El líder de Syriza, Alexis Tsipras, a la salida del Parlamento griego el pasado 29 de diciembre
El líder de Syriza, Alexis Tsipras, a la salida del Parlamento griego el pasado 29 de diciembre - reuters

Grecia, la encrucijada de la recuperación europea

El triunfo de Syriza en las próximas elecciones del próximo 25 de enero podría suponer la ruptura de los compromisos del país y un nuevo cataclismo político y financiero en la maltrecha Europa

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Elecciones anticipadas el domingo 25 de enero, en un país hundido en la recesión desde hace seis años y que se siente despreciado por el resto de Europa y por los mercados internacionales. Criticados fuera de sus fronteras, los griegos llevan viviendo desde 2010 con austeridad: viendo cómo sus sueldos y jubilaciones han sido recortados hasta un 30% mientras los impuestos han aumentado y un tercio de la población se encuentra en riesgo de pobreza.

En opinión de muchos ciudadanos, la culpa es de los políticos y de los ricos, ladrones y corruptos. Para algunos más, la responsabilidad recae en la troika, si bien fueron los gastos y las deudas disparadas del ineficaz Estado griego los que provocaron la catástrofe.

La pregunta no es austeridad o no, es elegir con qué sistema político sobrevivir y superar la crisis los próximos años. La propuesta de los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas del Pasok es continuar las reformas con calma, tranquilizando a la Unión Europea y al Fondo Monetario Internacional (FMI), buscando nuevas ayudas y, posiblemente, un tercer rescate (con otro nombre), atrayendo nuevos inversores. Para ello tienen que convencer a sus electores descontentos que les abandonaron en las elecciones generales de 2012 y en las europeas del año pasado.

La propuesta de la Coalición Radical de Izquierda (Syriza) representa un enorme cambio teórico: el dejar de lado los ajustes y reformas impuestos por la troika, renegociar la deuda helena -con quita incluida- y la amenaza de dejar de pagar hasta que haya auténtico desarrollo económico. Y al mismo tiempo proclaman que quieren quedarse en la UE y en la Eurozona (pero no en la OTAN) y separar la Iglesia Ortodoxa del Estado. Apuestan por aumentar el salario mínimo interprofesional, ayudar a las familias en dificultades y crear empleo. Un cóctel de medidas que seduce a los ciudadanos más castigados por la crisis, pero también a los que creen en una sociedad de izquierdas tras años de austeridad.

Semanas de inquietud

La apertura del parlamento tras los comicios está convocada para el 5 de febrero. Por el momento, los sondeos dan como ganadores a Syriza, formada por antiguos comunistas y grupos variados de izquierda a los que se añaden socialistas descontentos del Pasok. Pero difícilmente conseguirán la mayoría absoluta para gobernar en solitario y necesitarían apoyo de otras formaciones.

Nueva Democracia, partido del actual primer ministro Andonis Samarás, va a la zaga en las encuestas. Y la distancia con la coalición liderada por Alexis Tsipras se reduce. Según un sondeo publicado por «Alpha TV», Syriza obtendría un 28,1% de los votos frente al 25,1% de Nueva Democracia. Ello demuestra que muchos de los que votaron a Syriza en los comicios generales de 2012 o las europeas de 2014 lo hicieron para castigar a conservadores y socialistas, y que ahora podrían apoyarles por miedo a un caos estatal, a la amenaza de una quiebra y a la destrucción del tipo de sociedad imperante desde el final de la guerra civil a principios de los años cincuenta.

¿Qué se puede perder? El PIB heleno repuntó un 1,7% interanual en el tercer trimestre de 2014, un dato que demuestra, según Samarás, que «el crecimiento continuará con ritmo mas acelerado» y que el paro comienza a disminuir. Y los turistas: el 2014 fue un año sensacional para el turismo. La asociación griega de empresas del sector estima que las llegadas de visitantes el año pasado se acercaron a los 23 millones (15% mas que en 2013) y los ingresos relacionados se dispararon para el país un 12% más que en 2013 y un 32% más que hace dos años.

La carrera entre radicales, por un lado, y socialistas y conservadores, por otro, podría hacer desaparecer del parlamento la izquierda moderada y el partido populista de derechas Griegos Independientes, pero mantendría a los neonazis de Amanecer Dorado, algo inquietante y poco comentado. A este escenario se añade una variable más: el exprimer ministro socialista Yorgos Papandreu presenta un nuevo partido, una maniobra que podría robar votos al PASOK, pero también a los radicales.

Lo mas difícil está por hacer: el nuevo gobierno deberá elegir al nuevo presidente de la República, negociar la salida del programa de rescate actual y cubrir las necesidades de este año. Un abanico de deberes pendientes queel Ejecutivo heleno, de color aún incierto, acometerá en un clima difícil y tenso. En definitiva, las elecciones griegas recuerdan a la UE que en muchos países hay una enorme distancia entre los tradicionales grandes partidos y sus electores, entre la incertidumbre política y la inestabilidad financiera.

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