ESPECIAL EDUCACIÓN FINANCIERA

La importancia de la educación financiera para nuestros hijos

¿Cuántos padres han explicado a sus hijos de dónde proviene el dinero y cómo funciona?, se pregunta en este artículo Maike Currie, directora de Comunicación en Fidelity International

MAIKE CURRIE

Existen diversas razones por las cuales los padres generalmente no equipan a sus hijos con una buena educación financiera, probablemente una de las lecciones más útiles para navegar por la vida. Para empezar, la mayoría de los adultos no son expertos financieros y saben poco acerca de la gestión prudente del dinero, ya sea en temas de ahorro, de inversión o de planificación de la jubilación. Sin ánimo, por supuesto, de polemizar, una realidad es que las madres son a menudo las principales encargadas de cuidar a los niños y, por lo tanto, deberían estar en primera línea en lo que respecta a la educación financiera. Sin embargo, demasiadas mujeres siguen sin interesarse activamente por los temas relacionados con las finanzas y prefieren dejar esto a sus parejas. Además, sigue existiendo la anticuada creencia de que no se debe hablar de dinero, pues denota mala educación: si hablas demasiado, o si sabes mucho sobre él, significa que eres un materialista.

Enseñar a nuestros hijos la importancia de hacer un presupuesto es esencial para ayudarles a convertirse en adultos bien formados financieramente. Vinculado a esto, nos encontramos con la importancia de ayudar a los niños a desarrollar su capacidad para retrasar la gratificación, pues en este mundo de información instantánea y soluciones rápidas es importante aprender a trabajar y ahorrar par alogar un objetivo. Las recompensas serán mucho más dulces.

«Ser inteligente con el dinero o solo consiste en ahorrar, tamibén en gastarlo sabiamente»

También es importante enseñar a los hijos que ser inteligentes con su dinero no se trata solo de ahorrar. Gestionar el dinero consiste también en gastarlo sabiamente. Hay que evitar que los niños se conviertan en lo que Neale Godfrey denomina «ahorrador compulsivo»: un maestro en evitar pagar a toda costa o en manipular a otros para que le den dinero. Para el ahorrador extremo, acaparar efectivo no siempre tiene que ver con el amor por el ahorro, sino más bien con el miedo a gastar. El ahorro implacable puede ser tan peligroso como el gasto incontrolable y es importante que le explique a su hijo la importancia de mantener un equilibrio entre los dos. Y tampoco hay que subestimar nunca el efecto que los propios hábitos de los padres con el dinero, buenos o malos, tendrán sobre sus hijos.

Una asignación semanal es un buen punto de partida pues enseña a los niños el valor del dinero. Si son muy pequeños esto se puede usar como herramienta de enseñanza, por ejemplo, dándoles el dinero de bolsillo equivalente a su edad (5 euros si tiene 5 años, y así). En cualquier caso tampoco se preocupe demasiado por cuánto darles -aunque es aconsejable conversar con otros padres para tener un punto de referencia-. Lo crucial es ayudarles a utilizar esta paga sabiamente: deben comprender la necesidad de apartar algo de dinero para ahorrar (a efectos de alcanzar un objetivo), gastar (golosinas y cosas por el estilo) y compartir con los demás (regalos o aportaciones a ONGs cuando sean algo mayores -siempre canalizadas a través de los padres-, por ejemplo). Obviamente esto no funcionará con los adolescentes, para quienes las lecciones más importantes se basan en las dos C: tarjetas de crédito y capitalización. Si entienden los riesgos de las primeras y el valor de lo segundo habremos recorrido la mitad del camino.

«La myoría de los adultos saben poco acerca de la gestión prudente del dinero»

Trate de involucrar a su hijo en algunas decisiones financieras. Por ejemplo, si va de compras al supermercado y debe decidir entre dos productos, explíquele por qué tiene sentido comprar la alternativa mejor valorada si la calidad es similar. Ofrézcale algo del dinero que usted tenga presupuestado para que su hijo pueda hacer parte de las compras de lo que luego comerá (por ejemplo de la fruta). Asegúrese siempre de que el proceso de aprendizaje sea divertido y no una tarea. Administrar y manejar el dinero forma parte de la vida adulta, y usted es la clave para que su hijo aborde los asuntos financieros con confianza, en lugar de con miedo o ignorancia.

Por último, no permita que el «yo quiero, yo quiero…» termine en disputas y lágrimas. En cambio, véalo como una oportunidad de enseñar finanzas a sus hijos. No necesita ningún libro de texto: el mundo es su clase.

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