frente al cierre previo, en los 0,815 euros la acción. "En relación con las noticias aparecidas en prensa en el día de hoy, Banco Popular comunica que su consejero delegado, D. Pedro Larena Landeta, ha manifestado al presidente del consejo de administración su deseo de cesar en el cargo por motivos estrictamente personales, así como su compromiso de continuar desempeñando sus funciones hasta que el consejo de administración designe a su sustituto", reza el comunicado.

Una información que en ningún momento se desmintió ni confirmó por el banco a lo largo de la mañana, si bien, aseguraban a ABC que "el consejero delegado cuenta con la confianza tanto del presidente del banco como de su consejo de administración".

Según fuentes financieras, el consejero delegado ya había puesto su cargo a disposición tanto del presidente como del consejo. No quería seguir. Alegó motivos personales, coincidiendo con el anunció el 7 de marzo del nombramiento de Escrig como director general adjunto a la presidencia.

Las fuentes explican que Larena, que es consejero tan solo desde julio de 2016, se sintió muy molesto con la decisión. A su parecer que Escrig dependiera directamente del presidente no era lo más adecuado. Algunas fuentes incluso hablan de que podría quejarse de incumplimiento de contrato, ya que las intenciones de Saracho parecía que pasaban por dejar a cargo del nuevo director adjunto la dirección financiera de la entidad, reportando directamente al presidente, para valorar de nuevo todos los activos del banco con ojos "de fuera". Mientras, bajo la tutela de Larena, las operaciones de la red corporativa.

Larena acordó entonces seguir en el cargo hasta después de la celebración de la junta de accionistas del próximo lunes, 10 de abril. Entonces se anunciaría y se iniciaría una transición tranquila con un nuevo consejero. Pero todo saltó ayer por los aires.

Ajuste de las cuentas

El cese del consejero delegado llegó horas después de un comunicado al regulador bursátil explicando la revisión de algunas partidas de las cuentas de 2016, ya presentadas en febrero. El banco admitía estar revisando "la cartera de crédito y determinadas cuestiones relacionadas con la ampliación de capital de mayo de 2016".

Según el banco, no habrá "un impacto significativo en las cuentas anuales a 31 de diciembre de 2016 y no justifican, por tanto, una reformulación de éstas". No obstante, la revisión le hará cargar contra resultados –la intención es hacerlo contra los del primer trimestre– unos 550 millones. "El grueso del efecto relacionado con los créditos dudosos y las posibles insuficiencias (...) proviene de ejercicios anteriores a 2015 y tendría, por ello, escaso impacto en los resultados del ejercicio 2016, aunque sí afectaría al patrimonio neto", dijo el banco.

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