Las claves para entender cómo funciona la «mochila austriaca»

El objetivo es acabar con la gran cantidad de contratos temporales que se hacen en el país

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No es la primera vez, ni será la última, que el debate sobre implantar, o no, en España lo que se conoce como la «mochila austriaca» se pone encima de la mesa. Esta vez ha sido el Gobierno de Pedro Sánchez quien ha abierto de nuevo el melón. Es una de las reformas que se acometerían en el mercado trabajo dentro de la «Agenda del Cambio» que ha diseñado, siempre que salga elegido presidente en las próximas elecciones generales. En el país alpino, es una fórmula que funciona desde 2003 y que en su momento supuso toda una revolución en el sistema de indemnizaciones por despido que estaba en vigor.

La «mochila austriaca» consiste en una aportación, que la empresa realiza cada mes, de 1,53% sobre el salario bruto del trabajador a un fondo de capitalización, es decir, como a una cuenta de ahorro individual, que está a nombre del empleado. Este en todo momento conoce el montante de ese ahorro, que es gestionado por fondos privados, autorizados por el Gobierno, para que generen una rentabilidad.La renta se va añadiendo, salvo comisiones, al capital proporcionado por la empresa. Si la empresa inversora no acierta, el Estado garantiza el cien por cien del capital aportado en la hucha.

Y esa mochila viaja con el trabajador de empresa en empresa. Es decir, cuando es despedido o se marcha por propia voluntad, el empleado no recibe indemnización, sino su mochila. Y cada compañía en la que trabaje irá aportando a esa hucha. Estos ahorros pueden ser utilizados en caso de despido (no afecta al subsidio por desempleo) y/o como un complemento a la pensión de jubilación.

Dualidad del mercado

Lo que a simple vista parece una fórmula sencilla, tiene muchos cabos por atar. Primero hay que preguntarse si el sistema que ha dado tan buenos réditos al país centroeuropeo (tiene una tasa de paro del 5%) puede implantarse en nuestro país, con un paro del 14,5% (a cierre del año pasado). Para bajar esa cifra, lo que quiere empezar a corregir la «mochila austriaca» es un mal arraigado en el mercado laboral español: somos el país con mayor temporalidad de Europa. En 2017, cerca del 28% de los trabajadores españoles tenía un contrato temporal, un porcentaje muy alejado de la media europea (14,4%). Este fenómeno «contribuye a generar una dualidad muy grande entre trabajadores con contrato temporal y con contrato indefinido. El sistema pierde productividad y da lugar a efectos colaterales negativos: los trabajadores con contratos temporales tienen menor formación, e incluso está contrastado que la tasa de maternidad de esos hogares es más baja, también disponen de menor acceso al crédito porque no cuentan con las mismas garantías...», explica Rafael Domenech, responsable de Análisis Económicos de BBVA Research. «Un trabajador con un contrato indefinido —continua— termina teniendo una productividad y un salario un 15% superior a la productividad y salario de un empleado con contrato temporal. Porque a medida que la persona está en una empresa, adquiere más experiencia profesional, su productividad aumenta, avanza su carrera y también sube su salario. Y se ha comprobado que en países donde existe la mochila la tasa de temporalidad es más baja».

El despido es de 20 días por año si es objetivo y 33 días si es improcedente

Pero no solo se trata de dar estabilidad al mercado de trabajo. En el horizonte existe una gran incertidumbre sobre la suerte que correrá el actual sistema de pensiones. Cualquier tipo de riesgo podría ser compensado por esa mochila como complemento a una pensión de jubilación que muchos temen resultará más baja que las actuales.

Otro de los puntos que preocupa a trabajadores y empresas es quién pagará realmente las aportaciones a la mochila. En España la indemnización por despido objetivo son 20 días por año trabajado, hasta un tope de 12 mensualidades, y 33 días por despido improcedente, hasta 24 mensualidades. Unas indemnizaciones más altas de las que en su momento tenía Austria. Si en el país centroeuropeo las aportaciones que se realizan a la mochila ascienden a 1,53% del salario bruto, en consonancia con esas indemnizaciones menores, en España las aportaciones resultarían más elevadas. «Para convertir el conjunto de la indemnización en España, la empresa debería aportar entre un 3 o 4% del salario bruto al mes», calcula Raymond Torres, director de Coyuntura y Economía Internacional de Funcas.

Así, las empresas entienden que aumentarían sus costes laborales. Y muchos se pregunta si esa cuota a la hucha repercutirá de alguna manera en la retribución neta del empleado. «La mochila la paga la empresa, pero es una detracción en la nómina, como cualquier cotización del trabajador. Técnicamente, es como cualquier contribución de un trabajador a la Seguridad Social, no sale de su cuenta corriente sino de la de la empresa», explica Stefano Visintin, director del grado de Empresa y Tecnología de la Universidad Camilo José Cela.

Las ventajas

El sistema parece que tiene ventajas para unos y otros. «Ahora el empleador tiene que desembolsar mucho dinero en el momento de despedir a un trabajador fijo. Para evitarlo, se están haciendo muchos contratos temporales. Si se establece la mochila para ambos tipos de contratos, facilitará que se generen puestos permanentes de empleo ya que el empleador paga mes a mes la mochila y no tiene que hacer un gran desembolso en el momento del despido», sostiene Raymond Torres. Además, a los trabajadores les facilita movilidad, porque «aunque dimitan de un trabajo no pierden ese fondo. Con la legislación actual, se quedan sin indemnización», dice. Los empleados que llevan muchos años en una compañía de forma indefinida y quieren irse, también lo podrán hacer sin temor a perder su indemnización. Estaría en la mochila.

El fondo se puede utilizar en caso de despido y/o como un complemetno a la pensión de jubilación

A la empresa también le favorece. Si tiene que hacer recortes de personal, con la mochila «podrá reducir la plantilla menos efectiva. Y no hará como ahora que despide a los trabajadores teniendo en cuenta cuánto le cuestan», sostiene Visintin. Además la empresa reducirá la incertidumbre de futuro, ya que va abonando mes a mes las futuras indemnizaciones que pudiera tener que entregar en malos momentos.

Hay una fórmula híbrida a la «mochila autriaca», como planteó en su momento BBVA Resercah. «Proponemos como ejemplo, un sistema mixto en el que la empresa hace una provisión de un parte de la indemnización por despido. Es un esquema que va aumento a lo largo de los años. Si tiene que despedir al cabo de unos años, tendrá aprovisionados 8 días y solo tendría que abonar en el momento del despido 12 días hasta los 20 del despido objetivo», explica Domenech.

En algún momento habrá que hacer frente a este debate, ya que se retoma cada cierto tiempo. Lo trató de abordar José Luis Rodríguez Zapatero en 2010. Y en dos ocasiones lo ha retomado Ciudadanos.

«Camufla un plan de pensiones»

«No vamos a negociar la mochila austriaca».Así de contundente es la postura de UGT, ante una fórmula que, consideran, «está camuflando un plan de pensiones», en palabras Gonzalo Pino, secretario de Política Sindical de esta organización. «El despido en España tiene que tener una causa. Por eso las indemnizaciones nunca son iguales, por tanto es difícil obtener el porcentaje que debería pagar el empresario. Además no vamos a entrar en una fórmula que llevaría al despido libre», protesta. En su opinión, en el mercado laboral, «las personas no van a empalmar un trabajo con otro.Eso es ficticio. Para sobrevivir el trabajador tiene que acudir a su indemnización».

Los trabajadores ven el sistema tradicional como algo disuasorio para las empresas. «Si tienen que pagar un despido de una vez, despedirán a menos trabajadores, pero si lo pagan mes a mes ajustarán las plantillas constantemente», explica Torres.

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