Hacia un mundo más sostenible

«En un mundo impredecible y cambiante a una velocidad vertiginosa, el debate de fondo sigue siendo el de los desequilibrios que produce la globalización, aunque las ventajas sean incuestionables»

EFE/GIAN EHRENZELLER

Sinforiano de Mendieta

En esta edición estelar del Foro Económico Mundial , que se ha reunido por quincuagésima vez consecutiva en la villa alpina de Davos , ha quedado patente, un año más, el poderío que ostenta durante unos días la organización fundada hace medio siglo por el profesor ginebrino de origen alemán, Klaus Schwab . La cita obligada reúne a cerca de 3.000 líderes de los cinco continentes y 70 jefes de Estado y de gobierno que se encierran en los valles nevados de la «montaña mágica» de Thomas Mann en busca de sosiego y orientación, para debatir sobre el torpe devenir de nuestro mundo y desmenuzar los desafíos clave que amenazan a nuestras sociedades. Toda una liturgia organizada hasta el más mínimo detalle.

Espectacular el despliegue mediático y de todo tipo de medios y no solo por la aparición hollywoodiense de Donald Trump , que eclipsó con su presencia los trabajos y debates de la reunión. Sus agentes del Servicio Secreto tomaron hasta la torre de control del aeropuerto de Zúrich para supervisar el aterrizaje del «Air Force One» y proseguir luego en el «Marine One», acompañado por una flotilla de helicópteros «Super Hawks» hasta el pueblecito de Davos.

Todo un hito para el presidente ejecutivo del WEF (World Economic Forum), como se conoce a la organización por sus siglas inglesas. A Klaus Schwab le persigue una idea central: «Mejorar el estado del mundo», que es el lema algo altisonante de la plataforma creada por él hace cincuenta años y que ha llegado a convertirse en una de las instituciones más poderosas e influyentes del planeta. Y añade: «No podemos pensar en un estado peor de las cosas, tenemos que tener una visión positiva, tenemos que idear un mundo mejor». Le preocupa al veterano profesor que se identifique su obra como el símbolo de un capitalismo desenfrenado, que se confunda el Foro de Davos con el lugar de encuentro privilegiado de una élite mundial insensible ante los problemas que angustian a nuestra humanidad.

Schwab aboga desde hace años por un capitalismo inclusivo, apuesta por el diálogo como suprema herramienta para intentar solucionar los muchos conflictos y desafíos que amenazan nuestro orden liberal. Y quiere volver Schwab a sus orígenes, a los principios fundacionales que redactó hace medio siglo: «The business of business is not only business», en abierta refutación de la frase célebre de Milton Friedman . Congruente con estas tesis, el mantra de esta edición 2020 –«Stakeholders for a Cohesive and Sustainable World»– apuesta por avanzar hacia un capitalismo donde el objetivo de las empresas vaya más allá del beneficio necesario y primordial, sí, empero genere además valor para todos los partícipes. En su discurso inaugural, Schwab llegó a decir que «el mundo está en un estado catastrófico» y la presidenta de la Confederación Helvética, Simonetta Sommaruga , inició su intervención con voz grave para alertar de que «el mundo está en llamas». En estos términos se expresó poco después también la activista Greta Thunberg para constatar que «nuestra casa común sigue ardiendo».

Evidentemente nada que ver con el tono triunfalista de Trump que trasladó literalmente su campaña electoral a Davos, con una encendida perorata de todos sus logros y arremetiendo contra todos los «apologetas del catastrofismo». Y Pedro Sánchez enfatizó en su conferencia ante los inversores internacionales: «Es hora de entrar en una era que nunca más permita que el progreso económico se haga a costa de las personas». En consonancia con el nuevo manifiesto por la sostenibilidad que el WEF ha publicado con motivo de su ilustre existencia de medio siglo, el ambiente general en Davos ha sido de preocupación por el cambio climático y por las muchas incertidumbres que se ciñen sobre nuestro futuro más inminente. Y naturalmente, aparte del deterioro medioambiental, en la agenda de este año seguían presentes los riesgos que suponen la cuarta revolución industrial, o sea, la digital, la ciberseguridad, el resurgimiento del nacionalismo y de los populismos de todo color y el excesivo endeudamiento que siguen lastrando nuestras cuentas públicas, por citar los retos más acuciantes.

Sin embargo, en un mundo impredecible y cambiante a una velocidad vertiginosa, el debate de fondo sigue siendo el de los desequilibrios que produce la globalización, aunque las ventajas sean incuestionables. El WEF es tajante y sentencia: «La legitimidad de la economía de mercado dependerá de que todos se puedan beneficiar de ella». Y a pesar de todo, este decenio no estará marcado por la superación del capitalismo, la pugna será más bien entre sistemas, la lucha entre el capitalismo liberal y el capitalismo de estado. Será fascinante, en definitiva, contemplar qué sistema será capaz de resolver nuestros problemas, de igualdad, de cambio climático, de transformación tecnológica, de eficiencia económica. Y también, naturalmente, satisfacer nuestros anhelos de libertad y prosperidad.

Sinforiano de Mendieta es empresario y periodista

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