ANÁLISIS

Banco Popular: La sombra de Guindos es alargada

Botín y el ministro de Economía «coincidieron» en Bilderberg a pocos días de la compra

Madrid Actualizado: Guardar
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Entre lo oficial y lo oficioso siempre hay similitudes. Lo más sustancial, suele coincidir. Pero si rascamos en las versiones, la clave, se podría decir, está en la letra pequeña. En esa que nadie lee ni advierte. Pero que está. Y en la operación de compra de Banco Popular por Banco Santander, hay mucha letra pequeña. Y, como en toda información, existe el «off» y el «on» que la explica. En la versión oficial, la operación ha sido prácticamente de un día para otro. En concreto, una subasta «exprés» convocada por el BCE, tras intervenir el Popular porque no era viable. ¿Pero no contaba con 11.000 millones de fondos propios con los que garantizar su viabilidad? ¿Y cómo tras semanas y semanas de prácticamente caída libre en Bolsa -ha perdido cerca de un 60% de su valor desde principios de año- nadie, ni reguladores, ni supervisores, de aquí ni de Europa, ni Gobierno, ni ninguna autoridad competente dieron la voz de alarma sino todo lo contrario? ¿Se ha permitido su caída? ¿Se quería llegar a un punto en el que la acción valiera casi cero para permitir una oferta rayando lo gratis y que sí convenciera a Ana Botín al no haber ayudas públicas? Las respuestas están en la versión en «off». En la letra pequeña.

El caso es que para certificar aún más la versión oficial, la propia presidenta del Banco Santander, en su comparecencia de ayer ante los medios para explicar la operación aclaró que ni había recibido presiones por parte del Gobierno (sic) ni el banco había hecho ninguna oferta por el Popular durante el proceso abierto hace unas semanas. Y aclaró más: «No hicimos ofertas, el BCE nos pidió ayer martes que entráramos en la subasta». Y después de una noche de duro trabajo, en la que al parecer nadie durmió, ni en España ni en Bruselas, su oferta resultó -dijo- ser la mejor. En otras palabras, vencieron al BBVA. ¿BBVA? Fuentes del mercado dijeron que tras ver números el Popular no le encajaba en la estrategia al banco presidido por Francisco González y hacía tiempo que había decidido no volver a pujar por él. Si bien, en su día, sí se la hizo al anterior presidente, Ángel Ron, y por un precio que desde luego no era un euro. 5.600 millones a 1,35 euros la acción. Ypor dos veces

El caso es que en la versión oficiosa que, dicen, conocían muy pocos privilegiados, el Gobierno, muy preocupado por la reputación del sistema, ha estado buscando comprador desde hace meses. Presentía que en cualquier momento vendría una inspección europea -esa que luego hubo la semana pasada y se desmintió-, valorara los activos inmobiliarios de nuevo y concluyese que el futuro del banco no era la viabilidad. ¡Precisamente en un momento en el que el sistema financiero español era alabado por doquier, y aplaudido por muchos gracias a la firme reestructuración realizada impuesta por Europa tras la ayuda financiera de 2012! Para ello se buscó incluso un recambio para presidir un Popular que tenía que redirigir sus planes porque el lastre inmobiliario había sembrado de dudas su valor en Bolsa. Ya nadie creía en su salida a pulmón de antaño. Y tras varios candidatos -Borja Prado, Ángel Corcóstegui, Manuel Pizarro...- llegó el nombramiento de Emilio Saracho, con el beneplácito del ministro de Economía, Luis de Guindos. Versión no oficial, claro. El plan estaba en marcha.

El ministro no dudó en anunciar el interés de Bankia en la adquisición del Popular, y así , al parecer se lo habría trasladado al propio BCE. Días después rebajó sus palabras y aseguró que no interferiría en las decisiones de José Ignacio Goirigolzarri, presidente de la nacionalizada. ¿Tendría algo que ver que el propio Goiri, como hablan por ahí, mostrase su reticencia ante el regulador europeo? La propuesta no fue vista con buenos ojos por Draghi. El prestigio del sector español quedaría de nuevo marcado. Tocaba activar el plan B. El supervisor europeo pidió una solución doméstica y privada lo más rápida posible. Inmediata. La inspección había determinado ya que Popular estaba próximo al colapso. Ante la negativa de BBVA, la opción era Santander. Y el lugar, Bilderberg, el pasado fin de semana, donde coincidieron, entre otros miembros e invitados exclusivos del club, Botín y De Guindos. Llegó el sí y desde entonces, la acción no ha dejado de caer y el banco ya no valía esos 11.000 millones de recursos propios de los que todo el mundo hablaba para tranquilizar a mercados y depositantes. La compra exprés vio la luz: sin ayudas públicas y con la cotización casi a cero. Versión oficial no es.

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