Así es «el búnker más grande de España» que se ha reconvertido en el garaje de un hotel

El refugio construido en Talavera de la Reina en 1983 fue una idea «visionaria» de un toledano que temía una guerra y no se «fiaba de los rusos»

La invasión de Ucrania y el temor a una guerra nuclear aumentan el interés por los búnkeres en España

Imagen de las literas que albergaba el búnker en su origen y ahora reconvertido en garaje Dolores Cases

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El municipio de Talavera de La Reina es el foco de todas las miradas estos días. Ante el temor de que la guerra de Ucrania alcance España, esta localidad guarda «el búnker privado más grande de España» debajo de un hotel aunque está reconvertido en un garaje. Un sueño del fallecido toledano Justino Pérez que, ahora, toma un especial interés.

«Mi abuelo era un visionario , tenía una mente privilegiada sobre el futuro», asegura su nieta Dolores Cases, la actual gerente del hotel Ébora. Él vivió la Guerra Civil cuando era pequeño y pasó tanto miedo que decidió que cuando construyera un hotel tenía que albergar un refugio para proteger a su familia si ocurría otra situación similar. «Siempre lo tuvo en mente», asegura Cases.

Enmarcado en plena Guerra Fría , Peréz se puso en contacto con el ingeniero Antonio Alcahud, experto en la construcción de este tipo de inmuebles en España. Así comenzó este proyecto de hormigón armado y forjado en 1982 que duró un año y alberga cuatro puertas que pesan dos toneladas, salidas de emergencia, dos cámaras frigoríficas y congeladoras, tres cocinas, dos hornos… todo lo suficiente para que se refugien 400 personas. Lo que le convierte en «el búnker más grande de España», según Cases. Un lugar totalmente seguro que una vez cerrado, queda totalmente hermetizado. Además, la propietaria señala que a unque cayese una bomba, «sería imposible que se destruyera».

Una construcción en esta localidad toledana que podría resultar muy sorprendente para muchos, menos para su familia, que cuando Pérez les contó su idea no se extrañaron. Les explicó que España estaba en mitad de Estados Unidos y Rusia, y que Talavera estaba muy cerca de Madrid por lo que aumentaba el riesgo de ataque. «Alguna bomba nos cae» , les advertía. Su nieta confiesa que además no se fiaba de los rusos. «Decía que los rusos estaban muy locos, ya les tenía miedo, no se fiaba d ellos y mira cómo estamos ahora», sostiene su nieta con pesar ante el actual contexto.

«Yo me quedaría fuera del búnker, he vivido ya 50 años»

Para ella, sin embargo, el búnker era un lugar de juego cuando era pequeña. Allí pasaba horas y horas junto con su hermana jugando al escondite. No pensaba que en unos años tuviera que replantearse su utilización. Las literas que albergaba en su origen el fortín dejaron paso a los coches, y ahora es un garaje del propio hotel.

«Tengo pensado bajar las camas de las habitaciones si hiciera falta», asegura Casares que ya ha organizado qué haría ante una guerra. «Por supuesto, yo no entraría, ya he vivido suficiente, dejaría paso a la gente joven y niños que serían los que tendrían que repoblar la Tierra», asegura esta madre.

No obstante, espera no tener que llegar a esa circunstancia. La toledana asegura que en estos días ha recibido muchas llamadas preguntando por si podrían entrar en el búnker si fuera necesario, en especial, gente mayor preocupada por la expansión del conflicto . «Los jóvenes no son conscientes de lo que está pasando», apuntilla.

Lo cierto es que la compra de búnkeres en España se ha incrementado durante estas últimas semanas. «Las peticiones han aumentado hasta más de un 50%», explica el dueño de Underground Building, Francisco Javier Márquez. Una empresa dedicada a la fabricación de estos refugios. No obstante, el precio de compra oscila e ntre 30.000 hasta un millón y medio de euros , lo que supone un gran desembolso.

Por este motivo, la idea de este toledano no era tan descabellada. A los 100 años que hubiera cumplido este año, seguro que estaría orgulloso de haber seguido su intución, al igual que ahora lo está su nieta. Su proyecto ha cobrado vigencia casi cuarenta años después.

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