Pan, carne o cerveza: el precio de la cesta de la compra se disparará en España por la crisis bélica

Los expertos consultados admiten que también puede darse escasez o falta de disponibilidad de algunos productos de forma puntual

Economía de guerra: estos son los alimentos que van a subir de precio más rápido

Grandes industrias están ya parando su producción por la subida de los precios de la electricidad y del gas

Campo de trigo en la ciudad ucraniana de Hrebeni REUTERS / Vídeo: Díaz reconoce que el impacto de la guerra sobre la economía y empleo será «significativo» - EUROPA PRESS
Teresa Sánchez Vicente

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La invasión de Rusia en Ucrania impacta ya en España en el terreno económico y en el bolsillo del consumidor. No solo se encarecen la electricidad y el petróleo, también los precios de los alimentos como el pan, la carne o bebidas como la cerveza. Además, el conflicto es la gota que termina de colmar el vaso con una inflación disparada desde hace meses y que en febrero registró una tasa del 7,4% por unos costes de la electricidad y el gas desbocados desde el segundo semestre del año pasado. Los distribuidores, expertos y asociaciones de consumidores consultados coinciden en que los precios de venta final subirán a la hora de llenar la cesta de la compra. También advierten de que pueden darse casos de escasez de algunos productos puntuales . La propia ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, reconoció el pasado viernes en una entrevista que la falta de algunas materias primas, como el maíz, ya se está traduciendo en mayores precios . «Por eso es importante adoptar un plan de respuesta a esta guerra (...) Estamos trabajando para minimizar estos impactos», señaló Maroto.

Ucrania es el primer proveedor extranjero de España de maíz y de girasol y el cuarto en trigo . En consecuencia, el conflicto derivará en próximos aumentos de los costes de la energía y de las materias primas industriales, según se concluye en un informe de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Esta situación presionará al alza una inflación que ya se encontraba por las nubes y que mermará aún más la capacidad adquisitiva de los hogares con el consiguiente perjuicio para el consumo privado en nuestro país. Los expertos de AFI concluyen que la industria agroalimentaria española se verá sacudida por este nuevo escenario global de crisis bélica.

No ayuda mucho el que España no sea autosuficiente en materias primas como los cereales, la mayoría de los cuales se dedican a la elaboración de los piensos que alimentan al ganado , que luego se destina al consumo humano. En concreto, consumimos alrededor de 36 millones de toneladas y producimos unos 24 millones en España, aunque desde Cooperativas Agroalimentarias estiman que en la presente campaña 2021/2022 quizás la producción nacional sufra una ligera caída. De cualquier modo, España ha registrado un déficit estructural medio en la balanza comercial durante las últimas cinco campañas de 14,7 millones de toneladas según estimaciones del Ministerio de Agricultura. Solo en maíz, se importan anualmente una media de 2,7 millones de toneladas de Ucrania, que es nuestro segundo proveedor tras Brasil y representa el 22% de todas las importaciones de este producto (8,14 millones de toneladas en total). Todo ello, en un año récord para las exportaciones agroalimentarias que alcanzaron en 2021 los 60.118 millones de euros . Lo que supone un 11% más que lo vendido el año pasado y un saldo positivo en la balanza de 18.948 millones.

Pastas y bollería

Dentro de la industria alimentaria se verán golpeadas especialmente la producción de harina, panadería, bollería y pastelería, pastas alimenticias y la fabricación de malta, cerveza y de bebidas espirituosas . La crisis bélica también perjudicará a la elaboración de piensos compuestos, con las implicaciones que esto puede tener en todo el sector ganadero y en el cárnico, según se concluye en otro análisis del Observatorio Sectorial DBK de Informa.

A corto plazo, el encarecimiento de los costes de la producción se trasladará a los lineales y al precio de venta final a las familias españolas. Massimo Cermelli, profesor de Economía Deusto Business School, opina que el consumidor empezará a notar las subidas al pagar la compra «en las próximas semanas ». «Ucrania es el granero de Europa y esto, unido a la sequía, va a incrementar los costes de los productos agroalimentarios, sobre todo aquellos que se fundamentan en aceite de girasol, trigo o cereales . Es decir, va a afectar a casi toda la cesta de la compra», apostilla Cermelli. Al mismo tiempo, el profesor de Economía de Deusto explica que las subidas no se percibirán de inmediato por el acopio de trigo realizado por los productores en los meses anteriores, pero pronostica que en unas semanas «no habrá cereales o costarán mucho más».

Con la inflación disparada desde mediados del año pasado los supermercados trataron de contener los precios para captar más clientela. Una estrategia que no pudo sostenerse a final de 2021. «A finales de 2021 la subida de los precios ya se notaba en el bolsillo del consumidor. Durante las últimas semanas del año todas las cadenas estuvieron obligadas a subir precios», explicaba esta semana el experto en retail de Kantar, Bernardo Rodilla. Una situación que parece que con la guerra de Ucrania continuará, ya que el precio de la energía repercute mucho en las cuentas de los supermercados . «La competitividad en la distribución española nos hace pensar que seguirán reteniendo precios en la medida de lo posible pero sin duda habrá un incremento por la situación en Ucrania», afirmó el experto de Kantar.

En la orilla de las asociaciones de consumidores avisan de que llueve sobre mojado porque los precios encadenan ya meses de alzas en los supermercados. El portavoz de la OCU, Enrique García, aclara que la cesta de la compra no se va a encarecer solo por la escasez de determinados alimentos, sino también por los elevados costes del gas. «Los precios del gas y de la electricidad se trasladan también a los de la alimentación . Aunque España tiene garantizado el suministro de gas, no vamos a ser indemnes a las subidas de precios del gas, que se van a trasladar a la electricidad y, después, a la cesta de la compra». advierte.

«Ya acreditamos el pasado noviembre que los precios de la pasta, la ternera, el pollo, la leche o los huevos estaban subiendo de forma notable en los lineales de los supermercados. Ahora, la subida de costes se ha agravado y extendido», confirma García. Ante este escenario inflacionista, el portavoz de la OCU recuerda el impacto en el poder adquisitivo de los consumidores y reclama al Gobierno la creación de un cheque para comprar alimentos al estilo del bono social para las familias vulnerables . Por otro lado, aconseja esquivar las subidas haciendo la compra en los establecimientos más baratos o seleccionando productos sustitutivos cuando los haya y sea posible.

Por su parte, Fernando Móner, presidente de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), coincide con el portavoz de la OCU en que el «gran problema» viene porque la coyuntura se suma a un nivel de IPC que ya era muy preocupante. «Pedimos a la Administración que apruebe medidas, tanto desde el punto de vista fiscal como de cualquier otra índole, que eviten que esa subida constante de los precios siga lastrando los bolsillos de las familias», sentencia Móner.

Nerviosismo

«Hay bastante nerviosismo en todo el sector ganadero», advirtió el secretario general de COAG Miguel Padilla el pasado jueves tras la reunión del ministro de Agricultura Luis Planas con las principales organizaciones agrarias Asaja, COAG y UPA. El titular de esta cartera admitió, en una rueda de prensa ese día, que ya se están buscando mercados alternativos en Estados Unidos, Canadá y Argentina, porque el margen de maniobra de España es finito: el 'stock' de cereales almacenado en el puerto de Tarragona llega para apenas cinco semanas o unos 45 días, según estiman desde la Confederación Español de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (Cesfac) y el propio ministro. El caso más sangrante es el del maíz, donde el objetivo es encontrar una solución que permita alcanzar el segundo semestre del año , cuando ya entren en juego la producción nacional y brasileña. Por eso, el Gobierno pide a Bruselas la ‘flexibilización’ de los requisitos fitosanitarios que permitan las importaciones desde estos terceros países a pesar de las reticencias alrededor del uso de transgénicos y del uso reciente de pesticidas ya caducados en la Unión Europea. El mantra repetido, desde instancias oficiales, es que todo se hará «con la plena garantía de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)».

Desde Cooperativas Agroalimentarias el director de cultivos herbáceos Antonio Catón Vázquez no duda en hablar de «una volatilidad desconocida para todo el mundo» y constata que vamos a asistir a «una competencia mundial por los 59 millones de toneladas de cereal que producían conjuntamente Rusia y Ucrania». Todo ello, con el agravante de que las alternativas son Rumanía, Moldavia y Hungría, cuyas exportaciones utilizan un Mar Negro convertido en frente de guerra. Por ejemplo, los futuros del maíz que cotizan en la Bolsa de Chicago siguieron el viernes su escalada hasta los 752,30 dólares acumulando en la última semana una subida del 13,5%. Si uno mira el movimiento en las lonjas de cereales españolas destaca la falta de acuerdo entre los operadores en la de Córdoba y la falta de movimientos en la de Extremadura. En la de Barcelona, el maíz de importación ha pasado en siete de días de cotizar a 286 euros por tonelada a 325 euros/tonelada. En la de León, se registran también importantes alzas en otros cereales como la avena que en 15 días ha pasado de pagarse a 272 euros tonelada a 290 euros/tonelada.

En este sentido, Catón se une a otras organizaciones agrarias como Asaja y exige «replantear la estrategia ‘De la Granja a la Mesa’ y no ir de tan ideales por el mundo» e insta a la Unión Europea a cambiar su forma de pensar.

Desde la industria agroalimentaria, la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) está ya analizando internamente las consecuencias del conflicto y optan por la prudencia.

El sector del gran consumo admite que el conflicto tensiona aún más una cadena de suministro que lleva muchos meses soportando subidas de las materias primas y de la energía. Fuentes de la patronal Aecoc indican que se está poniendo en riesgo el suministro de productos esenciales como los cereales, el aluminio o el aceite de girasol . «El aceite de girasol es esencial para la fabricación de conservas, panadería o aperitivos y la mayoría del que empleamos procede de Ucrania. Por ello, es posible que sea necesario recurrir a aceite de girasol de otros orígenes, si bien esta opción no es sencilla de acuerdo al actual marco regulatorio», añaden las mismas fuentes.

Imagen de archivo de un camión con semillas de girasol en Yuzhne (Ucrania) REUTERS

Sobre el más que probable encarecimiento de la cesta de la compra, desde la patronal del gran consumo admiten que las restricciones derivadas del conflicto bélico contribuyen «a tensar todavía un poco más la cadena de valor», pero insisten en que esta situación exige que las compañías del sector sigan realizando « un gran ejercicio de contención para no contribuir a la escalada del actual escenario inflacionista» . Asimismo, las mismas fuentes de Aecoc consultadas llaman a la calma y subrayan que el consumidor no debe preocuparse por el hecho de que vayan a faltar artículos concretos en los lineales. «No obstante, si el conflicto se alarga, las empresas sí que van a tener que buscar alternativas, por ejemplo, para el aprovisionamiento de cereales para alimentación ganadera o bien para productos como el aceite de girasol», agregan.

«Además de los dramas personales y las consecuentes muestras de solidaridad que están mostrando nuestras empresas (...), estamos también muy preocupados por el impacto, derivado del conflicto, en las distintas cadenas de suministro alimentario y no alimentario», admite Aurelio del Pino, presidente de la Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados (ACES) que representa a los establecimientos de Auchan Retail, Carrefour, Eroski y Supercor. «La situación actual ha empezado a generar distorsiones y tensiones en los mercados primarios que podrían tener efectos en el medio plazo» , admite Pino, quien añade que la función de los supermercados que representa será la de tratar que «los consumidores sigan disfrutando de un surtido íntegro de productos, con las mejores calidades y en las condiciones más competitivas».

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