La energía eólica marina encuentra el viento a favor para emerger

La inminente hoja de ruta del Gobierno y el apoyo de la UE dan alas a una tecnología ignorada en España pero en la que nuestras empresas son referentes globales

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Nuestro país no puede dejar escapar los vientos que soplan para la energía eólica marina. Con casi 8.000 kilómetros de costa, una tecnología ya madura y un fuerte tejido industrial que aporta toda la cadena de valor para construir parques de grandes aerogeneradores en el mar (desde un tornillo o la pintura anticorrosiva, hasta aspas de 80 metros de longitud, fustes de 60 metros de altura y plataformas flotantes de acero o de hormigón, o de ambos a la vez, que alcanzan mil toneladas de peso), ha llegado la hora de que nuestras empresas lideren un sector en el que se ha fijado la Unión Europea para lograr una economía neutra en emisiones en 2050 y que, además, será tractor de otras áreas industriales (naval, construcción, metalurgia, logística...). Muchas de nuestras compañías ya están presentes y participan en parques eólicos marinos europeos, por ejemplo del mar del Norte, del Mar Báltico y del mar de Irlanda, exportando sus productos y servicios. Sin embargo, en España no pueden escalar sus prototipos a la espera de una regulación que está por llegar.

Para no ir a la deriva, esta industria necesita que el Gobierno marque el rumbo con una Hoja de Ruta para la Eólica Marina (que ya se sometió a consulta pública), diseñe una estrategia nacional y ordene el espacio marítimo para permitir la instalación de estos parques eólicos off-shore y conseguir así su desarrollo comercial. Iniciativas que ya está ultimando el Ministerio para Transición Ecológica y fuentes del sector esperan que sean aprobadas en breve en Consejo de Ministros.

Mientras tanto otros actores toman posiciones en el mercado internacional. Países como Estados Unidos y Francia (también Reino Unido y Alemania) cogen el timón con fuertes inversiones en eólica marina y subastas que ya están en marcha. Y es que a nadie se le escapa el gran potencial de crecimiento que este sector tendrá en las próxima década. «Según estimaciones de la Comisión Europea, el crecimiento en el mercado internacional de la eólica marina se va a multiplicar por cinco hasta 2030 y por 25 hasta 2050», comenta José Joaquín Hernández, director de la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan).

Objetivos europeos

Solo hay que echar un vistazo a los objetivos europeos: la Estrategia de la UE sobre las Energías Renovables Marinas prevé aumentar la capacidad de producción de eólica en el mar de su nivel actual de 12 GW a 60 GW para 2030 y 300 GW para el año 2050. De tal forma, que este tipo de energía podría suministrar en diez años el 14% de la demanda de electricidad en la UE y el 30% a mediados de siglo, generando 300.000 puestos de trabajo en todo el continente en la próxima década.

Los objetivos europeos en eólica marina preveen generar 300.000 puestos de trabajo en la próxima década

«El volumen total de negocio que se va a generar de acuerdo con previsiones de la Comisión Europea alcanzará los 750.000 millones de euros», detalla Hernández. Y España puede navegar a la cabeza de esta gran regata con la instalación de 13 GW, según estimaciones del WindEurope (Asociación Europea de Energía Eólica).

Todos esos objetivos se pueden alcanzar porque la tecnología eólica marina ha dado pasos de gigante en los últimos años y ha superado sus mayores complejidades en construcción, instalación y operación y en salvar condiciones ambientales más agresivas por el oleaje, la humedad y la salinidad. Ahora además es posible instalar estos grandes molinos de viento a mayores profundidades, en mar adentro. Aprovechando mejor los caprichos del dios Eolo, ya que el 80% del viento marino se encuentra en zonas profundas.

Hasta ahora, los aerogeneradores más experimentados que aprovechan los vientos de mar son fijos y están anclados a fondos de hasta 50-60 metros de profundidad, como ocurre en el Mar del Norte, donde nuestras empresas están presentes en proyectos y aprovisionando muchos de los componentes y piezas necesarios para construir los parques eólicos. Más allá de ese límite de profundidad los aerogeneradores fijos son inviables porque no es posible anclarlos al lecho marino. «En Europa hay unos 5.400 dispositivos instalados, la mayor parte son fijos», puntualiza Hernández.

Enerocen es una pyme de 23 trabajadores que se dedica al desarrollo de diseños de tecnología para eólica flotante. Ha patentado su plataforma flotante W2Power (en la imagen superior)sobre la que se instalan dos aerogeneradores

Pero nuestra plataforma continental tiene sus particularidades. Es estrecha y en las proximidades a la costa las profundidades superan enseguida los 50 metros. Por tanto, no es posible instalar este tipo de soluciones fijas. Sin embargo, la tecnología ya ha avanzado hacia aerogeneradores que se ubican sobre plataformas flotantes, unidas al fondo marino a través de cables de acero que hacen la función de un ancla. Son como grandes cíclopes, más grandes que los modernos molinos de viento terrestres, ya que captan mayor cantidad de viento, más constante y generan más energía. Solo por hacer una idea: un parque eólico marino flotante genera energía equivalente a entre 4.200 y 5.000 horas al 100% de generación al año, mientras que la eólica terrestre lo hace entre 2.300 y 3.800 horas y la fotovoltaica entre 1.600 y 1.900, según datos que maneja el sector. «La flotante es una tecnología que se puede aplicar en todo el mundo, allí donde haya viento del mar. Permite estandarizar diseños, reparar en puertos... Es una solución cada vez más competitiva junto al resto de renovables», defiende Pedro Mayorga, miembro de la junta directiva de APP Marina y fundador de EnerOcean.

Siete de los 27 prototipos de eólica marina flotante que existen en el mundo son de empresas españolas

En la eólica marina flotante nuestras empresas lo saben hacer muy bien. Es su punto fuerte. «En España tenemos las suficientes capacidades y experiencia como para abordar el diseño, la construcción y la instalación de los primeros parques flotantes», afirma Javier Abanades, jefe de proyecto de Energía Eólica Marina de Typsa. Por eso, «la eólica marina es una oportunidad de país que debemos aprovechar. España ofrece un potencial evidente como hub de referencia en la industria e innovación sobre eólica marina flotante. Somos un referente en el mundo en el desarrollo de estos prototipos», asegura Juan Virgilio Márquez, CEO de la Asociación Empresarial Eólica (AEE). En efecto, las empresas españolas están desarrollando 7 de los 27 prototipos de eólica flotante que en estos momentos existen en el mundo, «copando así el 25% de toda esta tecnología», dice Virgilio Márquez.

Efecto tractor

Esa es la visión unánime en todo el sector que, además, destaca el efecto tractor de la eólica marina flotante sobre otras industrias. «Somos la punta de lanza de una tecnología que podemos exportar a todo el mundo. Contamos además con el conocimiento y la infraestructura para liderar este sector que está arrancando. Las empresas aportan soluciones, los centros de investigación son punteros a nivel mundial, tenemos sectores productivos trabajando para la eólica del mar del Norte, contamos con capacidad de construcción naval, astilleros y una industria auxiliar que necesita diversificar el negocio... Y estamos generando puestos de trabajo en otros países», cuenta Mayorga.

Por ejemplo, los puertos tienen una gran oportunidad. «En Francia se han subastado 270 megavatios para que los molinos estén en marcha en 2028. Eso está traccionando toda la cadena de valor de la eólica flotante en el país galo y los puertos franceses se están preparando para servir de base para la fabricación, construcción y transporte de los aerogeneradores y para vigilar la operación y el mantenimiento». Algo que podría ocurrir también en los puertos españoles, sacando a flote especialmente a muchos de los que han vivido de las importaciones de carbón y ahora se ven afectados por la transición energética. «Instalar un parque en una región va a requerir crear toda la cadena de valor: suministros, logística, la estructura del puerto que tiene dar cabida a estas grandes plataformas... Eso genera mucho empleo», añade Javier Abanades. «Los puertos facilitan toda la logística y el transporte de palas que llegan a medir 80 metros, tiene espacio, se trabaja sobre plano, los barcos son grandes...», aporta Pedro Mayorga.

El efecto dinamizador de la eólica flotante en otras industrias parece incalculable. «Cada parte de un aerogenerador marino es un mundo. Son cientos de toneladas de acero que se trasladan flotando y muchas actividades se ven afectadas. Supondría una oportunidad para industrias afectadas por la transición energética que pueden reorientar sus actividades hacia la eólica marina, trabajadores de la mina, del acero y otras industrias...», pronostica Virgili Márquez.

Escalar los prototipos

Para que todo ese mar de beneficios fluya, las empresas necesitan dar el salto. «De momento estamos exportando. No hemos lanzado los prototipos a nivel comercial y podemos hacerlo porque contamos con la ingeniería, la tecnología y toda la cadena de valor», asegura José María González Moya, director general de Asociación de Energías Renovables-APPA. «Las empresas necesitan probar sus dispositivos para mejorarlos y hacerlos comerciales lo antes posible. Se trata de que el coste de esta tecnología se baje a niveles suficientes como para competir con la energía eólica terrestre», detalla Hernández. «Necesitamos dimensión de mercado, bajar costes y ganar en competitividad económica», afirma Virgilio Márquez. Y si no se hace a tiempo, «perderemos la capacidad de esta industria y de las empresas españolas para desarrollar los servicios y tecnologías asociadas a la eólica marina flotante», advierte Hernández.

«Necesitamos dimensión de mercado, bajar costes y ganar en competitividad económica»

Para que nuestras empresas se sitúen en la línea de salida de la eólica flotante el Gobierno tiene que actuar. Entre las primeras medidas, el sector reclama actualizar el Real Decreto 1028 de 2007 que establece el procedimiento administrativo para tramitar las solicitudes de las instalaciones de generación eléctrica en el mar. Esta norma se refiere a parques de hasta 50 megavatios, una potencia insuficiente para el desarrollo comercial de un parque eólico flotante. «Hoy día hay una tecnología y un mercado muy diferente al de 2007. La tendencia es crear máquinas cada vez más grandes, con más potencia y más horas de funcionamiento. Hay que cambiar la forma de tramitación, definir el acceso a la red y el régimen retributivo», indica Virgilio Márquez.

El impulso desde la administración viene también por la elaboración de una Hoja de Ruta para la Eólica Marina, que ya se sometió a consulta pública el pasado año, y el sector espera sea aprobada en breve. «Debe contener cuáles son las previsiones de energía renovable marina para alcanzar en 2030 y 2050, qué acciones se van a desarrollar en esa dirección, cuándo se van a realizar las subastas, cuáles son las inversiones que se precisan... Y lo más importante: que se puedan usar fondos europeos Next Generation en esta dirección», especifica Joaquín Hernández. Además, como recoge el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) está coordinando la Estrategia Española para el Desarrollo de la Eólica Marina.

Ordenar el espacio

Igual de importante son los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM). «El Gobierno está trabajando en un proyecto de ordenación del espacio marítimo, que incluya y determine qué sitios son compatibles para la instalación de los parques eólicos. Cada proyecto lleva su estudio de impacto ambiental», explica González Moya. Desde AEE, su consejero delegado cree que estos planes deben ordenarse «con un escrupuloso respeto a los ecosistemas y una coexistencia armoniosa con el resto de actividades a realizar en el mar. Algunos de los países vecinos van más avanzados ya se han posicionado con instrumentos y acciones concretas, con subastas ya convocadas, lo que genera un efecto de atracción de inversiones».

El único aerogenerador fijo de España se encuentra en la costa noreste de la isla de Gran Canaria.

Por ahora, en España no hay plataformas flotantes en nuestros mares que se desarrollen a nivel comercial. En Santander, la ingeniería vasca Saitec ha instalado un dispositivo en pruebas. La empresa pública Bimep, dependiente del Gobierno Vasco, tiene previsto construir una plataforma flotante frente a la costa de Vizcaya que dará energía para el consumo de cerca de 2.000 hogares. En Gran Canaria, se instaló en 2018 el primer y único aerogenerador marino fijo del país. También como prueba piloto. Precisamente, es a este archipiélago al que muchas miran como el enclave ideal para iniciar sus proyectos. «Es el sitio natural donde empezar. Los vientos alisios son vientos nobles y proporcionan mucha energía. Además, Canarias tiene muchas limitaciones de altura en el interior por protecciones medioambientales y grandes costes por generación eléctrica, que se podían abaratar con la eólica flotante», matiza Márquez. Pues si ya hay tecnología, industria, empresas y el laboratorio donde hacer crecer los proyectos, no hay que dejar pasar el tiempo para que España se ponga en la primera línea de salida en la regata por la eólica flotante.

Innovación a toda máquina

«Estamos preparados para acometer los primeros parques eólicos comerciales flotantes de entre 150 y 300 megavatios con unas 20 plataformas», asegura Javier Abanades. Por ponerlo en situación: un parque de 270 megavatios podían suministar electricidad a más de 305.000 hogares al año.

Sería una forma de hacer que esta tecnología fuera más competitiva, como sugiere el director de Plocan. Hernández cree que «el precio de la eólica flotante puede bajar entre un 30 y 40% en la próxima década. Ahora el coste de esta energía es de unos 10 céntimos de euro por kilovatio/hora. La eólica terrestre oscila entre 4 y 5».

Mientras tanto, la tecnología sigue avanzando a grandes zancadas. Baste con un ejemplo: los primeros aerogeneradores de Portugal operativos en 2018 tenían 2 MW. Hoy ya se desarrolan máquinas de entre 4 y 6. E incluso se diseñan proyectos de 12 y 18 MW.

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