Emilia Saracho, presidente del Banco Popular en una reciente conferencia en Madrid
Emilia Saracho, presidente del Banco Popular en una reciente conferencia en Madrid -  REUTERS

¿Cómo ha llegado el Popular hasta aquí?

El economista Carmelo Tajadura cree que el Banco Popular tarde o temprano «probable que acabe integrado en otra entidad privada o en Bankia, operación esta poco estética»

MADRID Actualizado: Guardar
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El rentable modelo de banco que los Valls habían pilotado comenzó a agotarse en los últimos años del pasado siglo, lo que llevó a sus sucesores a buscar el crecimiento del crédito derivado del «boom» inmobiliario iniciado a finales de los 90 y a asumir riesgos de manera absolutamente desproporcionada. Fue, sin duda, el error más grave de los gestores, aunque no el único cometido.

Porque, aparte de la bastante cuestionable adquisición del Pastor, una vez que se había deshinchado la doble burbuja inmobiliaria y crediticia se incurrió en una deficiencia típica de malos banqueros: no provisionar lo necesario, confiando en que el tiempo ayudaría a resolver las cosas y elevar el valor de los activos. Cuando, en realidad, en un rescate o proceso de saneamiento, siempre es mucho más aconsejable ser generoso en las provisiones que quedarse cortos.

Como bien saben los bancos anglosajones o, en España, gestores exitosos en reflotamientos bancarios como Sáenz y Goirigolzarri.

En 2012 se produjo el rescate de las entidades españolas en mal estado, después de que las pruebas de estrés pusieran de manifiesto su debilidad, recapitalizándolas e instrumentando el banco malo (Sareb). Entre los señalados con problemas estaba el Popular y, si hubiera seguido el camino del resto enviando activos inmobiliarios a la Sareb, otro gallo cantaría. Sobre todo porque, pasados cuatro años, se puede constatar lo que ya se intuía entonces: el precio de traspaso estuvo inflado y benefició a las entidades financieras. Pero el Popular -por su «pedigree»- renunció, prefirió seguir manteniendo la independencia y llevó a cabo una ampliación de capital que, supuestamente, arreglaría sus problemas. Pero cayó en la equivocación antes mencionada: provisiones insuficientes por estimaciones optimistas.

La gradual recuperación de la economía española sólo se materializó a partir de 2014, tras una caída adicional del precio de los activos y una lenta recuperación posterior. El conjunto de las entidades financieras comenzó a evacuar los inmuebles adjudicados menos malos. Pero, en el Popular, el precio real de los activos seguía estando claramente por debajo de su valor contable. Y, a veces, coincidían en los mismos lugares activos suyos con los de otras entidades, y éstas tenían más fácil la venta porque los habían saneado más.

Liquidación: Parece una opción improbable porque no ha sucedido con entiedades en mucho peor estado

En 2016 la situación volvió a ser crítica y la entidad recurrió otra vez a ampliar capital. Pero volvió a haber falta de realismo en la estimación de las provisiones necesarias. Tampoco se pudo crear el vehículo «Sunrise» definido, con más voluntad que acierto, para evacuar activos inmobiliarios. Así que se incumplió el plan previsto y publicitado por el banco. Parece mentira que se repitiera el mismo error una y otra vez, por cierto, con la anuencia de supervisores y auditores. Para colmo, se intensificó una práctica absolutamente contraproducente: el ocultismo en la información financiera rendida al mercado, lo que ayudó a aumentar la desconfianza en el banco.

Desde 2008, el Popular ha dotado provisiones por unos 25.000 millones y todavía no está saneado. Para dar una idea, sus fondos propios actuales son 11.000 millones, por lo que el esfuerzo de saneamiento ha sido descomunal, como la magnitud del desastre.

En estos momentos, hay incertidumbre sobre la cifra de provisiones necesarias, pendientes de una nueva tasación (aparte de que la venta rápida de inmuebles no favorece precisamente su precio). Pero no parece que la necesidad de saneamiento alcance la cifra de fondos propios antes citada por lo que no habría quiebra (como dicen algunos) sino insuficiencia de capital regulatorio.

¿Qué puede pasar? La liquidación es absolutamente improbable porque no ha sucedido con entidades en mucho peor estado (en España y en la UE). Pero sí hay que reponer el capital: con la venta a otra entidad o una ampliación de capital, ambas sólo concebibles a precio mínimo; o con la conversión de ciertos pasivos (CoCos y otros) en acciones: o con inyección de dinero público, que exigiría algunos requisitos. También podría haber una mezcla de algunas de estas alternativas. Pero, antes o después, es probable que el Popular acabe integrado en otra entidad privada o en Bankia, operación ésta última poco estética, por cierto.

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