La incertidumbre se ha instalado en las Bolsas chinas con el nuevo año
La incertidumbre se ha instalado en las Bolsas chinas con el nuevo año - EFE

La Bolsa china y la depreciación del yuan lastran la recuperación mundial

Los expertos auguran que la segunda economía del mundo seguirá ralentizándose, pero dudan que provoque una nueva crisis

Corresponsal en Pekín Actualizado: Guardar
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Año nuevo, problemas viejos. En las dos semanas que lleva este 2016, la Bolsa china ha vuelto a conmocionar a los mercados internacionales al perder un 15%. A pesar de las medidas del autoritario régimen de Pekín para frenar el estallido de la burbuja bursátil, que subió en un año un 150% y bajó un 40% en verano, el pánico vendedor cunde entre los inversores del gigante asiático y se contagia al resto del planeta.

Esta psicosis se debe a la creciente desconfianza de los inversores en las autoridades de China, que hasta hace poco era la «locomotora del mundo» y cuya economía se ha ralentizado. Tras las recientes turbulencias provocadas por el estallido de la burbuja bursátil china, que ha sacudido a los parqués de todo el mundo, las miradas están puestas en los datos anuales de su PIB, que se conocerán este martes.

Al igual que ocurrió durante los tres trimestres anteriores, el objetivo es crecer en torno a un 7%, pero numerosos analistas, como el banco de inversión Nomura, desconfían de dicha cifra y creen que podría ser hasta dos puntos menor.

Confirmando su desaceleración, que continuará durante este año, China registrará su crecimiento más lento desde 1990. Para otro país, crecer a dicho ritmo sería un éxito asegurado, pero los expertos sostienen que ese es el límite a partir del cual la economía china genera los 20 millones de puestos de trabajo que necesista crear cada año para mantener la estabilidad social. Según informa la agencia estatal de noticias Xinhua, hasta noviembre se crearon 12,51 millones de puestos de trabajo en las ciudades. Para todo el año, el secretario general de la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo calculó que la cifra estaría alrededor de los 13 millones de empleos urbanos.

Crecimiento del futuro

Debido a la sobrecapacidad productiva, la deuda excesiva, la merma de la productividad y la caída de la población en edad de trabajar, Craig Chan, estratega jefe de Nomura en Asia (excluyendo Japón), señala en dicho informe que «China ha tomado prestado crecimiento del futuro, pero eso no significa que vaya a sufrir un aterrizaje duro». En su lugar, pronostica un descenso suave de la economía del gigante asiático, que continuará ralentizándose durante este año. Al ser la segunda potencia económica mundial tras Estados Unidos, el resto de países sentirá los efectos de dicha desaceleración por la disminución en la importación de materias primas, que seguirá arrastrando al precio del petróleo.

Reajuste saludable

A pesar de estos nubarrones en el horizonte, los expertos matizan el impacto de la volatilidad de la Bolsa china en el resto del mundo. Según Alice De Charmoy, gestora adjunta de M&G Global Emerging Markets, «el comportamiento del mercado de acciones «A» chinas en los últimos 18 meses no se ha basado en fundamentos económicos. Por lo tanto, la última caída bursátil no supone una fuente de preocupación sobre el estado de la economía, al igual que su escalada hacia niveles propios de una burbuja durante la primera mitad de 2015 tampoco fue motivo de entusiasmo». Sin embargo, matiza que «sí nos preocupa asistir a un nuevo ejemplo de reticencia de las autoridades chinas a dejar que las fuerzas del mercado determinen el precio correcto de los activos, dado que los desequilibrios económicos que se generan son perjudiciales para un reajuste saludable de la economía».

Debilidad «técnica»

Con ella coincide Craig Botham, economista de mercados emergentes de Schroders, quien cree que «la debilidad de la economía china es técnica, no fundamental». En su opinión, este país está viendo «cierta estabilización y hasta un repunte en algunas áreas», por lo que atribuye la caída de la producción industrial a las últimas medidas contra la contaminación, que afectarán a la actividad de las fábricas y la producción de energía.

En cambio, Botham alerta de que la progresiva depreciación de la moneda china, el yuan o «renminbi», sí es capaz de suponer «una mayor amenaza para el resto del mundo», al tiempo que puede estar provocando multimillonarias salidas de capital. «El principal riesgo de China actualmente es la debilidad de su moneda, ya que exporta deflación», razona Botham, quien sostiente que «una devaluación de una vez del yuan de un 20% sería preferible a una gradual». A su juicio, dicha depreciación tendría «un mayor impacto inmediato, pero probablamente calmaría a los mercados al despejar la incertidumbre. Tras una devaluación lo suficientemente grande, las expectativas sobre una mayor debilidad de la moneda se disiparían. Por el contrario, una depreciación gradual no aporta un punto final, manteniendo las dudas y la volatilidad». Con unas reservas de divisas superiores a los tres billones de dólares, Botham considera que «los riesgos macroeconómicos de una gran devaluación parecen limitados, para China al menos».

Para acabar con su inestabilidad y facilitar la cotización de las acciones, la Comisión Reguladora del Mercado de Valores ha previsto una reforma de la Bolsa, hasta febrero de 2018. Con nuevos controles y mayor transparencia, Pekín pretende poner orden en su convulso parqué, que perdió 4,5 billones de euros en valor de capitalización durante el pasado verano. Para este año, la inestabilidad de la Bolsa china y la depreciación del yuan amenazan con lastrar la recuperación mundial tras la crisis.

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