Alexis Tsipras y Yanis Varufakis
Alexis Tsipras y Yanis Varufakis - reuters

Las medidas que alarmaron a Europa

No ha gustado entre los socios europeos que en un contexto de negociación lo primero que anunciase Tsipras fuesen medidas de aumento de gasto

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Han pasado dos semanas desde que se celebrasen las elecciones que llevaron a Syriza y a su líder, Alexis Tsipras, a conquistar el gobierno de Grecia. Menos de dos semanas desde la formación del nuevo Ejecutivo en las que ha dado tiempo a casi todo.

Quizás es todavía demasiado pronto para saber si el «road show» de Tsipras y su flamante ministro de finanzas, Yanis Varufakis, del que algunos corresponsales en el país heleno cuentan que ha sido capaz de generar un fenómeno fan impropio y desconocido en cualquier servidor público.

Dos semanas en los que el pueblo griego han vivido en un tobogán emocional. Apenas 24 horas después de tomar posesión de su cargo como primer ministro, Tsipras anunció una batería de medidas que despertaron el entusiasmo de un pueblo muy castigado por la crisis económica.

Entre estas medidas destacan elevar el salario mínimo desde los 586 euros hasta los 751 euros, justo el nivel previo a la crisis y ya por encima de Portugal o España. Abolir el euro por receta, para privatizaciones, devolver el puesto a más de 3.000 funcionarios que fueron despedidos de manera irregular. Cumplir sus promesas electorales causó el inmediato furor de los griegos. Pero todo ello causó una inquietud importante en las capitales europeas y en los mercados financieros.

¿Cómo iba a poder pagar Grecia las promesas de Syriza? ¿Iban a retornar los tiempos del descontrol presupuestario? Un temor que pronto se convirtió en advertencia y que resumió a la perfección el ministro alemán de finanzas Wolfang Schäuble al término de su reunión con su homólogo griego: «Las promesas electorales a costa de terceros no son realistas».

Fue la culminación de una gira europea, sin paso por España, en la que Grecia estrechó sus lazos con los gobiernos socialdemócratas de París y Roma, ansiosos de un trato más flexible hacia Grecia que de rebote les brinde un mayor margen para efectuar políticas de estímulo en su ámbito nacional.

Recogió también la comprensión de Londres, dónde aprovechó para en una entrevista con Financial Times poner sobre la mesa su plan para la reestructuración de la deuda. No fue mal acogido por los mercados en un principio por los mercados. Y es que otro de los toboganes de estos días ha sido el experimentado por los valores bursátiles. Tsipras y Varufakis dejaban sus mensajes sus múltiples reuniones de estos días y en función de la aceptación que éstas tenían, el mercado respiraba de una u otra manera.

No solo Portugal, Chipre o Irlanda han tenido que acometer importantes medidas con coste social para sus ciudadanos en la carrera por equilibrar las cuentas públicas. Los ajustes en España han sido importantes, y Francia e Italia también se ven, y se verán, abocados a mayores esfuerzos. Por eso, han sido los países bajo algún programa de ayuda los que paradojicamente han alzado más la voz contra las primeras medidas anunciadas por el nuevo gobierno de Grecia. Sus Ejecutivos están comprometidos con la austeridad, y saben que sin desviarse de ese camino es imposible adoptar medidas de gasto como las que Syriza ha puesto encima de la mesa les resultaría imposible. No ha gustado en Europa que un contexto de negociación las primeras medidas hayan tenido que ver con el aumento del gasto.

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