Armani y su plan para cuando ya no esté

Una fundación herederá el imperio, decisión que ha revolucionado el mundo de la moda

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«La elegancia no está en hacerse notar, sino en ser recordado». Esta es una de las célebres frases de Giorgio Armani (Piacenza, 1934), el empresario y estilista entre los más célebres del mundo, quien a sus 82 años ha decidido por sorpresa dejar bien atado su imperio multimillonario para asegurar el futuro del grupo y ser recordado siempre como el «Rey Giorgio», bautizado así por su influencia en el diseño y estilo italianos. Cabe subrayar que en el 2015 el grupo Armani facturó 2.600 millones de euros —un aumento del 4,5 %—, con un beneficio neto de 241 millones. Su fundador tiene un patrimonio estimado por Forbes en 6.100 millones de euros, que lo sitúa entre los primeros diez personajes más ricos de Italia.

La sucesión de Armani está en marcha. Después de una breve comunicación en agosto, en la que anunciaba su decisión de crear una fundación que se hiciera cargo de su patrimonio, en este mes una asamblea extraordinaria de Giorgio Armani Spa ha aprobado un nuevo estatuto para asegurar la estabilidad del grupo y la continuidad de las líneas maestras que deberá seguir una vez que desaparezca uno de los más grandes estilistas del mundo. Este argumento, su herencia tras su muerte, nunca le ha gustado afrontarlo, y por eso, para anunciar la solución adoptada sobre su sucesión, no hubo rueda de prensa ni entrevistas. De todas formas, algunos esperan aún que Armani diga algo en fecha próxima a la presentación de su desfile de moda del 23 de septiembre. Pero en su grupo dan por cerrado el asunto y aseguran que no habrá declaraciones.

Una fundación

El anuncio de Armani ha revolucionado en cierto sentido al sector de la moda, aunque «Rey Giorgio» no tiene ninguna intención de retirarse. Su principal interés es el de hacer crecer su propio equipo y gestionar la sociedad en primera persona, como hace desde 1975. El estilista ha decidido confiar el patrimonio construido durante cuarenta años a una fundación, para garantizar, además de su conservación y estabilidad, la realización de un fin social. Los principios de la fundación los ha explicado el propio Armani: «Autonomía e independencia, un enfoque ético de la gestión, con integridad y corrección, atención a la innovación y a la excelencia, prioridad absoluta al desarrollo continuo de la marca Armani, sostenido con adecuadas inversiones, una gestión financiera prudente y equilibrada, un limitado recurso al endeudamiento y un precavido enfoque en las adquisiciones». Con la creación de su fundación, Armani quiere dar seguridad a sus herederos y a sus trabajadores: «Con esta decisión, marcada por la continuidad, garantizada por la fundación y mis herederos, quiero sobre todo dar seguridad a todas las personas del Grupo Armani que trabajan con lealtad y pasión confiando siempre en mi persona, y al mismo tiempo a todos los que han contribuido al plurianual éxito de la sociedad y para los cuales tendré siempre una sincera gratitud», concluye Giorgio Armani.

Llevado también por su idea de ser recordado, Gorgio Armani, que siempre ha tenido gran sentido institucional, decidió crear Silos, el museo donde muestra su trabajo y experiencia profesional. En gratitud hacia Milán, la capital lombarda que le ha permitido crear su imperio, ha construido Silos, donde invirtió 50 millones de euros: «He decidido llamarlo Silos porque en ese edificio se conservaban los cereales, material para vivir. Y así, como la comida, el vestir sirve para vivir. La idea es dejar a la ciudad el testimonio de un trabajo que no sea solo para contemplar, sino que sirva de estímulo para dar vida a nuevas ideas».

Sin herederos directos

Había gran curiosidad, desde hacía tiempo, por conocer el destino de su gran patrimonio, teniendo en cuenta que Giorgio Armani no tiene cónyuge, hijos o herederos directos. Pero cuenta con tres sobrinos: Silvana y Roberta, hijas de su hermano Sergio, fallecido hace años, y Andrea Camerana, hijo de su hermana Rosanna. Los tres sobrinos y su hermana Rosanna forman parte del consejo de administración. Especialmente Roberta, 45 años, trabaja muy directamente con su tío desde 1992, ocupándose de las relaciones externas y, en particular, de las celebridades que aman la marca Armani. Pero el estilista era consciente de que no podía dejar a estos familiares «un peso tan enorme» como la gestión directa del grupo. De ahí su decisión de crear una fundación.

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