Isak Andic, de vender blusas en el rastrillo a dirigir el universo Mango

Hay pocas historias de éxito que se parezcan a la de Isak Andic, el presidente y fundador de Mango. Quizás solo la de Amancio Ortega. En treinta años ha construido una multinacional que da trabajo a 13.000 personas (el 80% mujeres), está en 109 países y cuenta con 1.700 tiendas propias, asociadas y en régimen de franquicia. Su ejemplo es de libro en las escuelas de negocio, en la teoría de la dirección de empresas, y así lo recogen Ana María Castillo y Juan Carlos Cubeiro en la obre 'Nuevo management para dummies' (Planeta), que acaba de salir al mercado.

Descendiente de una familia hebrea sefardí, Andic nació en Estambul (Turquía) y llegó a Barcelona en 1968. Cuatro años después, vendió cuatro blusas traídas de Turquía a una tienda de la Vía Augusta (Barcelona), iniciándose así en el mundo de la moda.

Siguió vendiendo blusas en varias ciudades españolas hasta que en 1984 abrió su primera tienda en un mercadillo de la calle Balmes (Barcelona).

Desde los comienzos, explican los autores, "aplicó tres premisas poco evidentes para la época". Ropa para mujer joven y urbana, fabricación en países con bajo coste de producción y control de los costes de producción indirectos gracias a las tecnologías de la información. Todo para ofrecer las últimas tendencias de moda con prendas de calidad a un precio accesible.

Todos los tejidos y prendas son diseñados por la compañía, si bien la empresa no fabrica telas, accesorios ni confecciona, sino que subcontrata a proveedores externos, o adquiere directamente de sus proveedores el 100% de la producción. La colaboración con los proveedores es a largo plazo y permanente, con lo que Mango ejerce el control de calidad desde las inspecciones en origen de los materiales hasta la entrega en la tienda.

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