Las empresas se reconcilian con el crédito tras recortar su deuda un 30% desde 2008

Cuando estalló la crisis, la deuda acorraló al tejido empresarial. Le forzó a un ajuste que suma ya nueve años y que ha aligerado su deuda agregada en 380.000 millones de euros

Roberto Pérez

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A finales de 2008, las empresas españolas llegaron a acumular una deuda financiera de 1,26 billones de euros. El tejido productivo nacional había alcanzado un endeudamiento histórico de récord, y lo había hecho en el peor momento, al inicio de una crisis que estalló activada por los excesos inmobiliarios y financieros. El panorama obligaba a un saneamiento forzoso y rápido, cuyos efectos resultaron indigestos -y letales para las compañías más expuestas y vulnerables-. La crisis hace años que pasó, pero ese saneamiento financiero aún no ha acabado. Las empresas españolas llevan nueve años seguidos recortando su endeudamiento agregado.

En estos nueve años, la deuda financiera del tejido empresarial español se ha recortado en unos 380.000 millones de euros. De los 1,26 billones de finales de 2008 se pasó, a finales de 2017, a apenas 0,89 billones, un 29,53% menos que nueve años antes. Y en los dos primeros meses de este 2018 siguió reduciéndose la cifra. Exactamente, en otros 7.500 millones de euros.

¿Cuándo se tocará fondo? Algunos expertos dicen que ya hay síntomas evidentes que apuntan a un cambio de tendencia. Por ejemplo, el repunte en el crédito a las pymes. «Las formalizaciones de los préstamos del segmento típico de pymes, los de menos de 250.000 euros, alcanzaron los 37.000 millones de euros en el primer trimestre de 2018, casi un 50% más que el registrado en 2012, año en el que se llegó al mínimo en formalizaciones de créditos bancarios», explica el especialista David Blasco Palau, responsable de relación con inversores de Ibercaja. El crecimiento económico, el saneamiento llevado a cabo por el propio tejido empresarial y los bajos tipos de interés ayudan a que se esté reactivando el crédito. Además -afirma- «las entidades españolas han flexibilizado sustancialmente los criterios de aprobación de los préstamos en un entorno de mejora continuada de la economía».

Endeudamiento «saludable»

Eso sí, la estructura del endeudamiento es mucho más «saludable» ahora que cuando estalló la crisis. Para empezar, porque las empresas han ganado en solvencia y han reducido su exposición a un riesgo financiero desmedido. «Las empresas están teniendo importantes beneficios y los están dedicando a devolver deuda y a dedicar recursos propios para afrontar inversiones productivas», indica Rafael Pampillón, economista del IE Business School. Es decir, al mismo tiempo que han aliviado su endeudamiento, han ganado en autonomía para autofinanciar sus inversiones.

En 2008 la deuda empresarial llegó a rondar en España los 1,3 billones de euros

Y el nuevo endeudamiento es más «sano» que el que se daba en los años del «boom». «En el pasado las empresas recurrieron al endeudamiento como medida para generar crecimiento rápido a costa de debilitar sus balances y de aumentar sus desequilibrios financieros. Sin embargo, hoy las empresas españolas están asentando su crecimiento en un aumento del volumen de negocio basado en una competitividad creciente», explica David Blasco Palau. «Sin duda, el de ahora es un modelo de crecimiento mucho más sano que el que tuvimos en el pasado», afirma.

Tasa mejorable

Ante lo que provocaron aquellos excesos del «boom» que acabó en estrepitosa crisis, «es lógico que las empresas hayan concluido que lo mejor es desendeudarse para ganar en saneamiento», explica Antonio Argandoña, profesor de Economía del IESE. Además, aún queda camino por recorrer si nos comparamos con otros países de nuestro entorno.

«La tasa de endeudamiento del tejido empresarial español ronda actualmente el 78% del PIB, un nivel más en línea con el registrado por otras economías europeas como Francia e Italia, pero todavía superior al 45% que se da en Alemania», apunta desde Ibercaja el especialista David Blasco Palau.

Desde el año 2008, se ha producido también un sustancial cambio en la estructura de la deuda empresarial, motivado por la severa «purga» que se produjo en el sector inmobiliario tras estallar la crisis. Para ilustrarlo, Blasco Palau aporta un dato: en 2007, el sector inmobiliario concentraba la mitad de todo el crédito bancario que debían las empresas españolas; ahora supone en torno al 20%.

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