El auge de los «riders» alimenta de inversores a la restauración

Empresas y fondos toman posiciones en un negocio en constante crecimiento

Repartidores de comida a domicilio en Madrid REUTERS

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Hace años eran unos pocos y extraños los que pedían comida a domicilio en nuestro país, además de que también eran escasos los restaurantes que ofrecían esa posibilidad. Sin embargo, con la irrupción de la digitalización y los nuevos hábitos de consumo el modelo ha cambiado. Por eso, el reparto a domicilio («delivery») es ahora una oportunidad para las cadenas de restauración de mejorar sus ventas. Así, no es casualidad la irrupción de las plataformas de reparto a domicilio, como Glovo y Deliveroo, o que algunas franquicias creen su propia cadena de reparto, inundando a todas las grandes ciudades de repartidores.

«Es un canal de venta muy potente que va de la mano de la digitalización», explica Paula Nevado, secretaria general de Marcas de Restauración, organización que aglutina a más de ochenta firmas. Tal es el crecimiento del «delivery» que el 17% de la facturación de los resturantes en nuestro país proviene de ese canal, según un informe realizado por dicha organización junto a KPMG y NPD Group. Además, Nevado apunta que «el ticket medio de los pedidos a domicilio está haciendo que crezca la factura media de la restauración». Por otra parte, un estudio reciente de la consultora Nielsen también revela que un 36% de los españoles ya pedía comida a través de internet en 2017.

Así, ante este panorama de crecimiento imparable, empresas y fondos de inversión toman posiciones para ser partícipes de un negocio que no para de crecer. Es el caso del grupo Amrest , dueño entre otros de La Tagliatella y que en Europa lleva la gestión de Burger King y KFC, que el pasado verano obtuvo el 10% de Glovo por 25 millones de euros tras una ampliación de capital de la plataforma de reparto a domicilio. Una operación que la propia Amrest destacaba como «un paso importante» para afianzarse en la tecnología y la restauración.

Del mismo modo, en diciembre el fondo KKR anunció una opa de exclusión sobre Telepizza por 431 millones de euros. Un movimiento que se produjo días después de se oficializara su alianza con Pizza Hut. Dicho pacto permitirá a Telepizza operar en 37 países para llegar a unos 500 millones de consumidores potenciales. Desde sus inicios, Telepizza se ha caracterizado por el reparto a domicilio contando con su propia flota, siendo la cadena más grande de «delivery» en nuestro país. Fuentes del sector apuntan que su experiencia de más de treinta años fue una de las claves para que KKR realizara su opa sobre la empresa dirigida por Pablo Juantegui.

Otra compañía que ha irrumpido en el reparto de comida a domicilio ha sido Repsol . La multinacional, a través de Klikin, empresa tecnológica de la que controla un 70%, selló en octubre una alianza con la compañía de mensajería EcoScooting especializada en la llamada «última milla» de los repartos. Esta ofrece a los restaurantes la posibilidad de gestionar y optimizar sus pedidos mientras ahorra en los costes de personal que estos suponen.

Estos movimientos parecen que serán una tónica habitual en los próximos años. «Que los fondos invirtan en empresas de restauración era algo impensable» , indica José Luis Yzuel, presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería de España (FEHR). No obstante, alerta de la existencia de una pequeña burbuja : «Se están pagando barbaridades por enseñas de pequeño tamaño». En esa burbuja juegan un papel muy importante las plataformas de reparto a domicilio. Su aparición ha cambiado el modelo de la hostelería. «Parecía difícil que la comida a domicilio prosperara porque no llega en el mismo estado que cuando la comes en el local», incide Yzuel. Sin embargo, los cambios de hábito de la sociedad, realizando más planes de ocio en su propia casa, han permitido que crezcan con notoriedad.

Pero pese a su popular éxito todavía son empresas que no son rentables. «Todas acumulan pérdidas importantes. Son mercados muy recientes que se irán ajustando», añade Yzuel. En el caso de la española Glovo, acaba de llegar al punto de rentabilidad en España, pero su agresiva apuesta por expandirse está conllevándole pérdidas en general.

Aparte de sus cuentas, otro lunar de estas empresas es la batalla judicial que matienen con sus propios repartidores . La Inspección de Trabajo ya ha abierto varias investigaciones por todo el país para dilucidar si los repartidores son o no falsos autónomos. De hecho, ya hay varias sentencias que mantienen que es así. Las plataformas se escudan en la flexibilidad de horario que ofrecen, mientras que la Autoridad laboral replica que estas compañías tienen total control sobre los repartidores, que no tienen capacidad para negociar sus remuneraciones ni sus contratos.

Mientras tratan de llegar a su punto de rentabilidad, sus problemas con la justicia crecen. Este 2019 se esperan multitud de juicios que aclararán el panorama de un modelo aún difuso por la falta de líneas claras regulatorias.

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